45. Y es afortunada la que creyó, como tú, que se cumplirá al completo y perfectamente lo
que le fue dicho por el Señor por medio de su ángel y no mostró la incredulidad de mi esposo, que fue castigado.
Vers. 46-56. La oda de la Madre de Dios.
46. Y dijo Mariám: Alaba y glorifica mi alma la grandeza del Señor.
47. Y el fondo de mi corazón siente gran alegría hacia Dios, que me ha salvado también a mí junto con todo el género humano.
48. Alaba mi alma al Señor, porque ha mirado favorablemente a mí su humilde sierva, en mi bajeza y en mi insignificancia. Y por esto, he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones de los fieles.
49. Porque Dios, que tiene poder ilimitado y su nombre es Santo, ha hecho en mí grandes y milagrosas obras, ya que me ha hecho digna de convertirme en la Madre del Salvador. Y así con sus obras, que son asombrosas en poder y santidad, no sólo alza sino que también santifica a sus humildes siervos.
50. Y su misericordia no ha sido mostrada solo a mí, sino que es eterna y es transmitida de generación en generación a todos los que con devoción y respeto tienen esperanza en él.
51. Siempre, en el pasado y sobretodo ahora con el envío del Mesías, hizo fuertes y poderosas obras proezas con su mano todopoderosa. Venció y esparció a los que se enorgullecen en sus pensamientos y en los imaginarios planes de sus almas.
52. Quitó de los tronos a los soberanos fuertes y poderosos, y alzó a los humildes y a los despreciados.
53. Sació de bienes a los pobres que pasaban hambre, y concedió abundantes las donaciones espirituales de la salvación a los que mucho las deseaban. Por el contrario, expulsó con las manos vacías a los hombres que tenían riqueza material así como a aquellos que tenían la idea de que poseen el tesoro de la virtud.
54. Tomó con su mano protectora y protegió al pueblo israelita, su siervo, mostrando así que no olvidó, sino que recordaba la misericordia, la compasión y su promesa,
55. como les hubo dicho a sus ancestros, a los cuales prometió que daría a Abraham y a sus descendientes su misericordia eterna y permanentemente.
56. Se quedó entonces Mariám con Elisabet unos tres meses, y cuando ya se acercaba la hora de dar a luz Elisabet, Mariam se fue a su casa.
Vers. 57-66. El nacimiento de Juan.
57. Entonces cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo.
58. Y escucharon sus vecinos y sus familiares que el Señor mostró una grande y milagrosa misericordia sobre ella, habiéndoles dado un hijo en una edad tan avanzada. Y se regocijaron con ella.
59. Y cuando el niño cumplió ocho días, vinieron de nuevo los vecinos y los familiares para circuncidar al niño. Y pensaron ponerle el nombre de su padre, Zacarías.
60. Pero la madre del niño, iluminada por el Espíritu de Dios, tomó a palabra y dijo: No, no se llamará Zacarías, sino Juan.
61. Ellos entonces le dijeron: No hay nadie en tu familia que tenga este nombre.
62. Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.
63. Y él, pidiendo una puequeña pizarra, escribió exactamente estas palabras: Juan es su nombre. Y todos vacilaron y se maravillaron de este extraño acuerdo entre Zacarías y Elisabet.
64. Al momento abrió su boca Zacarías y fue suelta su lengua, y ya habló libremente glorificando y alabando a Dios.
65. Y ante este milagro todos los que habitaban allí alrededor se llenaron de temor. Y en toda la región montañosa de Judea se divulgaron todos estos acontecimientos referentes al nombramiento del niño y a la milagrosa curación de su padre .
66. Y todos los que las oían, las guardaban en su corazón y las grababan profundamente en su memoria, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño sobre el que la providencia de Dios se ha mostrado tan milagrosamente, también después de su nacimiento? Y realmente la mano protectora del Señor estaba con él.
Vers. 67-80. La oda de Zacarías.
67. Zacarías entonces, su padre, fue lleno del Espíritu Santo y profetizó la venida del Mesías y la misión de su hijo con las siguientes palabras:
68. Que sea bendecido y glorificado el Señor, que es denominado Dios de Israel porque de todas las naciones solo los israelitas le conocieron y le adoraron. Que sea glorificado, porque visitó a su pueblo y le liberó de los enemigos visibles e invisibles.
69. Y para nuestro favor se dignó engendrar de la familia de David su siervo, un fuerte e invencible poder que nos salvase, es decir el Salvador del mundo, el Cristo.
70. Y dio Dios este poder de la salvación, tal como exactamente lo hubo dicho y lo hubo prometido mediante la boca y la unánime proclamación de sus santos profetas, que desde los años más antiguos hicieron su aparición.
71. De este modo a través de Cristo nos ofrece la salvación de nuestros visibles e invisibles enemigos y de la autoridad y del poder de todos aquellos que nos odian.
72. Pero también Dios envió y mostró este poder de salvación, es decir a Cristo, para apiadarse de nuestros padres que esperan a su redentor y su liberador en el hades; y para que sea recordado y sea realizado su santo pacto,
73. es decir su promesa bajo juramento y afirmación que dio a nuestro padre Abraham.
74. El contenido de esta afirmación con juramento fue que nos hiciese dignos Dios de adorarle sin miedo, siendo liberados de nuestros enemigos, quienes nos impedían reverenciar al Dios verdadero.
75. De adorarle continuamente y todos los días de nuestra vida, interiormente con una respetuosa y fiel disposición y exteriormente con una vida virtuosa, no hipócritamente y para los ojos de los hombres, sino verdadera y sincera y agradable a Dios.
76. Y tú, hijo mío, serás distinguido y reconocido profeta del Dios altísimo. Porque irás delante del Señor hecho hombre, para preparar los caminos por los cuales se acercará cada uno de los hombres por separado para conducirles a la salvación.
77. Y prepararás la obra del Señor dando a conocer al pueblo de Dios con tu predicación al Salvador que vendrá al mundo y la salvación que traerá. Y traerá esta salvación no con triunfos nacionales y políticos y liberaciones, sino con la absolución de los pecados del pueblo.
78. Nos la ofrecerá no por nuestras obras virtuosas, sino porque la piedad de Dios está llena de misericordia y de compasión. Entonces debido a que Dios tiene tan grande piedad, nos visitó desde el esplendoroso cielo y divino amanecer, el sol de la justicia que descendió del cielo, el Cristo.
79. Y vino este amanecer celestial para iluminar a los que están como prisioneros y desesperados en la oscuridad del engaño y de la irreverencia y en la sombra del pecado y de la muerte; y que refuerce nuestra voluntad, que enfermó debido a los pecados, para que toda nuestra vida entre firme en el camino recto que conduce con seguridad a la paz que da Dios y a la salvación eterna.
80. Mientras tanto el niño crecía corporalmente, y sus fuerzas espirituales se fortalecían bajo la iluminación y la consolidación del Espíritu Santo.Y moraba en los desiertos, viviendo lejos de los ruidos del mundo hasta el día en que hubo determinado la divina providencia mostrarse y ser reconocido como profeta y enviado de Dios al pueblo israelita.
CAPITULO 2
Vers. 1-7. El nacimiento del Salvador.
1. En aquellos días después del nacimiento de Juan fue publicado por el Cesar Augusto un edicto, para que fueran inscritos en los catálogos públicos de impuestos todos los habitantes del mundo que se encontraban bajo el gobierno de los romanos.
2. Esta inscripción fue la primera que tuvo lugar en Judea, en la época en que el goberndor de Siria era Cirenio.
3. Y todos fueron allí para ser inscritos en los catálogos de impuestos. Cada uno en la ciudad de la que procedía su familia.
4. Y entonces subió José de Galilea, desde la ciudad de Nazaret donde vivía, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David.
5. Y fue allí para ser inscrito con María la mujer que estaba, desposada con él, la cual estaba encinta.
6. Y se declaró como embarazada de modo que el Señor, el cual tenía en su vientre, fuese inscrito como contribuyente por la ley romana. Y en el tiempo en que estaban ellos allí, se cumplieron los días de la Virgen para que diese a luz.
7. Y dio a luz a su primer y único hijo, y lo envolvió en paños, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue debido a los muchos extranjeros que fueron para inscribirse.
Vers. 8-14. El jubiloso mensaje a los pastores. Los ángeles glorifican.
8. En aquella región, había unos pastores, los cuales vivían en el campo al aire libre y guardaban su rebaño permaneciendo despiertos algunas horas de la noche.
9. Y he aquí, un ángel del Señor se les presentó de repente, y les rodeó una brillante luz, divina y sobrenatural, que brillaba y resplandecía; y ellos temieron en gran manera, porque entendieron rápidamente que aquel que se les apareció no era como los demás hombres.
10. Pero el ángel les dijo: No temáis; alegraos. Porque, he aquí, os anuncio una jubilosa noticia que traerá gran alegría para vosotros y para todo el pueblo de Dios.
11. Y será la alegría de todo el pueblo, porque ha nacido hoy para vosotros un Salvador, quien como hombre desdeluego es similar a vosotros, pero está también crismado con la plenitud de la divinidad; como Dios, sin embargo, es también vuestro Señor. Y nació en la ciudad de David, a quien le fueron dadas promesas de que de su generación provendrá el Cristo.
12. Y esto que sea para vosotros la señal con la cual reconoceréis al Salvador que ha nacido. Hallaréis un niño envuelto en sencillos paños y colocado dentro de un pesebre y no en una valiosa cuna real. Y un niño como éste que haya nacido esta noche y que tenga pesebre en vez de cuna, solo uno hay en todo Belén y sus alrededores.
13. Y repentinamente apareció junto con aquel ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
14. Glorificado que sea el Dios en las más altas partes del cielo por los ángeles que allí habitan, y en toda la tierra que está agitada por el pecado y por sus vehementes pasiones, que reine la paz divina. Porque Dios ha declarado ahora su complacencia sobre los hombres con la humanización de su Hijo.
Vers. 15-20. Los pastores encuentran al niño divino.
15. Entonces cuando los ángeles se fueron de allí hacia el cielo, los pastores dijeron entre ellos: vamos hasta Belén y veamos esto que nos ha dicho el ángel.
16. Y fueron rápido y encontraron a Mariam y José y al niño colocado en el pesebre del cual les había hablado el ángel.
17. Entonces cuando vieron todo esto, lo cual era exactamente como lo habían escuchado poco antes, explicaron con detalles todo lo que les había dicho el ángel sobre este niño.
18. Y todos los que lo escucharon, se asombraron y se quedaron sobrecogidos por lo que les dijeron los pastores.
19. Pero la impresión de Mariam fue más profunda. Ella mantenía en su corazón y en su memoria todas estas palabras y las relacionaba con las que conoció sobre el niño desde el momento de su anunciamiento, profundizando más así en el misterio que se hubo hecho realidad.
20. Y los pastores regresaron con su rebaño y glorificaban y salmodiaban a Dios por todo lo que escucharon del ángel y vieron sus ojos cuando fueron a Belén, las cuales eran exactamente como les dijo el ángel.
Vers. 21-24. La circuncisión de Jesús y su presentación en el Templo.
21. Y cuando se cumpleron los ocho días para realizar la circuncisión al niño, la llevaron a cabo, para que se confirmase con esta acción que era puro descendiente de Abraham. Y le fue dado el nombre de Jesús, tal como le había nombrado el ángel antes de ser concebido el niño en el vientre de su madre.
22. Y cuando según la ley de Moisés se cumplieron los días para la purificación de la madre del niño y de su cónyuge, llevaron a niño a Jerusalén para presentarlo y para dedicárselo al Señor.
23. Y esta presentación y esta dedicación tuvieron lugar según lo que fue escrito en la ley del Señor, es decir que todo varón que abriese la matriz y naciese, es decir cada primogénito, ha de ser considerado y denominado dedicado al Señor.
24. Subierón además al templo para ofrecer como sacrificio por su purificación una pareja de tórtolas o dos palomas pequeñas, como determinaba la ley del Señor para los pobres, que no tenían la posibilidad de ofrecer como sacrificio un cordero entero.
Vers. 25-40. Simeón y Ana.
25. Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Y este hombre era justo y piadoso, es decir cumplía los mandamientos de la ley y tenía temor de Dios. Había sido iluminado por Dios y con la lectura de los libros proféticos y con ardiente anhelo esperaba la llegada al pueblo israelita con la venida del Mesías, consolación ante los males y las tribulaciones que pasaba debido a sus pecados. Y Espíritu profético Santo estaba sobre él.
26. Y el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin haber visto a aquel que el Señor y Dios crismó rey y Salvador del mundo.
27. Entonces fue Simeón al templo tras incitación e inspiración del Espíritu Santo. Y cuando los padres entraron con el niño al templo, con Jesús, para hacerle lo que acostubraban a hacer a los primogénitos conforme al rito de la ley,
28. entonces Simeón tomó el niño en sus brazos, y glorificó a Dios, diciendo:
29. Ahora, habiendo visto ya al Redentor del mundo, me liberas de la vida terrenal a mí tu siervo, Soberano, y dentro de poco muero según las palabras que me dijiste, de que no moriré sin haber visto antes a Cristo. Y me liberas pacífico y sin preocuparme ya por la redención de Israel.
30. Porque han visto mis ojos a tu Hijo hecho hombre, el cual traerá la salvación,
31. la cual has preparado para sea vista ante todos los pueblos y para que sean beneficiados por ella no solo los judíos sino también los gentiles.
32. Y será así tu Hijo encarnado Luz espiritual, que mostrará y revelará a las naciones el verdadero Dios y el verdadero camino de la salvación; y tu Hijo será también la gloria de tu pueblo de Israel, ya que de este pueblo procede como hombre y ya que finalmente también Israel en su conjunto lo adoptará como su salvador.
33. Y José y la madre del niño se encontraban en continuo asombro por todo lo que ahora y anteriormente decían sobre él, tanto Simeón, como los pastores, como los ángeles.
34. Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está predeterminado para ser causa de caída y de levantamiento de muchos en Israel. Todos los que no crean en él, caerán y se perderán. Pero los que crean, serán levantados* , serán liberados del pecado y serán salvados. Será de hecho milagro, ya que en su persona será mostrada la unión de dos naturalezas, la divina y la humana. Pero este milagro será motivo de discordia para los no creyentes. Y mientras que los de buena disposición serán conducidos por él a la fe y serán salvados, los soberbios y egoístas no creerán y serán condenados.
* Lit. resucitados.
35. Pero también debido a esta contradicción, dado que eres su madre, atravesará tu corazón una gran y dolorosa puñalada de pena y dolor cuando le veas ser crucificado. Y así la caída y el levantamiento de muchos, así como la contradicción respecto a este milagro, tendrán lugar para que sean destapados los pensamientos y las disposiciones de muchos corazones que hasta ahora permanecieron ocultos, y serán revelados con el rechazo o con la aceptación del Mesías.
36. También vivía en Jerusalén una mujer profetisa que se llamaba Ana. Ella era hija de Fanuel, de la tribu de Aser, el octavo hijo de Jacobo que nació de Lea, y se encontraba en una edad muy avanzada, habiendo vivido con su marido siete años desde el momento en que como virgen se casó con él.
37. Ahora era viuda con una edad de unos ochenta y cuatro años. Pero no se alejaba del santo recinto del templo, sino que permanecía también en él cuando no se realizaban servicios en el templo. Y así adoraba día y noche a Dios con ayunos y oraciones.
38. Entonces cuando ella se presentó en aquel momento, y habiendo visto al niño, agradecía y glorificaba a Dios y hablaba de ello a todos los que habitaban en Jerusalén y esperaban al redentor y al liberador de los sufrimientos y del pecado.
39. Y cuando José y María terminaron con todo lo que la ley del Señor determinaba sobre la purificación y la dedicación del niño, regresaron a Galilea, a su tierra de Nazaret.
40. El niño mientras tanto crecía corporalmente. Y la divinidad, con la cual estaba unido, reforzaba sus fuerzas intelectuales y espirituales. Y según avanzaba en edad, mostraba gradualmente la sabiduría que a un nivel perfecto le había transmitido desde el principio su naturaleza divina. Y estaba sobre él la gracia de Dios, la cual le fortalecía en todas las virtudes y le resguardaba de cada pecado, dirigiendo su desarrollo de modo regular y sin impedimentos.
Vers. 41-52. Jesús con doce años en el Templo.
41. Cada año los padres de Jesús se dirigían a Jerusalén por la fiesta de la Pascua, como todos los devotos israelitas.
42. Entonces cuando el niño cumplió doce años, y subieron ellos a Jerusalén según la costumbre que había sido establecida por la ley, le llevaron con él.
43. Y cuando fueron cumplidos los días de su estancia en Jerusalén y regresaban a su tierra, el pequeño Jesús se quedó atrás en Jerusalén. Sin embargo no lo percibieron José ni la madre del niño.
44. Y debido a que pensaron que él estaba en la caravana de los peregrinos, avanzaron un día de camino. Y por la tarde fueron a buscaron entre sus familiares y sus conocidos.
45. Y como no lo encontraron, regresaron a Jerusalén, y por el camino lo buscaban preguntando a los peregrinos con los que se encontraban.
46. Cuando finalmente llegaron a Jerusalén, tres días después de que hubieran partido de allí sin Jesús, le encontraron en el sagrado recinto del Templo estando entre los maestros, escuchándoles y preguntándoles sobre importantes asuntos, inusuales para su edad.
47. Y todos los que le escuchaban se sorprendían y se preguntaban sobre su excepcional inteligencia y las respuestas que daba.
48. Nada más verle José y María, se llenaron de sorpresa, porque por primera vez el pequeño Jesús no parecía pensar la intranquilidad que les habría provocado este retraso. Y su madre le dijo: Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto y te has quedado atrás? He aquí, tu padre y yo con dolor y ansia te buscábamos.
49. Y Jesús les
dijo: ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que he de estar en la casa de mi Padre?
Entonces no debíais haberos preocupado, ni existía motivo para que me buscaseis
pensando que me había perdido.
50. Pero
ellos no entendieron las palabras que les dijo, porque no sabían todavía que
Jesús también tenía la divina naturaleza y que era el Hijo de Dios, y por lo
tanto era justo que llamase al templo la casa de su Padre.
51. Después
Jesús descendió con ellos desde Jerusalén, y volvió a Nazaret. Y continuó como
hijo obediente sometiéndose a ellos. Y su madre guardaba estas palabras y estos
acontecimientos en su memoria, profundamente grabados en su corazón.
52. Y Jesús gradual
y progresivamente declaraba su divina sabiduría, que desde el principio tuvo. Y se
desarrollaba corporalmente. Y revelaba
la gracia que le había dado desde el principio Dios, quien declaró su
complacencia en él. Es decir en la medida de su crecimiento y desarrollo
corporal, iba revelando cada vez más el reforzamiento y la bendición que Dios
daba sobre su naturaleza humana, ya desde su nacimiento. Pero también los
hombres encontraban en él cada vez más carismas de sabiduría, amabilidad y
virtud.
CAPITULO 3
Vers. 1-20. La predicación de Juan.
En el año decimoquinto año del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato y Herodes Antipas tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,
2. y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino mandato de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto en que moraba.
3. De este modo, tras esta divina llamada, fue Juan por toda la región contigua al Jordán, y con su predicación incitaba a los hombres al arrepentimiento y a aceptar el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, para recibir más tarde el perdón de sus pecados, las cual les aseguraría el Mesías que vendría dentro de poco.
4. Y salió Juan a hacer esta predicación de acuerdo con todo lo que ha sido escrito en el libro que contiene las palabras por Dios inspiradas del profeta Isaías, quien dijo: "Una voz humana clama en el desierto y dice: Preparad el camino a través del cual vendrá a vosotros el Señor; haced rectas y regulares las sendas por las cuales pasará, limpiando con el arrepentimiento vuestro alma para que reciba al Señor.
5. Cada desfiladero y barranco se llenará y sus precipicios serán cubiertos, y cada montaña grande y cada pequeña colina serán disminuídas, de modo que el suelo sea en todas partes igualado. Y así lo torcido e irregular será igualado y rectificado, y los caminos pedregosos serán rectos y llanos. Es decir, ha de ser elminado de dentro de las almas de los hombres cada irreverencia y cada hipocresía y maldad que generan el abismo espiritual; y cada egoísmo y soberbia que como montaña se eleva en los corazones de los hombres, así como cada irregularidad y cada rudeza y cada disfunción que proviene de las pasiones del pecado. Y así se convertirán en las almas en caminos rectos y en plazas allanadas, para que tenga lugar dentro de ellas la recepción del gran rey, que viene.
6. Y entonces, cuando tenga lugar esta preparación espiritual, cada hombre con buena disposición, aunque cargue sobre él la carne débil, verá y disfrutará el camino de la salvación que mostró Dios con la humanización de Cristo.
7. Decía entonces Juan a la multitud ded la gente que acudían para sr bautizados por él: descendientes de serpientes venenosas, que tenéis la maldad congénita porque vuestros ascendentes estaban llenos del veneno de la maldad y de la perversidad; ¿quién os ha recomendado y mostrado el camino para marcharos y para salvaros de la ira que dentro de poco va a estallar.
8. El bautismo solo no os beneficia. Si queréis salvaros de la ira, haced buenas obras, las cuales sean dignas de frutos de verdadero arrepentimiento, y mosrad con acciones virtuosas vuestra verdadero arrepentimiento. Y no comencéis a decir en vuestro interior, "tenemos por padre a Abraham".
9. Ahora ya el hacha del Juicio divino y de la ira se encuentra cerca de la raíz de los árboles, listo para cortar de raíz todo árbol sin fruto. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado desde lo más profundo y es echado a fuego. Esto le pasará a cada hombre que no tenga obras de virtud.
10. Y la multitud le preguntaba: ¿qué hemos de hacer entonces para salvarnos de la ira?
11. Y él les respondía: "El que tenga dos mantos que los comparta con los que no tienen. Y quien tenga comida que haga lo mismo y que lo comparta con quien pasa hambre.
12. Vinieron además entre aquellos unos cobradores de impuestos para ser bautizados y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?
13. Y él les dijo: no recaudéis nada más de lo que os permite la ley recaudar.
14. Le preguntaron también unos soldados, diciéndole: y nosotros, ¿qué haremos? Y les decía: no acuséis con falsos testimonios a nadie, y no le chantajeéis atemorizándole y amenazándole para sacarle dinero. Y que os bastéis con el salario que recibís.
15. Y mientras el pueblo esperaba al Mesías y todos pensaban dentro de ellos y se preguntaban sobre Juan que quizás él era el Cristo.
16. Juan respondía a todos y decía: yo os bautizo con agua sencilla y natural; pero viene alguien que debido a su autoridad y a su naturaleza divina es mas poderoso que yo. Ante él yo no soy digno de desatar ni el cordón de su calzado. El os bautizará con Espíritu Santo y con el fuego limpiador de la divina gracia.
17. Mantiene en su mano el aventador y separa el trigo de la paja. Es decir que su justo juicio está listo para ser aplicado. Y limpiará del todo su era, es decir el mundo entero. Y recogerá su trigo en en el almacén, es decir los virtuosos en el reino de los cielos, y la paja, es decir los no arrepentidos, serán quemados con fuego que no cesa jamás.
18. Y con muchos otros logos exhortaba y consolaba a la gente que se encontraba en miseria espiritual y predicaba la alegre noticia de que dentro de poco viene el Savador.
19. Pero porque Juan controlaba y acusaba a Herodes a causa de Herodías, la mujer de Felipe su hermano, con a cua vivían de modo ilegal, y también por todas las maldades que había hecho,
20. Herodes añadió también esto junto con todos sus crímenes: encerró a Juan en la cárcel.
Vers. 21-22. el bautizo de Jesús.
21. Pero antes del encarcelamiento de Juan, tras haber bautizado a toda la gente que se encotraba allí, fue bautizado también Jesús. Y en aquel momento, mientras rezaban se abrió el cielo.
22. y descendió sobre él el Espíritu Santo, el cual se apareció en forma exterior y figura de paloma, sin ser sin embargo realmente una paloma. Y vino una voz del cielo, la cual decía: tú eres mi hijo amado; sobre ti me he visto agradecido, porque tú como hombre absolutamente sin pecado has hecho siempre lo grato ante mí.
Vers. 23-38. La genealogía de Jesús.
23. Y éste Jesús, al cual hacen referencia estas señales milagrosas, tenía alrededor de treinta años cuando comenzó su obra. Y era, como pensaban los judíos, hijo de José, el cual era hijo de Elí,
24. que era hijo de Matat, que era hijo de Leví, que era hijo de Melqui, que era hijo de
Jana, que era hijo de José,
25. que era hijo de Matatías, que era hijo de Amós, que era hijo de Nahum, que era hijo
de Esli, que era hijo de Nagai,
26. que era hijo de Maat, que era hijo de Matatías, que era hijo de Semei, que era hijo
de José, que era hijo de Judá,
27. que era hijo de Joana, que era hijo de Resa, que era hijo de Zorobabel, que era hijo
de Salatiel, que era hijo de Neri,
28. que era hijo de Melqui, que era hijo de Adi, que era hijo de Cosam, que era hijo de
Elmodam, que era hijo de Er,
29. que era hijo de Josué, que era hijo de Eliezer, que era hijo de Jorim, que era hijo
de Matat,
30. que era hijo de Leví, que era hijo de Simeón, que era hijo de Judá, que era hijo de
José, que era hijo de Jonán, que era hijo de Eliaquim,
31. que era hijo de Melea, que era hijo de Mainán, que era hijo de Matata, que era hijo
de Natán,
32. que era hijo de David, que era hijo de Isaí, que era hijo de Obed, que era hijo de
Booz, que era hijo de Salmón, que era hijo de Naasón,
33. que era hijo de Aminadab, que era hijo de Aram, que era hijo de Esrom, que era hijo
de Fares, que era hijo de Judá,
34. que era hijo de Jacob, que era hijo de Isaac, que era hijo de Abraham, que era hijo
de Taré, que era hijo de Nacor,
35. que era hijo de Serug, que era hijo de Ragau, que era hijo de Peleg, que era hijo de
Heber, que era hijo de Sala,
36. que era hijo de Cainán, que era hijo de Arfaxad, que era hijo de Sem, que era hijo
de Noé, que era hijo de Lamec,
37. que era hijo de Matusalén, que era hijo de Enoc, que era hijo de Jared, que era hijo
de Mahalaleel, que era hijo de Cainán,
38. que era hijo de Enós, que era hijo de Set, que era hijo de Adán, quien no nació de un humano, sino que le creó directaamente Dios.
CAPÍTULO 4.
Versículos 1-13. Las tres tentaciones.
Jesús entonces, lleno de Espíritu Santo, volvió del Jordán. Y el Espíritu al desierto le guiaba mediante incitación interior a desierto,
2. donde durante cuarenta días afrontó las tentaciones del diablo, quien en vano buscaba desviarle de sus pensamientos dedicados a la obra de Dios. Y no
comió nada en aquellos días. Sin embargo cuando pasaron estos días, después tuvo hambre.
3. Y entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, como testificó la voz que fue oida en el Jordán, demuéstralo con un milagro. Di
a esta piedra que se convierta en pan.
4. Entonces Jesús le respondió: Escrito está en el Deuteronomio que no se mantiene en la vida el hombre sólo con
pan, sino de cada mandato que sale de la boca de Dios. Cuando Dios ordena, vive el hombre también sin pan.
5. Y subiéndolo el diablo a un alta montaña, le mostró en modo panorámico en
un instante de tiempo (lo que hace más fuerte la tentación) todos los reinos de la tierra habitada con sus riquezas y con su falsa grandiosidad.
6. Y le dijo el diablo: Te daré todos estos estados que son dominados por mí, y toda su gloria. Te la daré, porque me pertenecen. Me la han entregado sus reyes y sus gentes, porque con el pecado se sometieron a mí. Entonces son míos y los doy a quien yo quiero.
7. Entonces si tú me veneras aquí frente a mí y me reconoces como tu señor, toda esta autoridad y gloria serán tuyas.
8. Jesús entonces le respondió: Vete de delante de mí, Satanás. No puedo escucharte, porque está escrito: Al Señor y tu Dios venerarás, y a él solo adorarás.
9. Entonces el diablo le tomó y le llevó a Jerusalén atravesando por el aire; y le puso de pié, alto sobre el borde del techo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate por aquí abajo, para mostrar claramente a todos el amor y la protección de tu Padre por tí.
10. Porque ha escrito en los salmos que Dios que Dios dará orden para tí a sus ángeles que te protejann, para que no pase nada malo.
11. Y también ha escrito que los ángeles te levantarán en sus manos, para que no te golpees el pie con alguna piedra.
12. Jesús entonces le respondió lo que ha dicho Dios: no has de exponerte a tí mismo al peligro, para tentar a tu Señor y Dios y que veas por medio de las cosas si te protege.
13. Y cuando hubo acabado el diablo todo tipo de tentación, se apartó momentáneamente de Jesús, hasta que le fuese dada otra adecuada oportunidad para tentarle de nuevo.
Vers. 14-30. Visita a Nazaret.
14. Y Jesús regresó a Galilea lleno del poder del Espíritu, el cual con su victoria sobre el diablo le fortaleció más significativamente. Y debido a sus milagros se extendió por todas las ciudades de alrededor de Galilea la fama de que es un profeta milagroso, enviado por Dios.
15. Y él enseñaba en las sinagogas de ellos, y todos le glorificaban y le elogiaban.
16. Después vino a Nazaret, allí donde se había criado y había crecido. Y como acostumbraba ya desde su edad infantil, entró en el día del Sábado en la sinagoga y se levantó de su puesto para leer un fragmento profético de la Biblia.
17. Y le entregaron el libro del profeta Isaías. Deplegó entonces el libro que estaba envuelto en forma cilíndrica y encontró el lugar donde estaba escrito lo siguiente:
18. "El Espíritu del Señor permanece y descansa en mí el Mesías, para colaborar conmigo en mi obra salvadora. Y permanece este Espíritu sobre mí, porque el Señor me ha ungido como hombre y me ha enviado para predicar el evangelio de del reino para aquellos que están privados de la gracia de Dios, son espiritualmente pobres y se encuentran en un estado miserable. Me ha enviado para curar a aquellos que su corazón se ha quebrantado del peso del pecado.
19. Me ha enviado a predicar liberación y libertad a los siervos y prisioneros del pecado y para regalar la luz a aquellos que tienen cegado su entendimiento por la oscuridad de las pasiones. Me ha enviado para liberar de cada culpa a aquellos que han sido heridos y arrollados por el pecado. Me ha enviado para predicar y anunciar el comienzo de un nuevo periodo, el cual es agradable a Dios y deseable por los hombres; porque en este periodo es llevado a cabo por el Mesías la voluntad de Dios para la salvación de los hombres".
20. Y enrollando el libro, se lo dio de nuevo al servidor de la sinagoga, y se
sentó para explicar y para desarrollar el fragmento que leyó. Y los ojos de todos los que estaban en la sinagoga se volvieron con mucha atención e interés sobre él.
21. Y comenzó a decirles que hoy se ha hecho realidad y se ha cumplido esta profecía con mi predicación que es escuchada en este momento por vuestos oídos, a la cual hace referencia esta profecía.
22. Y todos los que escucharon la explicación de la profecía que a continuación hizo Jesús, confesaban que predicó de un modo excelente. Y estaban
maravillados de las palabras que salían de su boca y que estaban llenas de gracia y dulceza; y decían: Qué extraño. ¿No es
éste el hijo de José, que hasta ayer trabajaba como uno de nosotros?
23. Jesús les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; prometes curarnos de nuestras miserias. Cura tu insignificancia y sostén tu puesto y tu prestigio primero en tu tierra. Haz aquí los milagros que hemos oído que hiciste en Capernaúm.
24. Pero Jesús les dijo: ciertamente os digo que ningún profeta es acepto con su debido honor en su propia tierra.
25. Os digo también que ciertamente muchas viudas había en la nación israelita, cuando el cielo fue cerrado y no llovió por tres años y seis meses, y hubo entonces una gran hambre en toda la tierra de Palestina.
26. Pero Dios no envió a Elías a ninguna de las mujeres de los judíos, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón, extranjera y desconocida para él.
27. Y muchos leprosos había en la nación israelita en el tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado de su lepra, sino solo Naamán el Sirio, que vino de tierra lejana para encontrar a Eliseo.
28. Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de odio, cuando escucharon lo que les dijo el Señor,
29. y dominados por su ímpetu se levantaron, y le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para arrojarle por el barranco.
30. Mas él de un modo milagroso pasó por en medio de ellos, y se fue.
Vers. 31-37. La curación del endemoniado de Capernaúm.
31. Y descendió a Capernaúm, la cual era ciudad de Galilea, y cada Sábado enseñaba ininterrumpidamente a sus habitantes.
32. Y se quedaban todos asombrados ante su enseñanza, porque su palabra tenía la fuerza y el convencimiento de la verdad, la cual le revelaba directamene su divinidad y por eso enseñaba de modo auténtico.
33. Entonces en la sinagoga había un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo y exclamaba a gran voz,
34. diciendo: Dejadme en paz; ¿qué de común hay entre tú y nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para expulsarnos de esta agradable residencia nuestra y enviarnos lejos al abismo, y con este modo destruirnos? Conozco quién eres. Eres el santo por excelencia, el Mesías, que te ha consagrado y ha establecido en tu obra Dios.
35. Jesús entonces reprendió al demonio y le dijo: cierra tu boca y sal del hombre este. Entonces el demonio, derribándole en medio de la sinagoga, y salió de él sin causarle daño alguno.
36. Todos entonces sintieron gran sorpresa y temor, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué poder tiene y qué terrible es la palabra de este hombre? Porque con autoridad y poder ordena a los espíritus inmundos, y salen de los endemoniados.
37. Y así su fama se extendía y se difundía por todos los lugares de los contornos de Galilea.
Vers. 38-44. La curación de la suegra de Pedro y de otros.
38. Y cuando se fue de la sinagoga, entró en la casa de Simón. Pero la suegra de Simón tenía una fiebre alta. Y le rogaron que la curase.
39. Entonces vino y se colocó sobre ella y ordenó a la fiebre, y la fiebre se fué. Y enseguida aquella, como ya no sentía la más mínima extenuación, se levantó y les servía.
40. Y encontrándose ya el sol en su ocaso y habiendo pasado ya el día del Sábado, todos los que tenían enfermos que padecían de distintas enfermedades, les traían a él. Y él poniendo sus manos sobre cada uno de ellos, los curaba a todos.
41. De muchos también expulsaba demonios, los cuales voceaban fuertemente, diciendo "tú eres el Cristo, el hijo de Dios". Pero Jesús les reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el cristo, y daban testimonio de él, ya fuese para parecer aliados y colaboradores suyos atrayendo así la confianza de la gente, ya fuese provocando falsa alarma entre el pueblo sobre Jesús, para perdujicar así su obra.
42. Y cuando amaneció, salió Jesús y fue a un lugar desierto. Y la multitud del pueblo intentaba encontrarle, y fueron hasta donde se encontraba. E intentaron, suplicándole, que se quedase allí, y que no se fuese de al lado de ellos ni de su ciudad.
43. Pero él les dijo que "de acuerdo con el preestablecido plan de mi Padre he de predicar el jubiloso mensaje en otras ciudades, porque dentro de poco Dios cimentará también sobre la tierra su reino; porque precisamente para esto me envió mi Padre, para predicar no sólo a los habitantes de Capernaúm, sino a todos los israelitas".
44. Y continuaba predicando en las sinagogas de Galilea.
CAPÍTULO 5.
Vers. 1-11. La pesca milagrosa y los primeros discípulos.
Una vez, estando Jesús en la orilla del lago de Genesaret, la multitud del pueblo comenzó a reunirse alrededor suyo y empezaron a apretarle, ya que querían escuchar la palabra de Dios.
2. Entonces vió dos pequeños barcos anclados en la orilla del lago. Los pescadores ya habían salido de ellos y limpiaban las redes.
3. Y entrando en uno de estos barcos, el cual era de Simón, le pidió que le llevase un poco más dentro, a corta distancia de tierra firme. Entonces se sentó dentro del barco y enseñaba desde allí a la multitud del pueblo que se encontraba en la orilla.
4. Y cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: dirige de nuevo el barco hacia aguas más profundas y echa las redes para atrapar peces.
5. Maestro, toda la noche hemos estado trabajando echando las redes y no atrapamos nada. Pero si lo ordenas tu, echaré la red teniendo perfecta confianza y obediencia en tu palabra.
6. Y habiendo hecho esto, atraparon con la red muchos peces, tantos que la red comenzó a romperse debido a que no aguantaba el peso de tanta pesca.
7. Entonces avisaron con señales a sus compañeros que estaban en el otro barco, para que viniesen a recoger las redes junto con ellos y subirlas a bordo. Pesaban tanto las dos redes que peligraban de hundirse por el peso de los peces.
8. Entonces cuando vio Simón Pedro esta inaudita e inesperada multitud de peces, cayó de rodillas ante Jesús, y le dijo. sal lde mi barco y vete de mí, Señor, porque soy hombre pecador, y no soy digno de tenerte en mi barco.
9. Y dijo estas palabras Pedro porque una gran sorpresa y temor se apoderaron de él y de todos los que estaban con él, ante esta gran pesca que habían realizado sin precedentes, la cual sólo podría ser explicada como una intervención del poder divino.
10. De un modo similar, fueron llenos de sorpresa tanto Santiago como Juan, los hijos de Zebedeo, los cuales eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón. No temas. Desde ahora en adelante que te llamo para que seas mi apóstol, continuarás pescando, pero no recogerás peces, sino hombres vivos, que con tu predicación les conducirás a la salvación.
11. Y habiendo regresado los barcos a tierra firme, lo dejaron todo, es decir los peces, las redes y sus barcos, y le siguieron.
Vers. 12-16. La curación del leproso.
12. Y mientras se encontraba Jesús en una de las ciudades, había allí un hombre lleno de sarpullidos por la lepra. Éste, nada más ver a Jesús, se postró con el rostro en tierra, y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, tienes el poder de limpiarme de mis heridas de mi hedionda enfermedad.
13. Entonces Jesús extendió su mano, y tocándole le dijo: quiero que seas limpio de la lepra; sé limpio. Y enseguida la lepra se fue de encima suyo.
14. Y Jesús le dio la orden de no decir nada a nadie sobre el milagro de la curación y le dijo: vete y muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza un sacrificio como ordenó Moisés. Así, tu examinación por el sacerdote y la ofrenda del sacrificio será utilizada como testimonio y prueba ante los sacerdotes y el pueblo de que tú, efectivamente, has sido curado, y de que yo no he venido a anular la ley.
15. Y su fama se extendía cada vez más, sobretodo ahora después de este miagro. Y se reunía la multitud del pueblo para escuchar sus enseñanzas y para que les curase Jesús de sus enfermedades.
16. Él sin embargo se retiraba continuamente a lugares desiertos y rezaba.
Vers. 17-26. La curación del paralítico de Capernaúm.
17. Un día Jesús enseñaba. Y estaban allí fariseos y maestros de la ley, que habían venido de todas las aldeas de Galilea y de Judea, y de Jerusalén. Mientras tanto existía siempre y actuaba continuamente el poder de Dios, para curar milagrosamente a la multitud de enfermos.
18. Y he aquí, algunos hombres trajeron sobre un lecho a un hombre que estaba paralítico, y buscaban meterle dentro de la casa y colocarse frente a él.
19. Y debido a la multitud de gente no encontraron por qué entrada llevarle dentro, por lo que subieron al tejado de la casa, y quitando algunas tejas, le hicieron descender junto con su lecho, frente a Jesús.
20. Cuando vio Jesús la fe del paralítico y la de los que le trajeron, le dijo: hombre atormenado, se ha alterado tu conciencia en este momento, porque temes cómo reaccionaré frente a tu estado pecador. Estate seguro entonces de que todos tus pecados te han sido perdonados.
21. Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar y a decir dentro de ellos: ¿quién es este que se atreve a decir tales blasfemias? ¿quién más tiene el poder y la autoridad para perdonar pecados sino solo Dios? ¿Cómo entonces éste se atribuye con tal falta de respeto esta autoridad de Dios?
22. Pero Jesús con su conocimiento sobrenatural percibió perfectamente sus pensamientos ocultos y les respondió: ¿qué caviláis en vuestros corazones? Sé lo que pensáis y os respondo a vuestros pensamientos.
23. ¿Qué es más facil, que diga alguien al hombre éste, te han sido perdonados los pecados, o que le diga, ponte en pie y camina? Vosotros consideráis más difícil la curación del paralítico.
24. Para que sepáis entonces que el Hijo del Hombre, el Mesías, el perfecto representante de la humanidad que vendrá al final de los tiempos sobre las nubes para juzgar al mundo, tiene autoridad sobre la tierra para perdonar pecados, le dijo al paralítico: a tí te hablo. Pone en pie, coge tu lecho y ve a tu casa.
25. Y él se levantó enseguida frente a ellos, tomó el lecho sobre el cual había estado tumbado, y se fue a su casa glorificando a Dios, que le dio su salud.
26. Todos entonces se llenaron de fascinación y de profunda admiración y glorificaron a Dios por darles un realizador de milagros así. Y llenos de temor ante la presencia de una fuerza tan sobrenatural, decían que "hoy hemos visto cosas sorprendentes y sin antecedentes".
Vers. 27-32. La llamada de Mateo.
27. Después
de esto salió de la casa en que curó al paralítico, y en el camino observó con
especial interés y atención a un publicano llamado Leví, sentado al banco de
los tributos públicos. Y le dijo: Sígueme como inamovible discípulo mío de por
vida.
28. Entonces
aquel, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
29. Y Leví
le hizo gran recibimiento a Jesús en su casa. Allí en la mesa de la comida
había con ellos mucha compañía de publicanos y de otros que comían con ellos.
30. Pero sus
escribas y los fariseos murmuraban contra él, y volviéndose hacia sus
discípulos, le dijeron: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores,
consiguiendo una estrecha y amistosa relación con ellos?
31. Entonces
Jesús les respondió: No tienen necesidad de médico los que están sanos, sino
los enfermos.
32. No he
venido al mundo a llamar a los que se consideran a sí mismo justos, sino que he
venido a llamar al
arrepentimiento a los pecadores.
Vers. 33-39. El ayuno de los discípulos de Juan y de los hijos del novio.
33. Y ellos, quedándose sin palabras ante tal respuesta, cambiaron el tema de conversación y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan a menudo y hacen
oraciones, y los discípulos de los fariseos hacen lo mismo, pero los tuyos comen y beben?
34. Él les
dijo: ¿Podéis acaso imponer a los amigos del novio ayuno mientras ellos están invitados a la boda, durante el tiempo que el novio está con ellos y festejan la alegría de su boda? Pues del mismo modo mis discípulos.
35. Mas
vendrán días en que el esposo les será quitado de junto a ellos, y entonces ayunarán y guardarán duelo y lo pasarán mal.
36. Les puso
también un ejemplo alegórico, para explicarles mediante él y para presentarles esta verdad de un modo más intenso. Les decía que nadie pone en una prenda vieja un remiendo de tela nueva. Porque de este modo, el nuevo la resquebrajará e inutilizará, y en la prenda vieja no cuadrará el remiendo que fue cortado de la tela nueva. De este modo mi nueva enseñanza no es beneficiosa cuando es adoptada por tipos exteriores que se han envejecido. Porque ésta será inutilizada, y la unión se verá que es inadecuada.
37. Y nadie
echa vino nuevo, es decir mosto, en odres viejos, que no aguantan el hervor del mosto. Pero si alguien hace algo parecido, entonces el mosto romperá los odres, derramándose el mosto y perdiéndose los odres.
38. Mas el mosto ha de entrar en odres nuevos, y entonces tanto el mosto como el odre se conservan. Así también ahora los fariseos y sus discípulos son odres viejos, que no pueden aguantar mi nueva enseñanza, la cual recibirán mis discípulos, los cuales son semejantes a odres nuevos.
39. Y cuando alguien bebe vino antiguo, no quiere justo después beber nuevo. Porque dice: el vino antiguo es mejor. De este modo el acostumbrado a la antigüedad de la ley no es complacido con el nuevo espíritu y con la nueva adoración del evangelio, porque piensa que las celebraciones de la adoración antigua son mejores. Gradualmente sin embargo y poco a poco se acostumbrará también éste al nuevo espíritu del evangelio.
CAPITULO 6.
Vers. 1-5. Acusaciones de los fariseos sobre el día del Sábado.
El primer Sábado del mes de Nisán, a partir del cual comenzaba el nuevo año, y el día aquel era la segunda fiesta después de la celebración del comienzo del mes y del primero del año judaico, acontece que pasa Jesús atravesando unos terrenos sembrados. Y sus discípulos arrancaban las espigas, las restregaban con sus manos y se comían sus granos.
2. Entonces algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis eso, si no está permitido que se haga en Sábado? En este día está prohiido todo tipo de trabajo.
3. Jesús entonces les respondió: ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo vuestro glorioso rey, David, cuando tuvieron hambre él y los que estaban con él?
4. Es decir, ¿cómo entró en la casa de Dios y tomó los panes que estaban puestos sobre la mesa de la proposición para ofrecerlos como sacrificio a Dios, y comió y dio también a los que estaban con él? Sin embargo estos panes no está permitido que los coma nadie más que los sacerdotes. Y sin embargo aquella situación no fue reprobada ni por Dios ni por la Escritura. Pero tampoco vosotros acusáis a Dios, aunque esto que hizo es mucho mayor que esto que hacen ahora mis discípulos.
5. Y le decía: El Hijo del Hombre es señor del Sábado y tiene autoridad incluso para modifcar esta institución. Porque es perfecto hombre y no tiene necesidad de ser enseñado por la institución del Sábado. Pero también como Dios ha determinado él mismo esta institución. Entonces lo que han hecho ahora los discípulos lo han hecho con el tácito consentimiento de su Maestro, que es señor del Sábado.
Vers. La curación del hombre con la mano paralítica.
6. Otro Sábado entró Jesús en la sinagoga y enseñó en ella. Allí había un hombre, cuya mano derecha estaba paralizada.
7. Los escribas y los fariseos le vigilaban y le seguían con atención, para ver si curaría al incapacitado en el día del Sábado, encontrando así acusación contra él, de infracción el carácter festivo del Sábado.
8. Él sin embargo como conocedor de los corazones veía sus pensamientos. Y dijo a hombre que tenía la mano seca y paralizada: Levántate y ponte en medio de la sinagoga. Y aquel se levantó y se puso allí de pie.
9. Entonces Jesús les dijo a los escribas y a los fariseos: os haré una pregunta: ¿Qué le está permitido hacer al hombre en el día del Sábado? Le está permitido hacer el bien, o puede eludir la ayuda a su compañero, provocándole así algún mal? ¿Se impone al Sábado salvar la vida del prójimo, o puede no ayudarle mientras se encuentra en peligro y así indirectamente matarle? Desde luego es permisible moralmente pero imprescindible el día del Sábado también hacer cada uno el bien y salvar la vida de su prójimo.
10. Y mirando alrededor suyo a todos ellos esperando que respondiesen, dijo al hombre incapacitado: extiende tu mano. Éste entonces, aunque debido a su enfermedad no podía hacer eso, mostrando su fe sin embargo hizo el intento e hizo como le dijo el Señor. Y su mano se puso de nuevo bien como la otra.
11. Los otros entonces fueron dominados por un terrible oscurecimiento de sus mentes y discutían entre ellos qué podrían hacer contra Jesús para castigarle por la curación que hizo en el día del Sábado.
Vers. 12-16. Los doce apóstoles.
12. En aquellos días salió Jesús y subió a la montaña a orar. Y pasó la noche orando a Dios.
13. Cuando amaneció de nuevo, llamó a sus discípulos, y escogió de entre ellos a doce, a los cuales llamó también apóstoles.
14. Y eligió a Simón, a quien dio el nombre de Pedro, y a Andrés su hermano; a Jacobo y a Juan, a Felipe y Bartolomé,
15. a Mateo y a Tomás, a Jacobo el hijo de Alfeo y a Simón al que llamaban Zelote,
16. a Judas el hijo de Jacobo y a Judas el Iscariote, quien al final se convirtió en el traidor.
Vers. 17-26. La homilía en la Montaña
17. Cuando Jesús bajó junto con sus discípulos de la montaña, se detuvo en un lugar llano. Allí se había reunido una gran multitud de discípulos suyos y mucha gente de toda Judea, de Jerusalén y de las regiones costeras de Tiro y de Sidón. Todos estos vinieron para escuchar su enseñanza y para ser sanados de sus enfermedades.
18. Estaban también allí muchos que eran atormentados por espíritus demoniacos inmundos. Y eran sanados.
19. Y toda la gente procuraba tocarle, porque como Teántropo era fuente de gracia y poder. Y no tenía necesidad de que le fuera esto dado por ningún otro, sino que este poder salía de él y los sanaba a todos.
20. Entonces él, alzando la mirada y fijándola sobre sus discípulos, empezó a decirles: Muy afortunados sois vosotros los pobres, porque no dependéis de la riqueza, sino que dependéis humildemente de Dios y tenéis basada vuestra esperanza en su providencia. Y sois bienaventurados porque es vuestro el reino de Dios.
21. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre y aguantáis con paciencia y sin quejaros, porque seréis saciados con los bienes espirituales del reino celestial. Bienaventurados los que ahora lloráis por vuestros pecados y las pruebas que recibís con agradecimiento de Dios, quien con ellas os instruye, porque reiréis y lo agradeceréis en la otra vida.
22. Bienaventurados sois cuando os odien los hombres, y cuando os aparten de sí, y corten cada relación religiosa y social con vosotros, y cuando os insulten, y os vituperen, y muestren vuestro nombre como malo; y os hagan todo esto porque sois discípulos y fieles seguidores del Hijo del Hombre.
23. Alegraos en aquel día, y saltad de felicidad. Porque aquí vuestro salario y recompensa será grande en el cielo. Porque los antepasados de vuestros perseguidores actuales lo mismo hacían con los profetas, que Dios honró y premió.
24. Pobres de vosotros, ricos, que utilizáis egoístamente vuestra riqueza para servir vuestros disfrutes y comodidades carnales. Pobres de vosotros, ya que en esta vida encontráis absoluta y perfecta consolación en la riqueza, no esperéis nada en la otra vida.
25. Pobres de vosotros que estáis saciados de los placeres carnales, y como único objetivo en vuestra vida habéis puesto el "comamos que bebamos". Porque seréis privados de los bienes espirituales en la otra vida y pasaréis hambre. Y a vosotros, que tenéis como meta principal en vuestra vida el disfrute carnal y ahora reís con las diversiones y deleites de vuestra vida carnal, ay pobres de vosotros, porque en la otra vida os lamentaréis y lloraréis.
26. Pobres de vosotros cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, incluso los hombres que debido a sus malas acciones sean dignos de reproches. Pobres de vosotros porque lo mismo exactamente hicieron a los falsos profetas los antepasados de los judíos actuales. Es decir que hablaban bien de ellos y les aplaudían todos, porque ellos les decían lo que les gustaba y adulaban sus debilidades traicionando a la verdad.
Vers. 27-38. Continuación de la homilía en la Montaña. Amor por los enemigos. No condenación.
27. Pero vosotros que me escucháis y tenéis disposición de vivir según la verdad, debido a que os encontraréis con muchos oponentes y perseguidores, os digo que améis a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian,
28. rezad para que os de Dios bienes y pedid las bendiciones divinas para quienes os maldicen, y rezad por el bien de los que os calumnian o que de cualquier otro modo os hieren.
29. A quien te golpee en una mejilla, ofrécele también la otra. Y al que te quiera quitar la capa, no le impidas que te quite también la camisa. (Es decir el amor por el prójimo ha de hacerte siempre ceder y estar dispuesto a renunciar incluso a tus derechos más legítimos).
30. Y a cualquiera que te pida, dale; pero siempre con un discernimiento inspirado por un amor sincero. Y a quien tome lo tuyo, no exijas que te lo devuelva y no le denuncies.
31. Y con pocas palabras, como queréis que se comporten con vosotros los hombres y como queréis que os hagan, así exactamente comportaos vosotros también y hacedles vosotros lo mismo.
32. Porque si amáis sólo a los que os aman, ¿qué favor y qué remuneración os pertenece recibir de Dios? Ninguna. Porque también los pecadores aman a aquellos que les aman.
33. Si hacéis el bien a quienes os hacen el bien, ¿qué favor y qué remuneración os pertenece recibir de Dios? Ninguna. Porque los pecadores lo mismo hacen.
34. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis volver a recibir lo que habéis prestado, ¿qué favor y qué recompensa de Dios os pertenece? Ninguna. Porque los pecadores también prestan a otros pecadores para recibir de nuevo completa la cantidad que prestaron, y en hora de necesidad, recibir también intereses o los mismos préstamos de aquellos a quienes anteriormente prestaron.
35. Pero vosotros amad a vuestros enemigos, hacedles bien y prestadles sin esperar ninguna retribución de ellos. Y sera grande vuestro salario y grande vuestra recompensa por Dios. Y seréis en el reino de los cielos por la gracia hijos del altísimo Dios, con el cual seréis similares espiritualmente. Porque él también hace el bien y beneficia a los hombres que muestran desagradecimiento ante sus muchas obras buenas y no tienen buena intención ni disposición, y que son malvados.
36. Sed entonces piadosos con vuestro prójimo y empáticos con sus adversidades y necesidades, tal como vuestro Padre celestial es piadoso con todos vosotros.
37. Y no reprobéis con crueldad y egoísmo las acciones de vuestros compañeros; seguramente que entonces tampoco seréis reprobados por Dios en el juicio final.
38. Dad a los que tienen necesidad de ayuda, y Dios os dará también a vosotros ayuda. La providencia, la justicia y la bondad de Dios os dará en vuestro regazo una buena medida, apiñada y contoneada, de modo que no quede ningún espacio vacío en el recipiente de medida; una medida que sobrará y se derramará. Porque con la misma abundante disposición y con la misma medida de vuestra obra con la cual medís vuestros favores a los demás, también Dios medirá y os remunerará a vosotros.
Vers. 39-45. Continuación de la homilía en la Montaña. El maestro y los discípulos.
39. Les dijo también la siguiente parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos
en el hoyo? Así también vosotros: antes de juzgar a los demás, juzgaos primero a vosotros mismos, entonces seréis también clementes con los demás. Porque si no hacéis esto, entonces seréis como los ciegos que quieren ser guías de ciegos. Y el resutado será desastroso para vosotros y para los otros.
40. No existe discípulo superior a su maestro durante tanto tempo como siga siendo su discípulo. Mas el discípulo que fuere perfeccionado en las lecciones, cuando sea completado el ciclo de las lecciones, será como su maestro. Pero si el maestro es ciego, ciego permanecerá también el discípulo. Para ser un guía consecuente y maestro de los demás, anteriormente has de convertirte en maestro tuyo y corregirte a tí mismo. Porque sino tu estarás ciego y tus discípulos ciegos permanecerán.
41. ¿Por qué miras la astilla que está en el ojo de tu
hermano, mientras que la viga que está en tu ojo no lo sientes y no lo entiendes?
42. ¿O cómo te atreves a decir a tu hermano: Hermano, déjame
sacarte la astilla que está en tu ojo, cuando tú mismo no ves la viga que está en tu ojo? ¿Cómo puedes decirle: Hermano, déjame que te corrija tu pequeño error, cuando tú no ves tu muy gran defecto? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo; corrige tu grave defecto. Y entonces verás bien
para sacar la astilla que está en el ojo de tu hermano. Entonces estarás en lugar de corregir también el pequeño error de tu hermano.
43. Porque no existe arbol bueno que de fruto malo y dañino, ni tampoco existe arbol malo que de buen fruto. Del mismo modo el hombre, para ofrecer a su prójimo fruto y beneficio, ha de ser bueno. El hombre que no se corrige previamente a sí mismo, ¿cómo es posible que corrija a los demás y les de lo bueno que no pudo anteriormente darse a sí mismo?
44. Cada arbol se reconoce y se distingue si es bueno o malo por el fruto que da. Porque de los espinos no se recogen higos, ni de la zarza salen nunca uvas. Así el incorregible, en cuyo alma existen los espinos de las maldades y de los defectos, no puede corregir al otro. Pero también quien siente la necesidad de encontrar guía y maestro de su vida, fácilmente puede discernir por la vida y el comportamiento de los demás, cual de ellos es bueno, pudiendo así prestar atención a su palabra.
45. El hombre bueno considera su alma como un precioso tesoro de bienes, pensamientos y sentimientos, y de este buen tesoro de su corazón saca palabras y acciones buenas. Mientras que el hombre malo del tesoro malo de su corazón saca el mal. Porque la boca de cada hombre habla de lo sobrante y rebosante de su corazón. Aconsejarás entonces también tú al otro en relación con lo que tienes en tu corazón. Y si no te has corregido a tí mismo, ¿cómo es posible que seas un guía beneficioso para tu compañero?
Vers.46-49. Continuación de la homilía en la Montaña.
46. ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no aplicáis lo
que os digo y os enseño? Os volveréis como los hipócritas, los cuales con su boca me llaman Señor, pero con sus obras me niegan y se mofan de mí.
47. Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las aplica en su vida, os indicaré con una imagen a quién es semejante.
48 Es semejante al hombre que edifica una casa, el cual cavó y ahondó y puso el cimiento sobre la piedra. Y cuando vino un aguacero y una inundación,
el río cayó con vehemencia contra aquella casa y no la pudo mover, porque estaba cimentada sobre piedra sólida e inamovible.
49. Mas el que oyó mi enseñanza pero no la aplicó, es semejante al hombre que
edificó su casa sobre tierra, sin cimientos. Y el río cayó con vehemencia contra aquella casa y enseguida fue derrumbada entera y se desmoronó. Además el destrozo y la aniquilación de aquella casa fue grande e incorregible. Es decir, la primera tentación y la primera ola de la prueba llega a tirar abajo la construcción espiritual del hombre que desdeluego escuchó el logos de Dios, pero no se cuidó de cimentarlo sólida y profundamente en un corazón basado completamente en el Señor.
CAPITULO 7
Vers. 1-10. La curación del siervo del centurión.
Cuando Jesús terminó toda aquella enseñanza suya y llenó con ella los oídos de la gente, fue de la llanura en que estaba, a Capernaúm.
2. Mientras tanto el siervo de un centurión estaba muy enfermo y a punto de morir. Y este siervo era muy querido por el centurión por la fidelidad y la obediencia que le mostraba.
3. Cuando este centurión oyó sobre Jesús que vino a Capernaúm, le envió a unos ancianos de los judíos y le rogó que viniese y sanase a su siervo del peligro final.
4. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron cálidamente y con insistencia,
diciéndole que merecía la pena que le hiciese este favor que le pedía,
5. porque, decían, este centurión ama a nuestra nación, y nuestra sinagoga la edificó él mismo con su dinero.
6. Y así fue entonces que Jesús comenzó a caminar con ellos hacia la casa del centurión. Pero un poco antes de llegar a la casa, cuando ya estaban muy cerca, envió el centurión unos amigos suyos y le dijo: Señor, no te
molestes y no te canses más viniendo a mi casa. Porque no soy digno de que entres bajo mi techo.
7. Además no me he considerado digno de venir personalmente a ti. Pero te pido que me digas unas sencillas palabras para que suceda esto que te pido, y mi siervo seguro que será sanado.
8. Porque también yo soy hombre que me encuentro bajo las órdenes de mis superiores y dependo de su autoridad, aunque tengo también bajo mi mando soldados, y le digo a uno de ellos, -vete-, y va. Y al otro le digo, -ven-, y viene. Y a mi servidor le digo, haz esto, y lo hace. Entonces si mi palabra es llevada a cabo directamente, si ordenas tú, que no estás bajo las órdenes de ningún hombre, sino que tienes autoridad incluso sobre los poderes invisibles, ¿no será realizado lo que quieres?
9. Entonces al oír esto Jesús, admiró al centurión, y volviéndose hacia la multitud de la gente que le seguía, dijo: Os digo que ni aun en Israel, el pueblo elegido de Dios, he hallado una fe tan grande.
10. Y cuando los que habían sido enviados regresaron a su casa, hallaron al siervo que había estado enfermo completamente sano.
Vers. 11-17. La resurrección del hijo de la viuda en Naín
11. Después de esto, Jesús fue un día a una ciudad que se llamaba Naín. Con él iban muchos de sus
discípulos, y una gran multitud.
12. Cuando
llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí, sacaron fuera a un muerto, el hijo único de una madre, la cual era viuda y no tenía a nadie más que la protegiese en el mundo. Y había con ella mucha
gente de la ciudad que acompañaba y seguía con gran compasión el funeral.
13. Cuando Jesús la vio, se compadeció de ella, y sabiendo con certeza que dentro de poco resucitaría su hijo, le dijo: No llores.
14. Y
acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo:
Joven, a ti te digo, levántate.
15. Entonces el muerto se incorporó y se sentó estando ya vivo en el féretro y comenzó a hablar. Y Jesús se lo dio a su madre.
16. Y todos entonces fueron llenos de temor, porque sentían la presencia del poder divino dentro de su pecamenosidad e indignidad. Y glorificaban a Dios y decían que un gran profeta se había manifestado entre ellos y que Dios había visitado a su pueblo para protegerle.
17. Y se
extendió la fama de Jesús y de la resurrección del hijo de la viuda por toda Judea y por todas las regiónes vecinas que estaban alrededor de Judea.
Vers. 18-30. Pregunta de los discípulos del Precursor y su elogio a él.
18. Mientras tanto los discípulos de Juan el Bautista informaron a su maestro sobre todo esto, tanto de la curación del siervo del centrón como de la resurrección del hijo de la viuda.
19. Y entonces llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el Mesías que había de venir al mundo en este momento, o esperaremos a otro? E hizo esta pregunta Juan para afianzarse sus discípulos en su inamovible fe por Cristo con la respuestan que recibirían de él.
20. Estos dos discípulos fueron a Jesús y le dijeron: Juan el Bautista nos envió a tí y pregunta: ¿Eres tú el Mesías que prontamente ha de venir, o hemos de esperar a otro, alguien distinto a ti?
21. Mientras tanto, en aquellos mismos momentos sanó a muchos de dolencias y de insidiosas enfermedades, y de espíritus diabólicos malvados. Y a muchos ciegos les dio su luz.
22. Entonces les respondió Jesús: Id a decir a Juan lo que habéis visto y oído. Es decir que los ciegos vuelven a ver, los cojos andan, los leprosos
son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los
pobres que son menospreciados por los fuertes y los oficiales, escuchan el jubiloso mensaje del reino celestial, el cual les traerá la prosperidad, la felicidad y la gloria.
23. Y bienaventurado es aquel que no se escandalice viendo la humilde forma exterior de mi naturaleza humana, cayendo espiritualmente y endureciéndose debido a la pobreza y a la humildad, a la cual voluntariamente me he sometido para elevar al hombre.
24. Cuando se fueron los enviados de Juan, comenzó Jesús a
decir a la multitud de la gente sobre Juan: ¿Qué salisteis a ver al desierto, cuando predicó allí Juan? ¿Quizás salísteis a ver un hombre inestable, que es sacudido por cada soplo de viento? Desde luego que no. Porque entonces no hubiese merecidoo la pena que hayáis ido al desierto por él.
25. Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre débil cubierto de suaves vestiduras delicadas ? Los que llevan brillantes y preciosas y viven en la languidez de los deleites, viven en los palacios de los reyes.
26 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿directamente a un profeta? Sí; además os
digo que él más que profeta. Porque él ha sido hecho digno de ver al Mesías que anunciaron los profetas, y también fue profetizada de hecho su acción y apostolado.
27. Realmente. Este es de quien escribió el profeta Malaquías: he aquí, envío a mi mensajero justamente delante de tí. El preparará tu camino delante de ti y dispondrá las almas de los hombres para recibirte.
28. Juan es más que profeta, y os añado lo siguiente: no existe ningún profeta mayor en mérito que Juan el Bautista entre los hombres que han nacido hasta ahora de mujer. Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron,
justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. Habéis de saber sin embargo también esto que el más humilde e insignificante en el reino de Dios, el último miembro de mi Iglesia, es mayor que Juan en cuanto a los carismas divinos y el conocimiento de la salvación que se recibe dentro de mi Iglesia. Porque él no ha disfrutado de los dones y de los carismas del Nuevo Testamento.
29. Y todo el pueblo, cuando escuchó a Juan, incluso los publicanos que son considerados los más pecadores, demostraron con su arrepentimiento que correcta y justamente actuó el omnisciente todo bondadoso Dios, enviando un profeta así. Y lo demostraron esto bautizándose con el bautizo de Juan y ser conducidos mediante este bautismo a una conducta y vida superior.
30. Pero los fariseos, que son considerados virtuosos, y los magistrados, que son educados instruidos en la ley, mostraron para ellos mismos como no beneficioso e infructuoso el plan de Dios que tenía como objetivo la salvación del hombre. Para ellos el envío del profeta resultó ser infundado e infructuoso, porque no aceptaron su predicación y no fueron bautizados por él.
Vers. 31-35. La falta de fe de la generación contemporánea de Cristo.
31. Después de este comportamiento de los fariseos y de los magistrados, con quién compararé los hombres
de esta generación? ¿Y a quién se parecen?
32. Son semejantes a los muchachos indisciplinados y perezosos que están sentados en la plaza, y vocean fuertemente entre ellos, diciendo: Os tocamos divertidas canciones con la flauta, y vosotros no bailasteis; os
endechamos y os cantamos tristes canciones, y vosotros no llorasteis. Entonces ni con el uno os complacéis, ni con el otro os sentís realizados.
33. Así también vosotros los hombres actuales; sois rudos y no se os puede encontrar en ninguna parte. Porque vino Juan el Bautista, quien ni comía pan ni
bebía vino, y decís: este hombre es insociable y melancólico y tiene demonio dentro de él.
34. Vino el Hijo del Hombre, que come siendo prudente pero persona social, y decís:
Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de
pecadores.
35. Mas a pesar de ello la sabiduría divina fue admirada por todos sus hijos, porque se ocupó con justicia y sabiduría de la salvación de los hombres. E hijos de la sabiduría divina son todos los hombres que son realmente consecuentes y que tienen espíritu de sabiduría. Ellos fueron informados por las cosas de que la sabiduría divina actuó milagrosamente con estos dos métodos y con los dos correspondientes modos de vida de Juan y de Cristo.
Vers. 36-50. El perfume de mirra de a pecadora.
36. Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó inclinado a la mesa, como entonces acostumbraban a hacer a los hombres.*
* Las mesas eran bajas, por debajo de la altura de la rodilla.
37. Y he aquí, que en esta ciudad vivía una mujer que era pecadora. Al saber ella que Jesús estaba sentado y comía en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro lleno de perfume de mirra,
38. y habiéndose colocado a sus pies junto a él, detrás de la mesa como estaba sentado el Señor, pensando ella en sus pecados, rompió a llorar. Y comenzó a mojar con sus pies con sus abundantes lágrimas, y las enjugaba con sus cabellos. Y al mismo tiempo besaba sus pies con gran respeto y amor y los ungía con el perfume.
39. Pero cuando vio esto el fariseo que le había invitado a la comida, pensó, diciendo para sí: Este, si fuera profeta, conocería mediante el espíritu de clarividencia que tienen los profetas, cuál es su procedencia y qué tipo de vida depravada tiene esta mujer que le toca.
40. Entonces Jesús, respondiendo a estos pensamientos ocultos del fariseo, le dijo: Simón, tengo algo que decirte. Y él le dijo: Maestro, dime.
41. Había dos hombres que debían dinero a un acreedor. Uno debía quinientos denarios (medio salario), el otro cincuenta.
42. Y como no tenían ellos con qué pagar el préstamo, el acreedor perdonó a ambos la deuda. Dime entonces ahora, ¿quién de los dos le debe un mayor reconocimiento y agradecimiento, y quién le amará más?
43. Entonces Simón le respondió: Pienso que le amará mas aquel a quien el acreedor le perdonó más. Le dijo: Correctamente has juzgado.
44. Entonces se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? He entrado en tu casa, y no me diste agua para limpiar mis pies; mas ella, no con agua natural, sino con sus mismas lágrimas, me ha mojado los pies y me los ha enjugado con sus cabellos.
45. Tu no me has dado un beso ni en a cara; mas ella, desde el momento en que entró, no ha cesado, con mucha humildad, de besarme los pies.
46. Tu no me has ungido la cabeza con simple aceite, que es tan barato. Mas ella con carísimo perfume de mirra me ha ungido no mi cabeza, sino mis pies.
47. Por esto entonces te seguro y apréndelo, sus muchos pecados le son perdonados, porque ha amado mucho. Pidió el perdón de la deuda de sus pecados llena de gratitud, reconocimiento y agradecimiento, y de dedicación hacia mí, quien le perdonaría. Mas aquel que piensa que no debe mucho, y por eso considera que le es perdonada poca deuda, poco ama, como sucede contigo. Es decir que esta mujer me ha amado como su salvador mucho más que tú, que no sientes tanto la necesidad de que te salve.
48. Entonces Jesús le dijo: Tus pecados te son perdonados.
49. Y los que estaban sentados con él a la mesa, comenzaron a decir por dentro de ellos: ¿Quién es éste, que incluso también los pecados perdona?.
50. Pero él dijo a la mujer: Los que se sientan conmigo en la mesa no tienen tu fe. Tu has venido a mí con el convencimiento de que recibirás el perdón por tus pecados. Esta fe tuya te ha salvado. Vete con tu conciencia tranquila y con tu corazón lleno de paz. Y cuida de no perder nunca esta paz.
CAPITULO 8.
Vers. 1-3. Las mujeres que servían al Señor.
1. Algo más tarde Jesús iba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, y allí predicaba y enseñaba el alegre mensaje, de que con la fundación de la Iglesia se extiende también sobre la tierra el reino celestial de Dios. E iban junto con él en este recorrido los doce apóstoles,
2. así como algunas mujeres, las cuales habían sido sanadas por Jesús de enfermedades, de dolores de dolores atormentadores, de espíritus demoniacos malvados y de otros padecimientos. Éstas eran María, que era llamaba Magdalena (probablemente porque procediese de Magdala), de la cual el Señor había expulsado siete demonios.
3.Y Juana, la mujer de Chuza, el cual era mayordomo y administrador de Herodes, y Susana, y otras muchas que ofrecían de sus existencias para el mantenimiento del Señor y de sus apóstoles.
Vers. 4-15. La parábola del sembrador.
4. Y mientras se juntaba mucha gente y venian desde cada ciudad junto a él para escucharle, el señor les dijo por parábola:
5. Salió el sembrador a su terreno, para sembrar su semilla. Y mientras
sembraba, algunas semillas cayeron junto al camino del terreno y fueron pisoteadas por los transeúntes, y se las comieron las aves del cielo.
6. Otras semillas cayeron sobre suelo pedregoso, y habiendo nacido, se secaron, debido a que no tenían humedad.
7. Y otras semillas cayeron sobre suelo lleno de semillas de espinos, y cuando los espinos nacieron junto con ellas, las ahogaron completamente.
8. Y otras semillas cayeron en la tierra blanda y fértil, y cuando nacieron, hicieron fruto cien veces más en número que la semilla. Y mientras decía esto, para dar mayor tono a sus palabras y para llamar la atención de los que le escuchaban, decía a gran voz: El que tenga oídos espirituales e interés espiritual para escuchar y para recibir lo que digo, que escuche.
9. Sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Cuál es el significado y el sentido de esta parábola?
10. Y él respondió: A vosotros que tenéis interés y buena disposición, os dio Dios su gracia para conocer las verdades misteriosas del reino de Dios; pero a los otros hablo por parábolas. Ellos no tienen interés por conocer y recibir las verdades espirituales, y su entendimiento es ignorante e incapaz de recibir enseñanza espiritual. Por eso enseño de esta manera, para que no puedan ver más profundamente y más claramente, sino que verán con sus ojos corporales, para que no puedan entender, aunque oigan la enseñanza que les explica los misterios. Y lo hago esto no sólo por razones de justicia, sino por bondad, para que no empeoren su situación menospreciando la verdad, volviéndose más rudos.
11. El significado del la parábola, es éste: la semilla simboliza la palabra de Dios.
12. El suelo que está junto al camino simboliza a los que simplemente oyen la palabra (el logos). Después viene el diablo y quita la palabra (logos) de sus corazones, para que no crean y no sean salvados.
13. Y el suelo pedregoso que recibió la semilla simboliza a aquellos que cuando escuchan la palabra (el logos) de Dios la reciben con alegría y entusiasmo. Pero dentro de ellos no tiene la palabra raíz profunda, para que sea estabilizada. Precisamente por esto ellos creen por un breve tiempo, pero cuando viene el momento de la tentación o de la persecución se alejan de la fe.
14. Las semillas que cayeron en los espinos simbolizan a aquellos que escucharon la palabra (el logos) de Dios y comienzan con una buena disposición a marchar por el camino de la fe. Pero se ahogan ante los angustiosos cuidados por adquirir riqueza, así como ante los placeres de la vida carnal, la cual es facilitada por las riquezas que adquirieron, y de este modo no avanzan ni llegan hasta el final, en vista a dar el fruto.
15. Las semillas que cayeron en la tierra fértil simbolizan a los hombres que con corazón bien intencionado, recto y bondadoso escucharon y comprendieron la palabra (el logos) y la mantienen fuertemente dentro de ellos, y proliferan en las virtudes mostrando paciencia y perseverancia en las tribulaciones y en las tentaciones y en todos los impedimentos que encuentran en el ejercicio de la vida espiritual.
Vers. 16-18. La luz y el candelero.
16. Con mi enseñanza he encendido luz en vuestros corazones y os habéis convertido en candeleros espirituales. Pero nadie que enciende una luz, lo tapa con una cubierta, ni la
pone debajo de la cama. Sino que lo pone sobre un candelero, para que vean la luz todos los que
entran en la habitación.
17. Así también vosotros como candiles espirituales bien colocados habéis de iluminar a los hombres. Y esto que escucháis ahora no lo ocultéis, sino transmitídselo también a los otros; porque nada hay nada oculto que no vaya a ser revelado, ni nada secreto que no haya de ser conocido, y de ser mostrado. Así también mi enseñanza, incluso si vosotros la mantuviéseis en secreto, será revelada por otros, iluminando al mundo.
18. Entonces dado que mi enseñanza será mostrada, atended vosotros que la transmitiréis cómo la escucháis. Escuchadla con corazón limpio, comprendedla y abrazadla, para convertiros en perfectos maestros de la verdad. Porque quien escucha con buena disposición y la conoce bien, le será dado un mayor conocimiento y una más rica iluminación de la verdad. Sin embargo a aquel que no conoce bien la verdad le será también quitado el nivel aquel de conocimiento que cree que tiene.
Vers. 19-21. Madre y hermanos del Señor.
19. Entonces vinieron cerca de él su madre
y sus considerados como hermanos. Pero no podían llegar hasta él y hablarle por causa de la
multitud.
20. Le avisaron algunos, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.
21. Él
entonces les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la
palabra de Dios, y la aplican en sus vidas, sin infringirla, y la adoptan.
Vers. 22-25. Cese de la tempestad.
22. Un día de los que Jesús recorría las ciudades y las aldeas, entró en una barca con sus
discípulos. Y les dijo: Pasemos al otro lado del lago Genesaret. Y navegaron por mar abierto.
23. Y mientras navegaban, Jesús se quedó dormido. Y de repente desde las montañas de alrededor se
desencadenó una tempestad de viento sobre el lago. Y las grandes olas que chocaban contra el barco lo llenaban cada vez más de agua. Y ellos peligraban en ahogarse.
24. Los discípulos entonces se acercaron a Jesús y le despertaron, diciéndole: Maestro, Maestro, que perecemos! Y él entonces se levantó y ordenó severamente al viento y a las olas del lago, y se detuvieron, y enseguida se hizo la calma.
25. Dijo entonces a sus discípulos: ¿Dónde está vuestra fe? ¿dónde está el convencimiento que deberíais tener de que no corréis ningún peligro, teniéndome con vosotros. Y aunque inicialmente temieron mucho por la presencia sobrenatural y la impresionante energía del poder divino, después llenos de sorpresa se decían entre ellos: Es mucho mayor de lo que le considerábamos hasta Ahora. Porque aun a los
vientos y a las olas del lago ordena, y le obedecen.
Vers. 26-39. La curación del endemoniado de los Gadarenos.
26. Después llegó con el barco a la tierra de los gadarenos, que está
enfrente de Galilea.
27. Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre que proedía de la ciudad, el cual tenía dentro de él demonios desde hacía muchos años. Éste no llevaba ropa sobre él ni moraba
en una casa, sino que vivía en los sepulcros.
28. Pero cuando vio a Jesús, del temor lanzó un gran grito, y
postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué relación existe enre tú y yo y qué quieres de mí, Jesús, Hijo del
Dios Altísimo? Te lo ruego, no me atormentes y no me impongas el castigo de ser cerrado desde ahora dentro de la oscuridad del Hades.
29. Y dijo estas palabras el endemoniado, porque Jesús ordenó al espíritu demoniaco inmundo que saliese del
hombre. Pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él, y le creaba fuertes trastornos y aleraciones. Por eso le ataron con
cadenas y sujeciones de hierro en los pies, y le vigilaban para que no hiciese nada malo a nadie. Pero rompía sus atadas y era llevado violentamente por el demonio a
los desiertos.
30. Le preguntó Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Legión, es decir, brigada de soldados. Y tenía este nombre, porque habían entrado en este hombre no sólo uno sino muchos demonios.
31. Y estos demonios mediante la boca del endemoniado le rogaban que no los ordenase ir a lo muy profundo del Hades.
32. Mientras tanto había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el
monte. Y los demonios le rogaron que los dejase entrar en aquellos cerdos. Y el Señor se lo permitió, porque los que cuidaban los cerdos lo hacían infringiendo la ley mosaica, la cual prohibía la carne de cerdo como impura. Con este modo el Señor castigó esta ilegalidad suya.
33. Y salidos los demonios del hombre, entraron en los
cerdos. Entonces el hato arremetió con una manía incomparable hacia el precipicio, cayendo abajo al lago y ahogándose.
34. Y en cuanto vieron lo que sucedió los que cuidaban los cerdos, se fueron y anunciaron el acontecimiento del exterminio de los cerdos a los habitantes de las ciuades y a todos los que vivían fuera en el campo.
35. Entonces los hombres salieron de la ciudad y de las aldeas de alrededor para ver lo que había sucedido; y vinieron a
Jesús. Y efectivamente, hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado junto a los
pies de Jesús, y estando vestido, y en su sano juicio. Y tuvieron miedo.
36. Y los que habían visto el acotecimiento, les contaron cómo se había puesto bien y fue salvado el endemoniado.
37. Entonces toda la multitud de la región de alrededor de
los gadarenos le rogó a Jesús que se marchase de ellos, pues se llenaron de miedo cuando vieron el justo castigo que impuso a aquellos que cuidaban cerdos a pesar de la prohibición de la ley. Y
Jesús entró en la barca y regresó al lugar de donde había venido.
38. Y el hombre de quien habían salido los demonios le
rogaba que le dejase estar con él. Pero Jesús le ordenó que se fuese, diciendo:
39. Vuélvete a tu casa, y cuenta todo lo que te ha hecho Dios, el cual te ha liberado de los demonios. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes
cosas había hecho Jesús con él.
Vers.40-56. La curación de la mujer enferma de hemorragia y la resurrección de la hija de Jairo.
40. Cuando volvió Jesús a Galilea, le recibió la multitud con gozo; porque
todos le esperaban impacientemente.
41. Entonces vino a Jesús un hombre llamado Jairo, que era
principal de la sinagoga. Y arrodillándose a los pies de Jesús, le rogaba que fuese a su casa,
42. porque tenía una hija única, como de doce años, que se encontraba en las últimas y murió. Y cuando Jesús iba a la casa de Jairo, la mulitud de la gente le rodeaba sofocantemente y le apretaban
43. Entonces una mujer que padecía de hemorragia desde
hacía doce años, junto con los otros tormentos de su enfermedad, había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por
ninguno había podido ser curada,
44. acercándose a Jesús por detrás, para no ser vista por nadie, porque sentía vergüenza de que se conociese su enfermedad, tocó el extremo de su vestimenta exterior y al instante se detuvo su hemorragia.
45. Entonces Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado?
Y como todos los de alrededor lo negaron, dijo Pedro y los otros discípulos que con él estaban: Maestro, la multitud de gente te rodea y te
aprieta, y tú dices: ¿Quién me ha tocado?
46. Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado. Porque yo he entendido que ha salido poder milagroso de mí.
47. Entonces, cuando la mujer vio que no había podido ocultarse y que no se le pasó a Jesús esto ue hizo, vino temblando de su temor, y cayendo arrodillada a sus pies, le declaró delante de todo el
pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
48. Y él le dijo: ten valor, hija mía, la convicción que tenías de que encontrarías tu salud si me tocabas, esta fe tuya te ha curado. Vete ahora, pacífica y libre de cada intranquilidad que probaste anteriormente debido a tu enfermedad.
49. Y cuando todavía estaba hablando Jesús, vino uno de casa del
principal de la sinagoga y le dijo: tu hija ha muerto; no canses más y no molestes más al maestro.
50. Pero Jesús, en cuanto escuchó esta noticia, le dijo: No temas; sólo sigue creyendo, y será salvada tu hija de la muerte.
51. Más tarde, cuando llegó a la casa de Jairo, no dejó entrar a nadie más a la habitación de la muerta sino sólo a Pedro, a Juan, a Jacobo y al padre y a la madre de la niña.
52. Y lloraban todos y golpeaban sus pechos y sus cabezas por la muerta. Pero Jesús les dijo: No lloréis; no ha muerto, sino que duerme.
53. Y ellos no le tomaban en serio. Porque estaban seguros de que la chica había muerto.
54. Mas él, tras sacar a todos fuera, tomándola de la mano, dijo fuertemente:
Muchacha, levántate.
55. Entonces su alma volvió a su cuerpo, e inmediatamente se
levantó. y Jesús ordenó que le diesen de comer, para que cogiese fuerzas tras el agotamiento que le había provocado su larga enfermedad crónica.
56. Sus padres se quedaron maravillados y fueron llenos de una profunda y grande admiración. Pero Jesús les dio la orden de
que a nadie dijesen lo que había sucedido, para que no aumentase el odio y la envidia de sus enemigos.
CAPÍTULO 9.
Vers. 1-6. La autoridad y el apostolado de los doce.
Habiendo llamado Jesús a sus doce discípulos todos juntos, les dio poder para realizar milagros y
autoridad sobre todos los demonios, así como el carisma para sanar enfermedades.
2. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a
los enfermos, asegurando con las milagrosas curaciones la verdad y la dignidad de su predicación.
3. Les dijo además: No toméis nada con vosotros para el camino por el que vayáis; ni
bordón, ni bolsa de viaje, ni pan, ni dinero. Ni tengáis ni llevéis juntas dos prendas interiores, como acostumbran a hacer los viajeros.
4. Y en cualquier casa donde entréis para que os hospeden, quedaos allí durante toda la duración de vuestra estancia en la ciudad aquella. Y de esta casa salid cuando hayáis de iros terminantemente de esta ciudad o de esta aldea.
5. Y dondequiera que no os recibieren, cuando os vayáis de aquella
ciudad, sacudid bien de vuestros pies incluso el polvo que se os haya podido quedar pegado de su tierra; para declarar así que no os llevásteis con vosotros nada de aquella ciudad, y que no tenéis ninguna relación con ella; y para que sea esto una muestra de testificación y un control contra ellos en el día del Juicio.
6. Y los apóstoles comenzaron su recorrido. Pasaron, una a una, por las aldeas que encontraban, anunciando
el evangelio. Aseguraban además y afirmaban su predicación con sus curaciones milagrosas por todas las partes por donde pasaban.
Vers. 7-9. La confusión de Herodes.
7. Como oyó Herodes el tetrarca sobre todos los milagros que hacía
Jesús, se encontraba ante una gran confusión, porque decían algunos que Juan había resucitado de los
muertos y que él hacía los milagros.
8. Otros identificaban a Jesús con alguno de los otros profetas y decían que se había aparecido de nuevo Elías, quien no había muerto sino que había sido ascendido. Y otros decían que había resucitado alguno de
los antiguos profetas.
9. Herodes sin embargo decía: A Juan yo le hice decapitar, y me liberé definitivamente de él. ¿Quién,
pues, es éste de quien oigo que realiza tales cosas extrañas? Y procuraba ver a Jesús.
Vers. 10-17. Multiplicación de los cinco panes y de los dos peces.
10. Cuando los apóstoles regresaron de sus recorridos, le contaron a Jesús todo lo que
habían hecho. Y tomándolos con él, se retiró aparte a un lugar desierto, que se encontraba cerca de una ciudad
llamada Betsaida.
11. Pero en cuanto lo supo la multitud de la gente, le siguieron. Y él les
recibió con amabilidad y comenzó a hablarles del reino de Dios y sanaba a los que necesitaban ser
curados.
12. Pero mientras tanto el día comenzaba a declinar hacia la noche. Y entonces se le acercaron los
doce apóstoles y le dijeron: Da la orden a la multitud de la gente para que se marchen, y que vayan a las aldeas y campos de
alrededor, para encontrar allí para pasar la noche, y alimentos para comer.
13. Entonces les respondió Jesús: dadles vosotros de comer. Pero ellos dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos
nosotros y podamos comprar alimentos para toda esta multitud.
14. Y dijeron los discípulos "para toda esta multitud", porque había allí alredor de cinco mil hombres. Entonces dijo Jesús a sus
discípulos: Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta hombres cada uno.
15. Y así hicieron los apóstoles, haciéndolos sentar a todos.
16. Y tomando Jesús los cinco panes y los dos pescados,
levantó sus ojos al cielo para agradecer y para invocar al Padre celestial, y los bendijo. Y después de la bendición partió los panes en pedazos, y daba continuamente a sus discípulos
para que los ofreciesen a la multitud de la gente.
17. Y comieron todos ellos y se saciaron. Y recogieron después todos los pedazos que
les hubo sobrado, doce cestas llenas.
Vers. 18-22. La confesión de Pedro y el anuncimiento de la Pasión.*
* De la Pasión: lit. de los Padecimientos, del gr. ("του Πάθος", [tu Pázos], con mayúsculas los referidos al Señor)
18. Y mientras una vez oraba en un lugar solitario, lejos de la multitud, en un momento dado que vinieron con él sus discípulos, les preguntó: ¿Quién dice la multitud de la gente que soy?
19. Y ellos respondieron: Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías; y otros dicen que eres alguno de los profetas antiguos que ha resucitado.
20. Él entonces les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy?
Entonces respondiendo Pedro, dijo: Eres el Mesías, que Dios te ha crismado como hombre con su Espíritu a un nivel perfecto, incomparablemente mayor que cualquier otro, y te envió al mundo como Salvador y Redentor.
21. Entonces él les habló severamente y les dió la orden de no decir esto a nadie; porque mientras que el pueblo esperase al Mesías como un dirigente mundial, existía el peligro de que debido a la exaltación del pueblo se desatase un alboroto o una revolución, lo cual obstaculizaría su obra.
22. Y les añadió además que según la voluntad y el plan de Dios, el Hijo del Hombre, el Mesías, no sólo no será proclamado rey mundial, como lo esperan la mayoría de los judíos, sino que ha de padecer mucho y ser reprobado por los presbíteros, los sumos sacerdotes y los escribas, y será entregado a la muerte; pero al tercer día resucitará.
Vers. 23-27. El Señor pide autonegación. El valor del alma.
23. Y decía
a todos: Si alguno quiere seguirme como discípulo mío, que corte cada amistad y
relación con su deteriorado sí mismo y que tome la firme decisión de sufrir
por mí incluso la muerte en la cruz; y
esta decisión que la renueve cada día, matando las pasiones carnales, y que
siga imitando mi ejemplo.
24. Y que no
dude ninguno en avanzar en estas decisiones y sacrificios. Porque todo el que
quiera salvar su vida momentánea, perderá la espiritual y bienaventurada vida
futura. Pero aquel que pierda su vida porque cree y me obedece a mí, éste
salvará su alma en la otra vida, donde ganará la vida eterna.
25. Y aquella
salvación lo es todo. Porque ¿en qué es beneficiado el hombre, si gana todo
este mundo material, pero pierde del todo ο corrompe aun solo en
parte su alma? Este alma suya es
espiritual e imperecedera, y por eso no es comparable con ninguno de los bienes
materiales del mundo perecedero.
26. Perderá
entonces su alma aquel que no sea sometido por mí a estos sacrificios.
Porque cualquiera que, influenciado por los menosprecios y las burlas de los
hombres del mundo, se avergüenza de mí y de mi enseñanza, también de él se
avergonzará el Hijo del Hombre y será repudiado por él, cuando venga en su gloria
como Teántropo Juez, y con la gloria del Padre y de los santos ángeles que con temor,
honra y adoración le acompañarán y le servirán.
27. Pero en
verdad os digo, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la
muerte, antes de que vean derogarse el Antiguo orden divino y Testamento con la
destrucción de Jerusalén y su templo; para ser cimentado en el mundo con poder sobrenatural
e imbatible el Nuevo orden divino, el cual representará mi Iglesia, que es el
reino de Dios sobre la tierra.
Vers. 28-36. La Transfiguración del Señor.
28. Unos ocho días después de estas palabras Jesús, tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.
29. Y entre tanto que oraba, la figura exterior de su rostro
se hizo distinta, y brillaba como el sol, y su vestido se volvió blanco y resplandeciente como un relámpago.
30. Y de repente, dos hombres comenzaron a hablar con él, y éstos eran Moisés como el principal representante de la ley, y Elías como representante de los profetas.
31. Éstos se aparecieron rodeados de gloria y hablaban
de su salida y de su partida de este mundo, la cual sería completada con su muerte por crucifixión y su ascensión y sería cumplida en Jerusalén de acuerdo con los preceptos de la ley y las predicciones de los profetas.
32. Mientras tanto Pedro y los que estaban con él se habían quedado profundamente dormidos. Al poco rato sin embargo se espabilaron y vieron su gloria y los dos hombres que estaban con él.
33. Y en el momento en que estos dos hombres iban a apartarse de Jesús, le dijo Pedro: Maestro, está bien que nos quedemos aquí. Hagamos entonces tres tiendas: una para ti, una para Moisés y una para Elías. Y esto lo dijo Pedro pensando que el Señor y los dos profetas tenían necesidad de tiendas y que su gloriosa Transfiguración duraría para siempre y que sería así prevenido su padecimiento en la cruz, su muerte y su salida. Consecuentemente, Pedro no sabía qué decía.
34. Y mientras decía esto, vino una nube y les cubrió. Pedro y los otros discípulos temieron, cuando el Maestro y los dos profetas se encontraron dentro de la nube. Y temieron, porque esta nube no era una nube natural, sino que era una señal de la presencia de Dios.
35. Entonces dentro de la nube se escuchó una voz que decía: Este es mi hijo amado, a quien he enviado para salvar al mundo. A él escuchad.
36. Tras escucharse esta voz, quedó solo Jesús, sin estar ya allí los dos profetas. Y estos tres discípulos, tras orden del Señor, no dijeron nada a nadie de lo que vieron en aquellos días, manteniendo en secreto el acontecimiento. Porque existía el temor de que estallase un violento levantamiento por parte de los enemigos del Señor, o un inoportuno entusiasmo y agitación por pate de sus admiradores.
Vers. 37-43. La curación del joven epiléptico.
La curación del joven endemoniado.* (Mt. 17.14-21; Lc. 9.37-43; Mr. 9, 14-19)
* El término original en griego es “σεληνιαζόμενος”, [seliniasómenos], del verbo “σεληνιάζω”, [seliniasso], (traucido normalmente como "padezco un ataque de epilepsia"), y éste de “σελήνη”, [selini], luna. Es decir, literalmente, lunático. Sin embargo la primera acepción del verbo reflexivo “σεληνιάζομαι”, [seliniásome] es “padezco una crisis de epilepsia”. Por lo tanto este apartado del Nuevo Testamento lo podemos encontrar traducido, dependiendo de la versión y de la traducción, como el joven epiléptico, lunático o endemoniado.
37. Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, le recibió mucha gente.
38. En un momento dado un hombre de entre la gente voceó, diciendo: Maestro, echa una mirada de compasión a mi hijo, porque es el único que tengo.
39. Y cuando es dominado por el espíritu malvado, de repente vocea fuertemente. El espíritu demoniaco le hace retorcerse y sacar espumas de su boca. Con mucho esfuerzo y con gran dificultad se marcha este demonio de él, pues le sacude y le vuelve insensible.
40. Rogué por supuesto a tus discípulos que le echaran, pero no pudieron.
41. Entonces respondió Jesús: ¡Oh generación que tantos milagros has visto y todavía eres infiel, y debido a tu maldad también estás pervertida! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y os soportaré? Tráeme aquí a tu hijo.
42. Y mientras el joven este estaba todavía de camino viniendo hacia Jesús, el demonio le tiró abajo con violencia y le hizo retorcerse entero. Pero Jesús reprendió al espíritu impuro demoniaco y curó al niño. Y se lo devolvió sano a su padre.
43. Todos entonces se quedaron sorprendidos ante la grandeza del poder de Dios, que se mostraban mediante los milagros que hacía Jesús.
Vers. 43-45. Segundo anunciamiento de la Pasión.
Y mientras todos quedaron admirados por todo lo que hizo Jesús, dijo a sus discípulos:
44. Vosotros no os dejéis llevar por esta admiración de la gente. Abrid bien vuestros oídos y grabad en vuestra memoria estas palabras que os voy a decir, para que no las olvidéis nunca: el Hijo del Hombre será entregado según la voluntad de Dios en manos de hombres que lo maltratarán y lo matarán.
45. Pero ellos no entendieron el significado de estas palabras suyas; su sentido permanecía oculto para ellos, para que no lo comprendiesen. Porque no era aún el tiempo de que iluminase Dios su entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras. Si lo comprendían antes de tiempo, lo siguiente sería obsesionarse con una continua melancolía y desánimo. Y por respeto temían preguntarle y no se atrevían a pedirle que les explicase estas palabras.
Vers. 46-48. Quién es mayor frente a Dios.
46. Pero como el Señor informó a sus discípulos que se acercaba el momento de su glorioso final, ellos por malentendido pensaron que su Maestro se convertiría en un rey terrenal. Percibieron también que Jesús prefirió que sus tres discípulos subiesen con él a la montaña, y que les hubo confiado algún secreto. Debido a esto entró en ellos un mal pensamiento, el de quién de ellos sería superior y más distinguido en el reino, del cual les hablaba el Maestro.
47. Pero comoo Jesús percibió con su conocimiento sobrenatural el pensamiento que prevalecía sobre ellos, tomó de la mano a un niño, le puso a su lado,
48. y les dijo: quien reciba a cada discípulo mío similar a este niño sencillo, humilde y sin codicia, queriendo honrarme a mí, me recibe a mí mismo. Y quien me reciba a mí, recibe a mi Padre celestial, quien me envió al mundo. Pero para recibir a cada pequeño e insignificante discípulo mío, se humillará y se volverá más pequeño en espíritu que este insignificante discípulo que recibe. Y que por ello será hecho digno de disfrutar la gloria que pertenece a todos los que reciben a mi Padre, que me envió al mundo. Porque el que se convierta en el más humilde y más pequeño de todos vosotros, éste será grande en mi reino.
Vers. 49-56. Negación de los samaritanos de recibir al Señor.
49. Entonces tomó la palabra Juan y dijo: Maestro, tanto valoras al que acepta al niño en tu nombre. Nosotros sin embargo hemos visto a alguien que con la invocación de tu nombre expulsaba demonios, y en lugar de valorar que invocaba tu nombre, se lo impedimos, debido a que no seguía con nosotros y a que no recibió de ti esta autoridad, como la recibimos nosotros.
50. Y Jesús le dijo: No se lo impidáis. Porque no está contra vosotros. Y quien no está contra vosotros, ni está contra vuestra enseñanza ni la ataca, está de vuestra parte, está cerca que éste esté completamente con vosotros.
51. Y mientras estaban a punto de cumplirse el determinado número de días después de los cuales Jesús dejaría este mundo y subiría a los cielos, él afirmó su rostro y fijó su mirada con la determinante e inamovible decisión de ir a Jerusalén, donde le crucificarían.
52. Antes sin embargo de ir allí él mismo personalmente, envió mensajeros a las distintas aldeas y ciudades, por las cuales pasaría. Y ellos fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para preparar para él y para los discípulos el lugar donde se quedarían.
53. Pero los habitantes del pueblo aquel no le recibieron, porque él iba a celebrar la Pascua a Jerusalén, la capital de sus enemigos, y no en el Monte Garizín, donde los samaritanos insistian en que se ha de adorar a Dios.
54. Entonces cuando sus discípulos Jacobo y Juan vieron a los enviados regresar habiendo sido menospreciados, dijeron: Señor, ¿tenemos tu permiso y tu misma opinión para decir que descienda fuego del cielo y que los abrase, como hizo antiguamente Elías con los hombres de Ocozías?
55. Jesús sin embargo se giró hacia ellos y les reprendió, diciéndoles: no conocéis todavía qué (tipo de) hombres con disposición y espíritu os da la nueva fuerza espiritual y la vida que transmite mi enseñanza y la gracia de mi Espíritu. No sois hombres y maestros del espíritu de la ira y del castigo que predominaba en el Antiguo Testamento, sino del espíritu de la calma de la tolerancia y del amor, que no destruye, sino que salva.
56. Porque el Hijo del Hombre no vino para arrojar a la pérdida eterna las almas de los hombres, sino que vino para salvarlas. Después de esto se fueron a otra aldea de Samaria.
Vers. 57-62. Es necesaria abnegación.
57. Entonces según avanzaban por el camino, le dijo alguien: Señor, te seguiré a donde quiera que vayas.
58. Pero Jesús le dijo: los zorros tienen guaridas, y las aves del cielo tienen lugares donde posarse, pero el Hijo del Hombre (es decir yo que nací sin padre -carnal, humano-, sino sólo de la Virgen y soy el hombre por excelencia, conocido desde la promesa de Dios a Adán) no tiene dónde apoyar su cabeza. No esperes tú entonces comodidades corporales y descanso, sino toma tus decisiones conociendo desde antes que la vida de mis fieles está llena de carencias y sacrificios.
59. Y a otro dijo: sígueme. Y éste le respondió: Señor, dame el permiso de que vaya primero a enterrar a mi padre y después te seguiré.
60. Pero Jesús, percibiendo que el discípulo aquel peligraba de liarse con discusiones sobre herencias que le enfriarían su fervor, le dijo: deja a tus familiares, los cuales desde luego parecen vivos, pero en realidad debido a su falta de fe están espiritualmente muertos, que entierren a los muertos que son suyos, porque también ellos murieron en la incredulidad. Tú sin embargo vete con mis discípulos, a los cuales dentro de poco voy a enviar. Y con tu predicación anunciarás el reino de Dios que dentro de poco será establecido en la tierra.
61. Otro le dijo: Te voy a seguir, Señor; pero dame primero el permiso para despedirme de los que están en mi casa.
62. Entonces Jesús le dijo: aquel que poniendo su mano sobre el arado mire hacia atrás y no hacia la parte que ha de arar, no es indicado para agricultor. Del mismo modo aquel que ha sido llamado para servir al Señor ha de mirar siempre adelante hacia su obra espiritual, y olvidar lo cósmico y lo material. Porque de otro modo no podrá mantener firmemente para sí mismo el reino de Dios y trabajar beneficiosamente para sí mismo y para los demás.
CAPITULO 10.
Vers. 1-16. Los setenta discípulos.
Después de esto el Señor eligió y declaró públicamente a otros setenta discípulos, y los envió de dos en dos delante de él a cada ciudad y lugar donde iría él también.
2. Y les decía: las espigas maduras a segar son muchas, pero los trabajadores para segarlas son pocos. Es decir son muchos los bien dispuestos a recibir el Evangelio y ser salvados, pero pocos son los trabajadores espirituales que servirán en esta obra espiritual. Rogad entonces a Dios, que es señor y propietario de los sembrados listos para segar, que encuentre y que envíe trabajadores a su siega.
3. Id vosotros también ahora a la realización de esta divina obra y llevadlo a cabo con coraje y perseverancia. He aquí yo os envío como corderos entre lobos sanguinarios. Porque similares son a ellos los enemigos del Evangelio, dominados por las pasiones salvajes de la maldad.
4. No toméis con vosotros monedero para el dinero, tampoco bolsa de viaje para comidas, tampoco calzado, sino bastaos con lo que lleváis puesto. Y no perdáis vuestro tiempo en el camino deteniéndoos a saludar a alguien que os encontréis.
5. Y en la casa que entréis, decid primero:que venga la paz sobre todos los que habitan en esta casa.
6. Y claro está que si en esta casa hay algún hombre pacífico, que sea digno de estas bendiciones vuestras, vuestra oración tendrá efecto y la paz que le ofrecísteis quedará en él, sosegándole. Y si no, vuestra paz regresará de nuevo a vosotros y disfrutaréis vosotros de la paz que deseásteis.
7. En la casa que hubiereis entrado, allí quedaos. Allí comed y bebed lo que os ofrezcan los señores de la casa. Ellos asumirán los gastos de vuestro sustento. Porque sois trabajadores que trabajáis por el beneficio espiritual de los hombres, y es justo que reciba el trabajador el salario por su trabajo. Es justo entonces ser también vosotros sustentados por ellos. Porque por su beneficio espiritual os esforzáis. Y no vayáis de una casa a la otra, cambiando de estancia.
8. A la ciudad que vayáis y os reciban y admitan sus habitantes, comed lo que os ofrezcan, sin pedir más ni diferente comida.
9. Y curad a los enfermos que haya en esta ciudad. Y decidles: se ha acercado y ha llegado a vosotros el reino espiritual de Dios. Éste, con la Iglesia que fundará el Mesías invitará y atraerá a los hombres a la vida celestial. Preparaos para recibirla.
10. Y en la ciudad que entréis y no os reciban y admitan sus habitantes, id a sus plazas y decid públicamente, para que os escuchen todos:
11. Hasta el polvo que quede en nuestros pies de la tierra de vuestra ciudad sacudiremos y os lo dejaremos para vosotros. No queremos que nada vuestro quede sobre nosotros y no queremos tener ninguna relación con vosotros. Pero sabed sin embargo una cosa, que el reino de los cielos se ha acercado y y está con vosotros. Y pobres de los que no lo reciban y admitan.
12. Os aseguro que en el día aquel del juicio Dios juzgará con mayor clemencia e impondrá un castigo más soportable a Sodoma que a la ciudad aquella que no recibió y admitió a mis enviados.
13. Pobre de ti, Corazín; pobre de tí, Betsaida. Porque si en las ciudades idólatras de Tiro y Sidón, que eran conocidas por su maldad, hubiesen tenido lugar los milagros que se hicieron en vosotras, desde hace tiempo sus habitantes hubiesen dejado cualquier obra y se habrían arrepentido echados sobre la tierra con contricción y teniendo las señales y los emblemas de duelo, es decir llevando cilicio y echando ceniza sobre sus cabezas.
14. Pero a los habitantes de Tiro y Sidón les será impuesto un castigo más soportable en el día del Juicio que a vosotros.
15. Y tú, Capernaúm, que fuiste morada del Señor hecho hombre y por eso fuiste elevada glorificada hasta el cielo, bajarás avergonzada hasta el Hades. Lo mismo por lo tanto les pasará a aquellos que no reciban y admitan vuestra predicación.
16. Porque quien os escucha a vosotros y os obedece a vosotros, a mí me escucha y a mí me obedece. Y quien no os obedece a vosotros, no me obedece a mí. Y quien no me obedece a mí, no obedece a Dios, quien me envió al mundo. Entonces toda desobediencia y todo menosprecio que a vosotros os muestren los hombres, es como si se lo mostrasen al mismo Dios celestial.
Vers. 17-24. El regreso de los setenta discípulos. Su gran privilegio.
17. Volvieron de su recorrido los setenta discípulos con gozo, diciendo: Señor, aun
los demonios se someten a nosotros con la invocación de tu nombre.
18. Les dijo entonces: Desde que empecé mi obra, pero también cuando os envié a vuestro recorrido, y ahora que habéis llegado y me habéis anunciado estas expulsiones de demonios, he visto a satanás perder su autoridad y su poder. Le he visto caer derrotado por debajo de su autoridad y de las esferas superiores del mundo aéreo, desde donde desempeñaba su potestad. Y caer tan de repente y tan llamativamente y con tanto estruendo, como cuando cae un
rayo.
19. He aquí, yo os doy ahora autoridad contra satanás mucho mayor que la que di cuando os envié a predicar. Os doy autoridad para vencer y para pisotear todos los instrumentos del satanás, que como serpientes y escorpiones son maquinadas y derraman su veneno con maldad sobre las almas de los hombres, para matarlas. Os doy autoridad para vencer toda fuerza que dispone el enemigo del hombre, el satanás. Y así ningún objetivo logre de todo lo que intente para obstaculizar vuestra obra. Y de todas sus maquinaciones contra vosotros, ninguna os dañará.
20. Pero que toda vuestra alegría no quede limitada a esto y no os regocijéis tanto porque los espíritus se os sometan. No es vuestra esta consecución; es carisma que yo os he dado; y cuidaos de no ser dominados por la soberbia y la vanagloria por este carisma. Sino que alegraos mas porque vuestros nombres debido a vuestra fe han sido escritos en los cielos. Allí estáis inscritos con todos los derechos del disfrute de los bienes de la comunidad y reino celestial.
21. En aquel momento Jesús sintió una gran alegría en el fondo de su alma y dijo: Te doy gracias, Padre, Señor y dominante y gobernador omnisciente y justo del cielo y de la tierra. Te doy gracias, porque actuando con omnisciencia y con justicia ocultaste estas verdades misteriosas y celestiales de los hombres que piensan que son sabios y entendidos, y has revelado estos misterios salvadores a hombres simples, sinceros y humildes. Sí, te agradezco, Padre, porque eso te complació y tal fue tu bondadosa y justa voluntad.
22. Y volviéndose hacia los discípulos, dijo: Todas las cosas me fueron entregadas por mi
Padre y me dio también toda autoridad y poder. Y como soy el Hijo de Dios y tengo la misma esencia que mi Padre y soy ilimitado como él, nadie más me conoce completamente ni sabe cuál es mi naturaleza y mis voluntades, sino solo el Padre; y nadie conoce a fondo y en su esencia al Padre , sino sólo el Hijo. Claro que a cierto nivel lo conoce también aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
23. Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Afortunados son los ojos que ven y comprenden con la luz de la fe esto que véis vosotros.
24. Son afortunados estos ojos, porque os aseguro que muchos profetas y reyes, como Abrahám, Moisés, David e Isaías, quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y desearon oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.
Vers. 25-37. La parábola del buen samaritano.
25. Allí donde estaban, he aquí, se levantó un intérprete de la ley para probar a Cristo y para intentar mostrar que no conocía la ley, y le dijo: Maestro, ¿qué obra virtuosa o qué sacrificio he de hacer para heredar la vida bienaventurada?
26. Y el Señor le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? Tú que estudias e investigas la ley, ¿Qué lees allí sobre este tema? ¿Y cómo lo entiendes?
27. El intérprete de la ley, respondiendo, dijo: En la ley está escrito lo siguiente: Ama a tu Señor y Dios con todo tu corazón, de modo que estés totalmente entregado a él, con todo lo profundo de tu existencia interior y espiritual; y con todo tu alma, de modo que a él desees con todo tu afecto; y con toda tu voluntad y con toda tu fuerza, de modo que cada cosa que hagas sea acorde a su voluntad. Y con toda tu fuerza y con actividad incansable trabajar por la aplicación de su voluntad. Que le ames con toda tu
mente, de modo que siempre pienses en él. Que ames también a tu prójimo, tu compañero, tanto como te amas a ti mismo.
28. Le dijo entonces el Señor: correcta respuesta has dado. Haz siempre esto que has dicho, y heredarás el reino de Dios y vivirás en él.
29. El intérprete de la ley sin embargo queriendo justificarse a sí mismo, debido a que, como se demostró, hizo a Jesús una pregunta sobre algo que conocía la respuesta, le dijo a Jesús: ¿Y a quién he de considerar como "mi prójimo" según la Santa Escritura?
30. Entonces Jesús ante esto tomó la palabra y dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos
de ladrones, a los cuales no les bastaba solo con quitarle su dinero, sino que le desnudaron, le golpearon, le llenaron de heridas y se fueron, dejándole medio
muerto.
31. Por coincidencia descendió por aquel
camino un sacerdote, y aunque lo vió, pasó por la parte de enfrente del camino sin darle importancia ni ninguna ayuda.
32. Asimismo un levita, que pasaba por aquel lugar, aunque le vio herido, se alejó directamente, pasando también él por la parte de enfrente del camino.
33. Un samaritano que pasaba por el camino aquel, vino donde estaba él tumbado, y viéndole, fue movido a misericordia y se sintió dolido.
34. Acercándose entonces le puso vendas en sus heridas, habiéndolas anteriormente limpiado y untado con aceite
y vino. Y después le subió sobre su animal, lo llevó al mesón, y cuidó de él, interrumpiendo así su viaje.
35. El siguiente día por la mañana, marchándose del mesón donde hubo pasado la noche, sacó dos denarios, se los dio al mesonero y le dijo: cuídele para que se ponga bien. Y los gastos aparte que realice, al volver yo de mi tierra pasaré de nuevo por aquí y se lo pagaré.
36. Entonces, preguntó concluyentemente Jesús, ¿quién de aquellos tres te parece que hizo su deber hacia su compañero y demostró ser en la práctica el "prójimo" y hermano de aquel que cayó en manos de los ladrones?
37. Y respondió él: Su "prójimo" demostró ser el que se compadeció y tuvo misericordia de él. Le dijo entonces Jesús: ve y haz lo mismo. Es decir muestra compasión a cada hombre que padece, sin analizar si es familiar tuyo o es de tu país, sin calcular los sacrificios, ni las fatigas, ni los gastos que soportarás para ayudar y socorrer al que padece, aunque este sea tu enemigo. De este modo también Cristo, a quien sus enemigos le insultaban llamándole "samaritano", para la humanidad herida y medio muerta por los pecados, se convirtió en bueno y benévolo samaritano. Y para curarla de sus heridas, no sólo se sometió a las fatigas, sino que también fue llevado a la muerte por crucifixión.
Vers. 38-42. Marta y María.
38. Y mientras que Jesús con los discípulos y todos los que le seguían se dirigían hacia Jerusalén, entró él en una aldea. Y una mujer que se llamaba Marta le recibió en su casa.
39. Tenía ella una hermana que se llamaba María, la cual no solo recibió a Jesús, como Marta, sino que se sentó junto a sus pies como humilde discípula y escuchaba sin desviar su atención sus enseñanzas.
40. Pero Marta estaba ocupada y metida en muchas tareas, intentando preparar la comida y servir al Maestro. En un momento se puso ella al lado de cristo y le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir y para preparar la mesa? Dila entonces que me ayude.
41. Entonces respondió Jesús: Marta, Marta, atormentas y fatigas tu mente con muchos afanosos cuidados, y cansas tu cuerpo preparando muchas cosas.
42. Cuando una cosa es útil y necesaria, el atender mis enseñanzas. Esto es alimento necesario para el alma. Este alimento ha elegido María, la parte buena y beneficiosa, que no le será quitada jamás. Porque los beneficios de este alimento espiritual no son momentáneos ni perecederos, sino espirituales y eternos.
CAPITULO 11
Vers. 1-13. La oración del Señor y la insistencia en la oración.
Rezaba una vez Jesús en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos y muéstranos cómo rezar de un modo agradable a Dios, tal como Juan el Bautista enseñaba a sus discípulos.
2. Les dijo entonces: Cuando recéis, decid: Padre nuestro, que te encuentras en todas partes, pero muestras tu presencia sobretodo en los cielos, que sea reconocida tu santidad, para que sea glorificado y adorado dignamente tu nombre. Que venga tu reino con la dispuesta y libre sumisión de todos los hombres hacia tí; para que los hombres obedeciendo a tu mandato se vuelvan verdaderos y completamente dedicados ciudadanos de tu reino. Que se haga tu voluntad también sobre la tierra por los hombres, así como esto sucede en el cielo por los ángeles y los santos.
3. Danos cada día nuestro pan necesario para el mantenimiento de nuestra vida y de nuestra existencia.
4. Y perdónanos nuestros pecados; porque nosotros también perdonamos a cada uno que nos ha causado algún daño y nos es deudor debido a alguna injusticia que nos ha hecho. Y no permitas que caigamos en tentación, sino líbranos del Malvado que lucha contra nosotros.
5. Y para enseñar qué eficaz es insistir en la oración, les dijo: Quién de vosotros que teniendo un amigo, y yendo a él en medio de la noche y diciéndole: amigo, préstame tres panes,
6.porque ha venido a mi casa de viaje un amigo y no tengo nada para darle de comer;
7. quién entonces tendrá un amigo, que le diga rogándole estas palabras, y el otro le responderá desde dentro diciendo: No me molestes y no me metas en fatigas. Ahora ya he cerrado mi puerta, y mis hijos están en la cama y duermen, no puedo levantarme y dártelos.
8. Os aseguro que, aunque no se hubiese levantado a darle incluso siendo amigo suyo, al menos por la indiscreción y el descaro de molestarle a esa hora pidiéndole eso, se levantará y le dará lo que necesita.
9. Entonces si cuando pedís algo con insistencia a vuestros compañeros, no queda esto sin resultado, por eso también yo os digo que pidáis a Dios, y os dará lo que pedís, basta con que no sea absurdo y descabellado, o dañino para vosotros. Buscad encontrar lo que queréis y lo encontraréis, si es beneficioso para vosotros. Llamad a la puerta de la protección divina y se os abrirá.
10. Porque quien pide a Dios, recibe, y quien busca, encuentra, y quien llama a la puerta de la protección divina se le abrirá.
11. De otro modo, ¿qué padre de vosotros, cuando le pida pan su hijo, le dará una piedra? ¿Y cuando le pida pescado, le de una serpiente en vez de pescado?
12. ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión en vez de un huevo?
13. Si entonces vosotros aunque no sois perfectos sino que sois corruptos debido al pecado original, sabéis dar a vuestros hijos cosas beneficiosas, ¿cuánto más el padre celestial dará del cielo el Espíritu Santo a todos los que se lo piden? Y si dará el Espíritu Santo, mucho más dará los otros bienes que son de un valor incomparablemente menor?
Vers. 14-26. La curación del sordomudo endemoniado y la blasfemia de los fariseos.
14. Y mientras enseñaba, expulsaba al mismo tiempo un demonio de un hombre que le había vuelto sordo y mudo. Y aconteció que salido el demonio, el mudo empezó a hablar. Y la multitud de la gente se quedó maravillada.
15. Pero algunos de los que pertenecían a la clase de los escribas y de los fariseos dijeron: con la ayuda y con el poder de Beelzebú, el príncipe
de los demonios, echa fuera los demonios.
16. Y otros, queriendo con mala intención demostrar que Jesús no puede hacer grandes milagros, le pidieron algún milagro del cielo demosrativo y convincente, como el fuego que hizo descender Elías del cielo, y como el maná, que otra ve dio Dios con la mediación de Moisés.
17. Pero Jesús entendió sus pensamientos ocultos y les
dijo: Todo reino que se haya dividido en alineaciones enemigas y con guerra civil se vuelva contra sí mismo, termina asolado. Por lo tanto entonces también toda casa es atacada con aversión por la otra casa. Y así desaparece este reino él solo.
18. Y si también satanás, el príncipe de los demonios, se ha dividido ahora en alineaciones contra sí mismo,
¿cómo permanecerá y no desaparecerá su reino? Os digo esto, ya que sin pensar que yo con la ayuda de satanás echo y fuera los
demonios.
19. Y si yo con la ayuda y la colaboración de Beelzebú echo los demonios, vuestros discípulos y vuestros hijos espirituales, los cuales se jactan de que tienen como maestros y protectores suyos a David y Salomón, y exorcizan demonios, ¿con el poder de quién los echan y los expulsan? Por eso estos discípulos, a los cuales no acusáis sino que les dejáis que exorcicen libremente, serán vuestros jueces y condenarán vuestra hipocresía, vuestro odio y vuestra envidia.
20. Mas si yo con el dedo de Dios, es decir con su poder, echo fuera los
demonios, se demuestra por este acontecimiento sobrenatural que ha llegado y que ha caído sobre vosotros el reino de Dios, el cual os condenará si no lo aceptáis.
21. Y para que entendáis mejor esto que os digo, os pondré un ejemplo: Cuando el hombre fuerte armado guarda su patio amurallado, quedan aseguradas y en paz sus existencias y sus animales.
22. Pero cuando viene en su contra otro más fuerte que él y le vence,
le quita todas sus armas, en las cuales confiaba, y reparte sus existencias, las cuales había adquirido como botín. Del mismo modo yo también ahora que soy más fuerte que satanás, le he derrotado y libero a los que poseía como animales irracionales. Y doy autoridad a mis discípulos para separar de él a aquellos que hasta ahora consideraba como suyos.
23. Compromisos y colaboraciones con el diablo no admito, como pensáis. El que no está con todo su alma conmigo, está contra mí. Y el que no recoge conmigo mis ovejas espirituales, éste como lobo las dispersa.
24. Los que son liberados con mi poder de la autoridad de satanás han de cuidarse y trabajar incansablemente, para perseverar continuamente en virtud y santidad. Porque cuando el espíritu inmundo sale del hombre que se arrepintió, es similar a aquel que anda por
lugares que no tienen agua y busca reposo; y como no lo encuentra, dice: Volveré de nuevo a mi casa, de
donde salí. Es decir regresaré al alma de la cual fui expulsado.
25. Y cuando llega, encuentra la casa barrida y adornada. Es decir encuentra al hombre inactivo y listo para recibir la visita de cada antiguo visitante y conocido suyo.
26. Entonces va y toma consigo muchos otros espíritus más malvados que él, y entrados, moran ya de modo fijo allí. Y así el último estado de aquel hombre viene a ser
peor que el primero. Realmente, todos los que han apostatado de la gracia divina y que la han expulsado de sus almas, se vuelven mucho peores de lo que eran antes de visitarles la gracia.
Vers. 27-28. Bienaventuranzas de la Madre de Dios.
27. Y mientras Jesús decía esto, una mujer de la multitud, debido a que estaba entusiasmada por su enseñanza, dijo a fuerte voz: Afortunado el vientre que te mantuvo y los senos que mamaste. Es decir afortunada la madre que te dio a luz y que te ha criado.
28. Y él dijo: Verdaderamente, afortunada es mi madre; pero no olvidéis que bienaventurados son los que escuchan la palabra de Dios y la aplican. Con este sentido, la que me dio a luz y me ha criado, por esto mismo recibió el mayor honor y fue hecha digna de ser mi madre, porque siempre guardó las palabras de Dios.
Vers. 29-36. El milagro de Jonás. Condena de la generación de Cristo.
29.Y mientras se concentraba la multitud de la gente, comenzó a decir: esta
generación es mala. Y debido a su maldad pide un milagro que muestre más claramente mi misión. Pero tal milagro no les será dado, sino un milagro cuyo modelo y cuya representación es el milagro de Jonás el profeta.
30. Es decir que así como Jonás fue él mismo señal sobrenatural para los
ninivitas, dado que salió sano y salvo del vientre de la ballena, y con este milagro Dios cercioró la predicación que hizo Jonás a los ninevitas por su arrepentimiento, así también el Hijo del Hombre, el Mesías, con su resurrección de la tumba será milagro único, mediante el cual Dios mostrará a esta generación que él es el Salvador y Redentor de los hombres. Pero esta generación no estará convencida de este milagro.
31. Por eso además que la reina idólatra del suroeste de Arabia será resucitada en el Juicio final junto con los
hombres de esta generación, y los condenará. Porque ella, aunque era mujer y no conoció al Dios verdadero, vino de los fines de
la tierra para oír la sabiduría de Salomón. Y aquí, sin ser necesario viajar mucho, existe con seguridad y mucho mayor que Salomón. Porque yo no soy simplemente sabio, como era él, sino que soy la misma encarnación de la Sabiduría divina. Pero los hombres de esta generación no muestran interés por escuchar mi enseñanza.
32. En el juicio final serán resucitados junto con
esta generación los habitantes de Nínive y la condenarán. Porque ellos, aunque eran idólatras y de otras naciones, a la predicación de Jonás se
arrepintieron, que era un sencillo profeta y no hizo ningún milagro ante ellos. Y he aquí muchas más cosas contribuyen para que sea aceptada mi predicación de las que contribuían con la predicación de Jonás. Porque yo no soy un sencillo profeta, y mis milagros confirman mi predicación. Mucho más imponente y más aunténtico.
33. Esta generación perversa está ciega debido a su falta de arrepentimiento. Por esto pide milagro y no ve la luz del sol espiritual que brilla beneficiosamente de ella. Nadie que haya encendido un candil lo pone en un lugar oculto, ni debajo de un cajón para el trigo, sino que lo coloca sobre un candelero, para que vean su luz y sean guiados por ella los que entran en casa. Así yo también, que soy el sol de la justicia, no estoy oculto, sino que la luz de mi enseñanza y de mi vida distribuye por todas partes sus destellos.
34. Pero para disfrutar alguien esta luz salvadora ha de tener el candil del alma en buen estado. Y para que entendáis esto mejor, os digo lo siguiente: el candil que da luz al cuerpo es el ojo. Entonces cuando tu ojo está sano, todo cuerpo está lleno de luz. Pero cuando el candil del cuerpo, es decir tu ojo, está mal, entonces todo tu cuerpo está lleno de oscuridad. Así tu alma será iluminada por la luz de mi enseñanza y de mi vida, cuando tu espíritu (nous) y tu corazón no están enfermos ni son perversos. Al contrario tu alma estará llena de oscuridad cuando tu espíritu (nous) está dañadο.
35. Ten cuidado entonces no se oscurezca el órgano que tienes para recibir la luz. Es decir atiende que no se ciegue tu espíritu (nous) que es productor de luz.
36. Si entonces tu cuerpo está lleno de luz, y no tiene ninguna parte oscura, estará realmente todo iluminado, como cuando el candil te ilumina con su brillo. Así tambiém tu alma. Si no tiene ninguna pasión por el pecado, entonces estará llena de luz, e iluminará como un candil a los demás. Y no pedirá milagros para ser llevado por ellos a la luz de la verdad.
Vers. 37-54. Control de los fariseos y de los escribas.
37. Habiendo dicho esto Jesús, comenzó a rogarle un fariseo que comiese en su casa. El Señor aceptó la invitación. Y cuando entró en la casa del fariseo, se sentó directamente junto a la mesa, sin lavarse antes.
38. Pero el fariseo cuando vio esto, se extrañó de que no se
hubiese lavado antes de comer, según la costumbre religiosa de los rabinos más antiguos.
39. Pero el Señor le dijo: Ahora, en la época actual, que habéis delimitado la religión a algunos modelos exteriores, vosotros los
fariseos limpiáis la superficie exterior del vaso y del plato; es decir limpiáis solo exteriormente vuestras manos y vuestro cuerpo. Pero vuestro interior está lleno de rapacidad y de maldad. Cuidáis que vuestro cuerpo esté limpio, cuando dejáis que vuestro alma esté sucia e impura.
40. ¡Necios! Dios que hizo lo de fuera, es decir el cuerpo, no hizo también lo
de dentro, es decir el alma? Entonces si las dos son obras de un creador, por qué limpiáis sólo una y dejáis el alma impura, la cual es el elemento más importante de vuestra naturaleza?
41. Pero dad limosna de lo que tenéis dentro del plato y del vaso, y haced bien a los demás con vuestros bienes. Y así, todo lo que comáis entonces se os podrán limpias, aunque las comáis sin lavaros antes.
42. Mas, pobres de vosotros, fariseos, porque dáis al templo un diez por ciento de la menta, y la ruda, y toda hortaliza, pero pasáis por alto con indiferencia la justicia y el amor por Dios. Esto último era necesario hacer sobre todo, y habiendo hecho esto, entonces no dejéis aquello.
43. Pobres de vosotros, fariseos, porque amáis sentaros en los primeros asientos en las sinagogas, para ser distinguidos de los demás, y os gusta ser saludados con respeto en las plazas.
44. Pobres de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque sois como los sepulcros que no se ven. Y los hombres que sin saberlo caminan sobre estos sepulcros, no lo conocen esto y se contaminan sin darse cuenta. Porque según la ley el que toca un sepulcro se vuelve impuro. Así también vosotros, estáis llenos de maldad, y la escondéis con la hipocresía. Y los que se os acercan sin saberlo, se contaminan y se corrompen.
45. Entonces le respondió uno de los que estudiaban la ley, el cual se presentaba como conocedor de ella: Maestro, con esto que dices de los fariseos nos insultas tamién a nosotros los juristas.
46. Y Jesús dijo: Pobres de vosotros, los juristas. Porque cargáis a los hombres con pesadas cargas, que difícilmente se levantan, pero vosotros ni con un dedo de la mano tocáis estas cargas. Es decir con las tradiciones y otras costumbres vuestras habéis transformado la ley en una pesada carga. Y mientras que vosotros encontráis modos para libraros de estas obligaciones insoportables, obligáis a los demás a levantar sus pesadísimas cargas.
47. Pobres de vosotros, porque contruís los sepulcros de los profetas, pareciendo así que lo hacéis por respeto a los profetas. Pero vosotros tenéis las mismas disposiciones que vuestros antepasados. Porque vuestros padres y vuestros antepasados no solo no mostraron ningún respeto hacia ellos, sino que los mataron.
48. De modo que si no rechazáis lo de vuestros padres y no conformáis vuestras vidas con enseñanzas de los profetas, sois testigos de la acusación contra los enviados de Dios y consentís y aprobáis las obras de
vuestros padres. Porque ellos los mataron, y vosotros enterráis a los muertos y les edificáis sus
sepulcros, completando así la obra de vuestros padres.
49. Y debido a que tenéis las mismas disposiciones asesinas que vuestros padres, por eso yo, que soy la Sabiduría de Dios, dije: Les
enviaré profetas y apóstoles, y haré el último intento para salvarles, pero ellos matarán a algunos de estos mis enviados y condenarán al resto.
50. Y así será requerida la responsabilidad en esta generación, la cual en lugar ser consciente de la paciencia y la tolerancia de Dios, es arrastrada a un delito mucho mayor que los asesinatos de sus antecesores con la muerte que me prepara. Y será castigada esta generación por la sangre que persistentemente derramáis desde el tiempo en que fue cimentado el mundo;
51. es decir desde la sangre de Abel, que fue asesinado los primeros años de la creación de los hombres, hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el templo, es decir en lugar santo, que fue profanado con este delito. Sí, os aseguro que por toda esta sangre será requrida la responsabilidad en esta generación.
52. Ay de vosotros, intérpretes de la ley; porque con vuestra enseñanza corrompida habéis matado el intelecto de los hombres y les habéis quitado la llave del conocimiento (es decir el medio a través del cual serían conducidos al conocimiento del camino real de la salvación). Así es que vosotros mismos no entrabais a este camino que os llevaría a Cristo y a su reino, y a los que querían e intentaban entrar se lo impedías.
53. Y mienras Jesús les decía esto, comenzaron los escribas y los fariseos a llenarse de ira, amargura y antipatía haca él y a pedirle directas y rápidas respuestas sobre muchos temas de la ley.
54. Y con estos temas y con sus preguntas le acechaban y le tendían trampas, buscando mantener con engaño alguna palabra de su
boca que no estuviese de acuerdo con la ley, para acusarle.
CAPITULO 12
Vers. 1-12. El Señor enseña a la multitud.
Mientras tanto, según decía Jesús estas palabras (logos), se juntó una multitud tan grande de gente, que los hombres se pisaban unos
a otros. Y comenzó a hablar primero a sus discípulos, diciéndoles: Guardaos de la mala y contaminante levadura de los fariseos, es decir de su hipocresía, la cual bajo la aparente verdad y virtud se oculta el engaño y la corrupción.
2. Pero esta hipocresía suya no permanecerá encubierta para siempre. No hay nada encubierto, por muy bien que haya sido oculto, que no haya de
descubrirse al final y ser mostrado. Y no hay nada oculto que no haya de ser conocido.
3. Por tanto, como todo será mostrado, por eso todos los secretos que comenzásteis a decir también vosotros declarando particularmente las verdades del Evangelio a fieles oyentes, serán sacados a la luz pública. Y lo que os susurráis al oído en vuestras habitaciones particulares, será predicado sobre las terrazas, para que sea escuchado por todos y sea predicado el Evangelio con todo reclamo.
4. Mas a vosotros mis amigos os digo: afrontaréis peligros y persecuciones. No os dejéis llevar por la hipocresía, para libraros de ellos. No temáis a los que matan
el cuerpo, pero que después nada más pueden hacer.
5. Yo ahora os mostraré a quién debéis temer: Temed a Dios, que después de vuestra muerte, después de que os haya sido quitada la vida terrenal momentánea, tiene la autoridad para echar en el fuego eterno del infierno. Sí,
os digo, a éste debéis temer.
6. No tengáis en cuenta a los hombres. Porque incluso aunque os maten, o penséis que perdéis vuestra vida porque os ha abandonado Dios. No. Cinco gorrioncillos no se veden por dos sestercios, es decir veinte céntimos? Con
todo, ni uno de ellos está olvidado ni abandonado ante de los ojos de Dios.
7. Y en cuanto a vosotros, sabed que Dios tiene contados incluso todos los cabellos de vuestra cabeza. Sabe incluso hasta lo más insignificante y lo mas despreciado que puede sucederos. Entonces si Dios sigue todo lo que os sucede, no temáis. Vosotros sois incomparablemente superiores que muchos gorriones.
8. Y en cuanto a las persecuciones y a los peligros que es probable que padezcáis debido a vuestra fe en mí, os digo: cada hombre que me confiese como su Salvador y su Dios delante de
los hombres que persiguen mi fe, también el Hijo del Hombre, el Mesías Teántropo, será presentado como dedicado y fiel dedicado a él frente a los hombres le confesará frente a los ángeles de Dios en el día del juicio.
9. Pero el que me niegue ante los hombres, le negaré yo también completamente frente a los ángeles de Dios.
10. Existe sin embargo otro pecado mucho mayor que la negación de mi nombre. Cada uno que diga alguna palabra de menosprecio contra el Hijo de Dios hecho hombre, escandalizado ante la humilde impresión de su naturaleza humana, puede arrepentirse y ser perdonado. Pero el que diga alguna palabra de menosprecio y blasfema contra el Espíritu Santo, calumniando con maldad voluntaria sus energías visibles, no será perdonado. Éste se habrá ya depravado y no existe esperanza para que se arrepienta.
11. Pero mientras que los perseguidores del Evangelio y de mis discípulos corren el peligro de blasfemar contra el Espíritu Santo y permanecer por eso sin ser perdonados, para vosotros el Espíritu Santo será maestro, guía y protector. Es decir que cuando os lleven a juicio frente a las sinagogas y las autoridades y los gobernantes, no os preocupéis ni os agitéis con el pensamiento de qué o cómo os defenderéis o qué diréis.
12. Porque el Espíritu Santo os mostrará en aquel momento lo que debéis decir, de modo que no sólo os defenderéis convincentemente a vosotros mismos, sino que tambiés declararéis la verdad salvadora.
Vers. 13-21. La codicia y la parábola del rico insensato.
13. Uno de entre la gente le dijo a Jesús: Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia de nuestro padre.
14. Mas Jesús le respondió: Hombre, ¿quién me ha establecido y puesto sobre vosotros como juez o partidor, para emitir yo una decisión sobre vuestras diferencias o para supervisar cómo se lleva a cabo el reparto?
15. Y con motivo de esto, dijo a los que le escuchaban: Cuidaros y protegeros de todo tipo de codicia. La codicia no puede en absoluto haceros la vida cómoda y feliz. Porque la vida del hombre no depende de su aparente riqueza y no es mantenida por sus existencias. Sus muchas riquezas no pueden no pueden asegurarle una vida longeva y agradable.
16. También
les refirió una parábola: Las extensas tierras de un hombre rico le ofrecieron una abundante cosecha y una gran produccción.
17. Pero en lugar de agradecer a Dios y beneficiarse él mismo de esta cosecha, sopesaba dentro de sí, se angustiaba y se agitaba diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde reunir los frutos de mis tierras que me sobran? Quiero que sean todos míos, para disfrutarlos solo yo.
18 Finalmente, después de mucho pensarlo y sopesarlo, dijo:
Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores y más espaciosos. Y juntaré allí toda mi cosecha y todos mis bienes,
19. y como hombre que sólo los placeres del estómago he conocido, diré a
mi alma: Alma, tienes muchos bienes, que están almacenados y que te llegan para muchos años. No te preocupes ya por nada, sino que disfruta de una vida placentera: come, bebe, llénate de alegría.
20. Y habiéndolo preparado todo, antes todavía de darle tiempo a decir a sus alma todo lo paneado, le dijo Dios, bien en su conciencia, bien en su sueño: Descerebrado y estúpido hombre, que has basado tu felicidad solo en los placeres del estómago y has pensado que tu longevidad dependería de tu riqueza y no de mí; esta noche, con la que desde hace mucho tiempo soñabas como una noche de felicidad y pensabas que de aquí en adelante tu vida sería descansada y placentera, los terribles demonios exigen tomar tu alma. Dentro de poco morirás. Entonces todo lo que preparaste y almacenaste, ¿a quién le pertenecerá y sobre qué herederos recaerá?
21. Así le sucederá y tendrá un final similar el
que atesora para sí mismo, para disfrutar egoístamente sólo él los bienes de la tierra, y no atesora, mediante las obras de amor a los demás, tesoros espirituales en el cielo. Solo esos tesoros son agradables a Dios.
Vers. 22-34. La providencia de Dios y la poca fe de los hombres.
22. Dijo después a sus discípulos: Entonces si el mantenimiento de vuestras vidas no depende de la abundancia de bienes materiales, sino de Dios, por tanto no solo os digo que no busquéis conseguir muchas cosas, sino que para lo más básico y necesario no os dejéis dominar por angustiosas y atormentadoras preocupaciones. No busquéis con agonía e intranquilidad en vuestra vida qué comeréis, ni respecto a vuestro cuerpo qué os pondréis.
23. ¿No merece vuestra vida más que la comida, y vuestro cuerpo más que el vestido? Entonces si Dios, sin que lo esperáseis, os ha dado la vida y el cuerpo, que merecen mucho más, os dará la comida y la vestimenta que valen menos.
24. Observad con atención los cuervos y pensad que ellos nunca siembran ni siegan. No tienen despensa ni almacén. Y sin embargo, aunque los hombres los cazan, y de que la carroña, de la cual viven, es algo poco frecuente y desagradable, Dios los alimenta. ¿Cuánto más os alimentará a vosotros, que sois tan distintos e incomparablemente superiores que los pájaros?
25. Aparte de que, ¿quién de vosotros, por mucho que lo intente, puede añadir un codo a su estatura? Nadie.
26. Entonces si no tenéis la posibilidad de aumentar vuestra estatura, lo cual comparado con la creación y con el mantenimiento de vuestra vida es algo mínimo, ¿por qué os preocupáis por lo demás, sobre lo cual tenéis una autoridad mucho menor que sobre vuestra estatura?
27. Atended y aprended la lección de los lirios, cómo nacen y crecen. No se fatigan ni tampoco hilan. Y sin embargo os aseguro, que ni el más ingenioso y sabio Salomón con toda su famosa gloria y el majestuoso atuendo, no se vistió jamás con tan hermosa y magnífica vestimenta, como la que tiene uno de estos lirios.
28. Entonces si Dios viste tan hermosamente las hierbas silvestres, que crecen ellas solas en los campos, y no están destinadas a tener una vida como la vuestra, sino que hoy existe y mañana es arojada al horno, ¿cuánto más os vestirá y cuidará de vosotros, hombres de poca fe?
29. Por eso vosotros no busquéis con angustia qué comeréis o qué beberéis. Y no dejéis que vuestro alma vaya de acá para allá con pensamientos ansiosos y preocupaciones.
30. Porque todo eso lo buscan como si fuesen los únicos bienes importantes y necesarios los idólatras, que desconocen al verdadero Dios y su providencia paternal. Pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas y por eso os las dará.
31. Vosotros solo buscad como lo principal de todo vivir la vida de la gracia y de la obediencia a Dios, la cual os establecerá como miembros de su reino desde esta vida y os asegurará la herencia del reino de sus bienes celestiales en el futuro eterno. Y todos estos bienes terrenales os serán dados junto con los otros.
32. No te preocupes por los bienes materiales y no temas, mi pequeño rebaño, que pareces pequeño en relación con la multitud de los infieles; porque a vosotros tuvo complacencia vuestro Padre daros el reino de los cielos. Entonces si os da un tan grande regalo y disfrute, mucho más os dará lo momentáneo y lo terrenal.
33. Y si para el aseguramiento de este reino celestial os son impedimento los bienes terrenales, vended todo lo que tenéis y dádselo como limosna a los pobres. Y con la limosna y con las buenas obras haced para vosotros mismos bolsos que no envejecen, tesoro que no pierde ni disminuye. Tesoro en los
cielos, donde ni ladrón se acerca para atraparlo, ni el óxido lo estropea.
34. Entonces a los cielos habéis de llevar vuestros tesoros con la limosna, para que esté también vuestro corazón fijado en el cielo y lo celestial. Porque
donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Vers. 35-48. El siervo fiel y prudente.
35. Vuestra cintura que esté bien ceñida, y vuestras lámparas siempre encendidas. Es decir, si queréis que sean de vuestra propiedad los tesoros celestiales, tenéis que estar siempre listos y despiertos buscando ejecutar en cada caso los mandamientos de vuestro Señor y dispuestos para servirle.
36. Para conquistar el cielo, comportaos como los que aguardan a
que su Señor regrese de las bodas, para abrile en cuanto venga y llame a la puerta. Porque también vuestro Señor se encuentra ahora en los cielos, y de la interminable celebración de los cielos vendrá de nuevo. Vendrá de nuevo ante cada uno de nosotros en la desconocida hora de la muerte, y ante todos en el glorioso día de su segunda venida.
37. Bienaventurados son los siervos aquellos que cuando venga el Señor les halle en vela. De cierto os digo que en la otra vida será su servidor y se ceñirá la cintura, para no ser obstaculizado en sus movimientos con su manto, y hará que
se sienten a la mesa, y entonces vendrá a su lado a servirles.
38. Y si viene después de la medianoche, en el segundo periodo de cuatro horas de la noche, y si viene cerca del amanecer, en el tercer periodo de cuatro horas, y los encuentra así, es decir estando en vela y esperándole, bienaventurados son los siervos aquellos. Es decir son bienaventurados todos los que están atentos y preparados, y esperan mi venida como mis fieles siervos; y están siempre dispuestos a cumplir mi voluntad y a recibirme cuando venga.
39. Sabed además por vuestra experiencia esto, que si supiese el propietario a qué hora viene el ladrón, permanecería en vela y no dejaría al ladrón abrir un agujero en la pared de su casa para entrar por allí y atrapar lo que quiera.
40. Y vosotros entonces, como no sabéis a qué hora vendrá el Señor, y porque os es desconocida la hora de vuestra muerte y el tiempo de la segunda venida, debéis prepararos continuamente; porque el Hijo del Hombre viene en momento que no esperáis: o bien con la muerte de cada uno aparte, o bien con su segunda venida para todos.
41. Entonces me dijo Pedro: Señor, ¿por nosotros dices esta parábola, o por todos? Estas promesas inauditas y por primera vez oídas que das, tienen que ver con nosotros, o se refieren a todos?
42. Dijo entonces el Señor: ¿Quién es entonces el fiel y sensato sirviente y supervisor, que su señor le establecerá como responsable en su servicio para que en momento adecuado dé la correspondiente y acordada racción de comida a cada uno de sus otros compañeros? ¿Quién demostrará ser dentro de la Iglesia de Cristo no sólo creyente, sino servidor sensato y responsable, y con toda sinceridad y sabiduría servirá y alimentará a sus ovejas?
43. Bienaventurado será el siervo aquel que cuando venga su señor le encuentre haciendo así y actuando sensata y fielmente.
44. En verdad os digo que le establecerá como responsable y administrador de todas sus existencias.
45. Mas si aquel siervo dice en su interior, "mi señor tarda en venir"; y abusando de la autoridad que le dio su señor comienza a golpear a los servidores y a las servidoras, a los criados y a las criadas, y a comer y a beber, embriagándose, y haciendo una vida desenfrenada,
46. vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le tomará la vida. Y después de su dura muerte, que valdrá como ejemplo, le pondrá con aquellos que no fueron fieles en su empresa, sino que demostraron ser estafadores. Es decir que es deber de todos nosotros servir al Señor con atención y disposición para estar siempre listos para recibirle y para darle explicaciones de nuestras acciones. Particularmente tienen este deber aquellos a quienes el Señor les estableció como sirvientes supervisores de los demás. La infracción de este deber conlleva castigos terribles y eternos.
47. Y más en general para cada siervo es válida esta norma: Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó ni hizo lo que quería su señor, recibirá muchos latigazos y será castigado duramente, porque conscientemente infringe la voluntad de su señor.
48. Pero aquel que no conoció la voluntad de su señor, y las acciones que hizo son merecedoras de latigazos y castigos, recibirá pocos latigazos. Y es justo que sea castigado también éste, porque por pereza no conoció la volunad de su señor. Al que mucho le fue dado, mucho le será pedido. En relación a los carismas, el conocimiento y el puesto que tiene cada uno, está también su responsabilidad. Y al que mucho le fue confiado, mucho le será pedido, más que a aquellos que recibieron menos.
Vers. 49-53. División a causa de Cristo.
49. Este tiempo no es tiempo para llevar una vida promiscua y dormir, y para pasar mis siervos sus días sin preocupaciones. He venido para poner fuego en la tierra. Es decir que he venido para provocar el incendio que dentro de los corazones bien dispuestos creará un amor (agapi) ardiente y celo por Dios. A los que tengan mala disposición sin embargo y a los hombres reacios les provocará un odio fanático. Y así serán apartados los fieles de los infieles. He venido a lanzar el fuego de esta lucha espiritual desde el cielo a la tierra. ¿Y qué más quiero, si ahora ya se ha encendido este fuego?
50. Pero para encenderse realmente y para que se expanda este fuego, he de ser anteriormente bautizado por el bautizo de sangre y de la muerte por crucifixión que está establecido para mí. ¡Y cuánto ansío y me impaciento hasta que tenga lugar este bautismo! Porque su premonición y su recuerdo agita mi alma.
51. ¿Pensáis que he venido a traer en la tierra una paz mundial, como se la imaginan los que esperan al Mesías como un rey terrenal y un conquistador? No. Os aseguro que no he venido a traer tal paz, sino sólo división y ruptura.
53. Estará dividido el padre que no creyó en el evangelio contra su hijo que creyó. Y el hijo infiel estará dividido contra su padre. La madre infiel contra si hija fiel, y la hija contra su madre. La suegra, que es la misma persona que la madre de la casa, estará dividida en contra de su nuera, y la nuera en contra de su suegra.
Vers. 54-59. Interpretación de los tiempos. Conciliación inmediata.
54. Decía además a la multitud del pueblo: Los tiempos son críticos, no lo entendéis. Pero sois inexcusables. Porque los otros tiempos, el buen y el mal tiempo atmosféricos, los entendéis. Cuando véis nubes que vienen por el oeste, enseguida decís: Viene lluvia; y así es.
55. Y cuando viene viento del sur, decís: va a hacer calor. Y hace.
56. ¡Hipócritas! Y os llamo así, porque mientras que en cuanto a vuestros bienes terrenales tenéis una gran percepción y provisión, para los más elevado e importante, de lo cual depende vuestra salvación, no tenés buena disposición ni interés por percibirlos. Es decir que las señales exteriores del horizonte y de la tierra sabéis distinguirlas; las señales de los tiempos sin embargo que predeterminan la venida del Mesías, ¿cómo no las distinguís?
57. ¿Por qué no distinguís qué es lo justo y lo correcto y por vosotros mismos, sin señales, con vuestra conciencia y vuestro pensamiento como únicos guías? ¿Por qué no veis que vuestra vida no es acorde con la voluntad de Dios y por qué no decidís cambiar de conducta y de modo de vida?
58. Apresuraos y reconciliaros con Dios y no os demoréis. Cuando te diriges a juicio con tu litigante, intenta en el camino reconciliarte y liberarte de él; quizás te arrastre al juez sin que lo quieras, y el juez te entregue al cobrador, y el cobrador entonces te arroje a la cárcel.
59. Te digo que no saldrás de allí, hasta que -cosa imposible- pagues hasta el último céntimo. Reconciliaos entonces con Dios ahora que todavía hay tiempo, antes de que estalle su justa ira. Porque si os presentáis en su terrible tribunal siendo deudores, os espera un castigo inexorable y eterno.
CAPÍTULO 13
Vers. 1-5. Incitación al arrepentimiento.
En este mismo momento en que hablaba el Señor sobre las señales de los tiempos, se presentaron allí unos que comenzaron a hablarle sobre de la matanza de galileos, a los cuales degolló Pilato cuando estaban ellos ofreciendo sacrificios, mezclándose así su sangre con la sangre de los animales que sacrificaban.
2. Respondiendo Jesús, les dijo: Pensáis que estos
galileos eran más pecadores que todos los
galileos, por eso les pasó eso y se encontraron con un final lamentable?
3. No, os digo; no eran ellos los peores; pero su muerte tuvo lugar como ejemplo correctivo para vosotros. Porque si no os arrepentís, os perderéis todos del mismo modo. Porque los romanos os matarán a todos e invadirán Jerusalén, y entonces la sangre de muchos de vosotros será mezclada con vuestros sacrificios.
4. ¿O quizás pensáis que aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre que estaba construida en Siloé, y los mató, eran más pecadores y deudores frente a Dios que todos los hombres que
habitan en Jerusalén?
5. Os aseguro que no. No eran ellos los peores. Pero sufrieron ellos para que os corrijáis vosotros. Pero si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente, enterrados bajo las ruinas de vuestra capital.
Vers. 6-9. La parábola de la higuera estéril.
6. Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, es decir sobre un terreno que era cultivado continuamente, cada año. Pero cuando vino a buscar fruto en ella, no lo halló.
7. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. Córtala de raíz. ¿Para qué ocupar injustamente el terreno e inutilizar esta parte de la tierra, en la cual podría ser plantado otro árbol que de fruto?
8. Pero aquel le respondió: Señor, déjala también este año, para que yo cave alrededor de ella, y la eche abono.
9. Y si diere fruto, entonces la dejaremos y no la cortaremos. Pero si no da fruto, entonces la cortarás cuando tengas la oportunidad en el futuro. Así sucederá con cada hombre negligente no arrepentido. Pospone desdeluego Dios castigarle esperando su arrepentimiento. Pero si finalmente el pecador no produce frutos espirituales de arrepentimiento, la justa ira de Dios le abandonará y le golpeará duramente. Esto tuvo también lugar de un modo más manifiesto en la sinagoga de los judíos, la cual, debido a que hasta el final se mostró sin frutos y sin arrepentir, fue entregada a la destrucción.
Vers. 10-17. La curación de la mujer encorvada
10. Un Sábado Jesús enseñaba de nuevo en una sinagoga.
11. Allí se encontraba una señora que padecía una enfermedad desde hacía dieciocho años debido a un espíritu malvado. Y por eso estaba continuamente encorvada con el cuerpo doblado y de ninguna manera podía enderezar su cabeza.
12. Entonces cuando Jesús la vio, la llamó, diciéndola: Mujer, quedas liberada de tu enfermedad.
13. Y puso las manos sobre ella. En el mismo momento ella se enderezó, y luego glorificaba a Dios por su curación.
14. Entonces el principal de la sinagoga, lleno de indignación porque Jesús hubiese hecho esa curación en el día del Sábado, sanado en el día de reposo, se giró hacia la gente y dijo: Seis días tenemos a nuestra disposición para trabajar, y sólo en esos días está justificado y hemos de hacerlo. Entonces en estos días laborales venid y curad, y no en el día del Sábado.
15. Entonces el Señor le respondió: Hipócrita, bajo el pretexto del respeto por el día de descanso del Sábado escondes odio y maldad. ¿No desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre en el día del Sábado y lo lleva a beber? Y esto lo hace sin considerarse infringimiento del mandamiento del descanso del Sábado, según la interpretación de este mandamiento que está reconocido por la tradición.
16. A esta sin embargo, que es hija y descendiente de Abraham, que Satanás la había atado con esta enfermedad, debido a la cual no podía ponerse recta durante dieciocho años enteros, no era correcto e imprescindible que fuese desatada de esta interminable y dolorosa atadura suya en el día del Sábado?
17. Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios. Y todo el pueblo se alegraba por todas las obras brillantes y milagrosas que continuamente hacía Jesús.
Vers.18-21. La parábola de la semilla de la mostaza y la levadura
18. Con motivo de este entusiasmo del pueblo se le presentó a Jesús viva la imagen de la expansión y de la fuerza renovadora del reino que vino a fundar. Decía entonces el Señor: ¿A qué es semejante el reino de Dios, el cual será establecido también en la tierra con la fundación de la Iglesia? ¿y con qué lo
compararé?
19. Es semejante al pequeño grano de mostaza, que un hombre tomó
y sembró en su huerto. Y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo
anidaron en sus ramas. Así también el logos del Evangelio del reino, así como el reino de Dios, el cual se ha establecido ya sobre la tierra con la fundación de la Iglesia. Pasa desapercibido y es insignificante al principio, pero obtendrá gradualmente enormes conquistas y continuará proporcionando protección y descanso a las almas.
20. Y volvió a decir: ¿Con qué compararé el reino de Dios?
21. Es semejante a la levadura, que una mujer tomó y
escondió en una gran medida de harina. Y quedó allí oculta la levadura, hasta que toda la masa hubo fermentado. Así también el reino de los cielos en la tierra con la predicación de la fe; no será impuesta por medios de poder exteriores, violencia y coacción, sino que como la levadura se introducirá poco a poco y será fermentada toda la masa de la humanidad.
Vers. 22-30. Cuántos se salvarán. La puerta estrecha.
22. Mientras Jesús se dirigía a Jerusalén, pasaba al mismo tiempo por ciudades y aldeas y les enseñaba.
23. Le preguntó entonces alguien: Señor, ¿tal vez son pocos los que se salvarán? Pero él, evitando dar respuesta a una pregunta hecha por simple curiosidad, dirigió su palabra sobre algo beneficioso, y les dijo:
24. Habéis de llevar a cabo intentos y luchas para entrar por la puerta estrecha, abnegando vuestras malas costumbres y vuestra vida pecadora. Y habéis de llevar a cabo esta lucha, porque os aseguro que muchos que tienen una disposición relajada buscarán entrar, pero como no han tomado la decisión de luchar, no podrán conseguirlo.
25. Cuando pase la hora y se levante Cristo, el señor del reino, y cierre la puerta -y esto sucederá en el momento de la muerte de cada uno particularmente y en la segunda venida para todos- y comencéis vosotros a poneros fuera y a golpear la puerta diciendo: "Señor, Señor, ábrenos", aquel entonces os responderá: No os conozco, ni sé de dónde sois, y no os he reconocido jamás como míos o como mis amigos.
26. Entonces comenzarés a decir: "Nosotros bebimos y comimos frente a tí, porque estuvimos presentes en la adoración divina, y nos enseñaste en nuestras plazas, donde también estábamos nosotros y te escuchábamos".
27. Y dirá el señor de la casa: "Os aseguro que no os conozco, ni sé de dónde sois ni de quién procedéis". No habéis intentado ser renacidos por el Espíritu Santo, para emparentaros conmigo. Iros lejos de mí todos vosotros que habéis trabajado en vuestra vida la injusticia; porque incluso hasta mis carismas y mis dones los habéis utilizado no según mi voluntad, sino según la vuestra.
28. Allí, lejos del Señor y de su reino, en vano lloraréis inconsolablemente, y apretaréis los dientes por las torturas insoportables, cuando veais a Abraham y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas dentro del reino de Dios, mientras que vosotros sois arrojados fuera, expulsados y excluidos del reino.
29. Vendrán hombres de lugares del este y del oeste, del norte y del sur del mundo, y se sentarán en la mesa festiva y jubilosa del reino de los cielos. Allí recibirán descanso y disfrutarán los bienes espirituales eternamente por los esfuerzos y las luchas a las cuales se sometieron con el ojetivo de entrar en el reino de Dios.
30. Y he aquí algo sorprendente que sucederá: Hay muchos que ahora aquí son los últimos, pero entonces allí serán primeros. Y hay muchos que ahora aquí son los primeros, pero que allí serán los últimos. Es decir que muchos de los gentiles, que parecen ahora los últimos debido a que no descienden de los Patriarcas, serán primeros con la fe y con la obediencia que mostrarán a Cristo. Y muchos de los judíos, que constituyen ahora el pueblo elegido de Dios y parecen los primeros, serán los últimos debido a su infidelidad en Cristo.
Vers. 31-35. Amenazas de Herodes. Lamento sobre Jerusalén.
31. Aquel mismo día llegaron unos fariseos, los cuales por evidia y odio intentaban detener la obra de Jesús y atemorizar a sus fieles. Querían además parecer agradables a Herodes, porque éste consideraba peligrosa para él mismo la presencia de Jesús en las partes de su jurisdición. Y para hacer que se fuese, le dijeron: aléjate de los términos de la jurisdición de Herodes y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
32. Y él les dijo: Id, y decid a ese hombre que tiene el engaño y la astucia y la malicia del zorro: Están medidos los días de mi vida. He aquí, hoy y mañana hago obras benefactoras y provechosas para todos, echo fuera demonios y hago curaciones, y al tercer día, es decir dentro de muy poco, llego al final de mi obra y de mi vida.
33. Que no se moleste sin embargo Herodes y que no continúe con amenazas. No me matará él. Según la decisión de mi Padre, hoy y mañana, es decir los pocos días que todavía me quedan, he de vivirlos, y no puede nadie desbaratar los planes y la voluntad de Dios. Y los siguientes días, obedeciendo a la voluntad divina, he de ir a Jerusalén para morir; no aquí, como amenaza Herodes, sino allí. Porque no es posible ni tampoco se acostumbra a asesinar profetas fuera de
Jerusalén.
34. ¡Jerusalén, Jerusalén, desdichada y deplorable ciudad! Tú que matas a los profetas, y
apedreas a los que te envía Dios! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos,
con el afecto que tiene la gallina cuando reune sus muchos polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!.
35. He aquí, como castigo os es dejada vuestra casa desierta y desprotegida por Dios; es decir que deja y abandona vuestra ciudad y el templo en ella solo en vuestras manos. Os
digo además que ya no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que os arrepintáis y creáis. Entonces seréis incluidos entre los miembros de mi Iglesia y diréis por mí: Bendito es el que
viene en nombre del Señor como su enviado y su representante.
CAPÍTULO 14.
Vers. 1-6. La curación de un hidrópico.
Un Sábado Jesús vino a la casa de uno de los principales de los fariseos a comer. Pero los fariseos le observaban y le vigilaban con atención por si hacía o decía algo fuera de la ley o digno de condena.
2. En un momento dado se puso delante de él un hombre que sufría hidropesia, pero dudó en pedirle en público su curación, porque estaban delante los intérpretes de la ley y los fariseos. Tenía sin embargo la esperanza de que el Señor tendría compasión de él.
3. Entonces tomó la palabra y preguntó a los intérpretes de la ley y a
los fariseos, diciendo: ¿Está permitido tal vez que sane alguien enfermos en el día del Sábado? Mas ellos se callaron y no respondieron, porque no se atrevían a decir que no está permitido.
4. Entonces Jesús, tras tomar al enfermo y tocarle con sus manos, le sanó y le dio después permiso para irse.
5. Después se dirigió a los fariseos y respondiendo a sus pensamientos ocultos, les dijo: ¿Quién de vosotros, cuando cae en algún pozo su hijo o su buey, no hará todo lo posible para sacarle rápidamente de allí en el día del Sábado? Entonces si esto lo consideráis permisible, ¿cómo acusáis de infractor del Sábado a aquel que en este día no con fatigosos intentos sino con una sola palabra suya ayuda no a un animal irracional sino a un hombre con juicio que sufre?
6. Y no le podían responder a estas cosas, porque estaba muy claro que no tenían razón.
Vers. 7-14. Enseñanza sobre humildad.
7. Observando además de qué modo los invitados pretendían ocupar los primeros asientos a la
mesa, comenzó a decirles una parábola, con la cual enseñarles la humildad. Les dijo entonces:
8. Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te
sientes tú solo en el primer lugar, no sea que haya otro convidado que sea superior ti en cuanto a posición social se refiere.
9. Y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: dale tu sitio a éste. Y comenzarás entonces con vergüenza a buscar asiento. Y debido a que mientrastanto los demás ya se habrán sentado y ninguno de ellos te ofrecerá su puesto, te verás entonces obligado, avergonzado, a ocupar el último lugar.
10. Por eso cuando estés convidado en algúna parte, ve y siéntate en el
último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: amigo, ven más delante y siéntate más en el centro, en un puesto de mayor dignidad.
11. Entonces quien toma él sólo el primer puesto es ridiculizado, mientras que quien deja que se lo ofrezcan a los demás es glorificado, porque se cumple la norma general y regla: quien se eleva a sí mismo él solo será humillado; y
el que se humilla a sí mismo, será enaltecido.
12. Dijo también al que le había convidado: cuando hagas almuerzo o cena, no te limites a llamar solo a tus amigos o a tus hermanos, a tus parientes o a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas
recompensado por ellos por lo que les hiciste, y no por Dios.
13. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los
mancos, los cojos y los ciegos;
14. y serás bienaventurado, porque ellos no pueden devolvértelo con nada más que con bendiciones. Eres bienaventurado, porque esto que hiciste Dios te lo recompensará en la resurrección de los justos, cuando retribuya cada buena obra y virtud.
Vers. 15-24. La parábola de la gran cena.
15. Cuando lo oyó esto uno de los que estaban sentados con él a
la mesa junto con el Señor, le dijo: Bienaventurado es aquel que participe en la mesa del reino de Dios junto con el Mesías y los Patriarcas y con los otros justos.
16. Jesús entonces, queriendo enseñar qué virtudes ha de tener alguien para participar en el eterno regocijo del reino de Dios, le dijo: Un hombre hizo una gran
cena, y convidó a muchos. Es decir que la alegría y el disfrute del reino eterno es similar a una majestuosa cena que Dios preparó. A ella no invitó en un principio a todos los hombres, sino a muchos, esto es, sólo a los judíos.
17. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: venid y no lo pospongáis, porque ya está todo listo. (Es decir en cada época Dios mandó a sus enviados. Y al final envió a Juan el Bautista y después a su Hijo, quien haciéndose hombre tomó la forma de siervo).
18. Entonces comenzaron todos los invitados, uno después de otro, como si lo hubiesen acordado, a justificar su ausencia en la cena. El primero le dijo: He comprado un terreno y he de salir fuera, para verlo. Te lo ruego, considérame excusado y liberado de la obligación de ir.
19. Otro le dijo: He comprado cinco parejas de bueyes y voy
a probarlos. Por favor, perdona mi justificada ausencia.
20. Y otro le dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo
ir. Es decir, todos los invitados fueron absorbidos por sus cuidados y preocupaciones carnales y de la vida y se desinteresaron de la llamada de Dios, quien les invitó para ser participantes y herederos de su reino.
21. Entonces cuando volvió el siervo aquel, le hizo saber a su señor todo lo que le dijeron los invitados.
Entonces el señor de la casa se enfadó y dijo a su siervo: Vé pronto por las
plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí dentro a los pobres, los mancos, los
cojos y los ciegos que encuentres allí. Es decir invita a todos los menospreciados entre los israelitas, ya que los señores oficiales de Israel se niegan a recibir la salvación que les ofrece el Mesías.
22. Poco después regresó el siervo y le dijo: Señor, se ha hecho como mandaste,
y aún hay puestos vacíos en la casa para que otros también sean invitados.
23. Dijo entonces el señor al siervo: Sal fuera de la ciudad por los caminos y por
los vallados de las propiedades, donde normalmente se juntan los errabundos, que no tienen casa ni residencia fija. Y porque ellos dudarán por timidez en formar parte de mi cena, proponles con insistencia que entren aquí, para que se llene mi casa. Es decir invita también a los gentiles o paganos o idólatras a formar parte de los bienes de mi reino.
24. Porque os aseguro que ninguno de aquellos hombres que
fueron convidados y negaron mi invitación se sentarán en mi cena y tampoco la gustarán.
Vers. 25-27. Obligaciones de los discípulos de Cristo.
25. Junto con Cristo caminaba una gran multitud de gente. En un momento dado Jesús se detuvo, se giró hacia ellos y les dijo: Bien me seguís ahora y queréis ser discípulos míos y amigos míos. Pero aprended lo que es necesario para cada discípulo mío puro.
26. Si alguno viene junto a mí, y no aborrece a su padre, y a su madre, y a su mujer, y a sus hermanos y hermanas, en cuanto a que éstos le son impedimento para seguirme, y aun también su propia vida, en cuanto a que tenga miedo de perder su vida, y sea causa de que me niegue, este hombre no puede ser mi discípulo.
27. Y el que no tome sobre él su cruz, es decir el que no tome la decisión de soportar por mí incluso hasta la muerte por crucifixión, y no me sigue con esta decisión, no
puede ser mi discípulo.
Vers. 28-35. Consrucción de la torre y la expedición del rey.
28. Examinaos bien a vosotros mismos y habiendo pensado el someteros a estos sacrificios, entonces tomad la decisión de seguirme. Examinad atentamente este tema, incluso más, al menos como los que estudian asumir costosas o peligrosas empresas mundiales. Porque,
¿quién de vosotros, queriendo edificar una casa con una torre, no se sienta primero y
calcula los gastos, para ver si tiene el dinero que le hará falta para terminar la torre?
29. Así cada hombre consecuente calcula la obra; para que no le suceda, que después de haber puesto el cimiento, no pueda acabar la torre y comiencen así a burlarse de él todos los que vean que la obra quedó sin terminar,
30. diciendo que este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar la construcción. Constucción espiritual, eterna e indestructible estáis llamados a construir vosotros también, si os convertís en mis discípulos. ¿Estáis entonces decididos a someteros a estos sacrificios y no dejar la obra sin terminar?
31. Pero cada discípulo mío es llamado también a participar en la guerra como soldado mío. Por esto entonces, antes de ser alistado en mi formación, que lo piense bien. Porque, ¿qué
rey, que sale al encuentro de otro rey para luchar contra él, no se sienta primero a pensar y a calcular si tiene la fuerza con diez mil para enfrentarse y derrotar al que viene contra él con veinte mil?
32. Y si no tiene el poder para derrotarlo, puede, cuando el otro todavía esté lejos, enviarle mediadores para dialogar como representantes suyos, solicitando negociaciones de paz.
33. Así pues, cualquiera de vosotros que no hace desde antes un cálculo y no renuncia a todo, a todas sus existencias, es decir que sus relaciones y lazos naturales y la riqueza y los disfrutes y su vida misma, no puede ser discípulo mío.
34. Es bueno que sea alguien mi discípulo y que se convierta en sal espiritual, lo cual evita la pudredumbre moral y reestablece la salud en la vida de los hombres. Pero si la sal pierde su capacidad de salar, ¿cómo la recuperará de nuevo, para ser útil de nuevo?
35. Esta sal no es adecuada ni sirve para ser echada al suelo como tierra inocua y productiva, ni para ser utilizada como abono. Se tira fuera como inservible. El que tenga oídos espirituales y un interés real para escuchar y aplicarse lo que digo, que escuche. Y que aprenda que cada discípulo mío que no se niega a sí mismo y a todas sus ataduras terrenales se conviete en sal inservible, que ha de ser arrojada fuera y ser pisoteada por todos.
CAPITULO 15
Vers. 1-7. La parábola de la oveja perdida.
A cada ciudad o aldea que iba Jesús, iban junto a él todos los publicanos y pecadores. No solo por curiosidad para ver sus milagros, sino también movidos por un sincero interés por escuchar su enseñanza.
2. Pero los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos, diciendo:
Este recibe con mucha amabilidad y familiaridad a los pecadores y come con ellos, infringiendo la tradición de los ancianos, que nos enseñaron a ser decentes, y a no hacer compañía con tales tipos de personas.
3. Pero al contrario el Señor le dijo esta parábola:
4. ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si
pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la
que se perdió, y no para de buscarla hasta encontrarla?
5. Y cuando la encuentra, no la da una patada ni la arrastra tras de sí, sino que cansada como está, la coloca contento sobre sus hombros.
6. Y cuando llega a su casa, reúne a todos sus amigos y vecinos juntos,
diciéndoles: Alegraos también vosotros conmigo, porque he encontrado la oveja mía que se había
perdido.
7. Os aseguro entonces que del mismo modo habrá mayor y más intensa alegría en el cielo por un
pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de
arrepentimiento. ¿Por qué entonces me acusáis de recibir y atender a los pecadores y buscar su salvacion?
Vers. 8-10. La Parábola del dracma perdido.
8. ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una de ellas, no enciende el candelero para iluminar bien el lugar y todas las esquinas de su casa, y barre y busca con atención incluso en la basura, hasta que encuentre el dracma perdido?
9. Y cuando lo encuentra, llama a todas sus amigas y a todas sus vecinas, y les dice: alegraos conmigo, porque he encontrado el dracma que perdí.
10. Entonces así como la mujer se alegra por el hallazgo del dracma, así también os aseguro que tiene lugar alegría en los cielos ante los ángeles de Dios, los cuales participan en esta alegría, por un hombre que se arrepiente.
Vers. 11-32. La parábola del hijo pródigo.
11. Y para que estuviese más clara y para hacer más comprensible esta verdad, dijo tabién la siguiente parábola: Un hombre, es decir Dios, tenía dos hijos.
12. El hijo menor representa al pecador desertor, que se marcha de la obediencia y de la protección del Padre celestial. Dijo entonces el hijo menor a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre repartió a sus dos hijos la herencia. Es decir Dios al pecador que quiere vivir lejos de él también le da todos los medios para su subsistencia y todos los carismas espirituales y materiales que le harían feliz espiritualmente, si éste no los desperdiciase.
13. Después de unos días el hijo menor juntó todo lo que le dio su padre y se fue a un país lejano. Allí gastó toda su herencia llevando una vida libertina y de derroche. Así también cada pecador debido a sus pecados se separa de Dios y es llevado muy lejos de él. Y con el abuso de los carismas que le dio el padre celestial se deprava y se corrompe.
14. Cuando el hijo menor gastó todo lo que tenía, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a faltarle. Es decir, cada pecador no tiene disfrutes interminables. Tarde o pronto sentirá la miseria y el vacío que crea en su corazón la vida pródiga y la ausencia del consuelo divino.
15. Y el hijo pródigo debido a su carencia y a su hambre fue donde uno de los habitantes de esa ciudad, el cual le contrató como siervo. Y le envió a sus tierras a apacentar cerdos, decir animales impuros, que provocaban repugnuncia y rechazo a un judío, como era el hijo menor. ¡En qué deshonra termina y cuánto pierde su dignidad el desdichado pecador!
16. Y deseaba el hijo menor llenar su vientre de las algarrobas que comían los
cerdos. Pero nadie le daba, porque los servidores que hacían el reparto tenían cuidado de que no se quedasen sin comida los cerdos.
17. Pero en algún momento él, volviendo en sí de la embriaguez y de la locura del pecado y dijo: ¡Cuántos trabajadores aslariados de mi padre tienen abundancia de pan, y yo corro el peligro de morirme de hambre! Es decir el primer paso del arrepentimiento del pecador es el sentimiento de su miseria.
18. Después de este sentimiento continúa la decisión salvadora. Me levantaré, dice el prodigo, e iré a mi padre y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo. (Porque allí los ángeles realizan con devoción y respeto la voluntad divina, y como obedecen ellos, así son llamadas todas las creaciones a obedecerle a él, y lamentan el distanciamiento de cada hombre). También he pecado contra tí, porque he menospreciado tu afecto y no he tenido en cuenta la pena que has sentido desde que me fui lejos de tí.
19. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo. No busco ser contratado ni como siervo permanente quedándome continuamente en tu casa. Hazme como a
uno de tus trabajadores asalariados.
20. Y la decisión salvadora comenzó a realizarse. El pródigo se levantó y comenzó e viaje hacia su padre. Y cuando aún estaba
lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia. Entonces salió a su encuentro corriendo, y se echó sobre
su cuello, le abrazó fuertemente y le besó con afecto. Es decir Dios no sólo recibe al pecador que se arrepiente y vuelve a él, sino que incluso antes de acercarse el pecador, se apresura a buscarlo, y lo abraza con afecto.
21. Y mientras el padre mostraba tal afecto, y seguía la tan cálida reconciliación, el hijo compungido hizo su confesión diciendo: Padre, he pecado contra el cielo
y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.
22. El padre entonces le interrumpió y dijo a sus siervos: Sacad el mejor
vestido de todos los que tenemos, como el que tenía antes de irse de mi casa. Y porque él, por el estado en el que está, sentirá vergüenza de ponérselo, vestidle vosotros, para que no esté ya desnudo y andrajoso. Y dadle un anillo para que lo lleve en su mano, como lo llevan los señores y los libres. Dadle también calzado en sus pies, para que no camine descalzo como los esclavos. Es decir lo reestablezco completamente en su puesto y en sus derechos que tuvo antes de convertirse en pródigo.
23. Y traed y degollad uno de los becerros que alimentamos aparte, para alguna situación especial y jubilosa. Comamos entonces, alegrémonos y festejemos con canciones y bailes.
24. porque este mi hijo hasta hace poco estaba muerto, y ha resucitado; estaba perdido, y ha sido hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25. Pero el hijo mayor, al cual eran semejantes los fariseos, estaba en el campo. Y cuando vino, y se acercó a la casa, oyó instrumentos y canciones y danzas.
26. Llamó entonces a uno de los criados que estaban fuera, y le preguntó, para enterarse de qué sucedía, qué significaba todo aquello.
27. Y él le dijo: ha vuelto tu hermano, y tu padre ha
hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
28. Pero el hijo mayor entonces se enojó y no quiso entrar en casa. (Así actuaban también los fariseos, que se escandalizaban cuando veían al Señor relacionarse con los pecadores y enseñarles). Entonces su padre salió fuera y le rogaba con el mismo afecto que recibió a su hijo menor.
29. Pero el hijo mayor respondió a su padre: Tantos
años estoy a tu servicio y nunca he desobedecido a ninguna orden tuya. Y a pesar de ello nunca me has dado ni un
cabrito para gozarme con mis amigos. (¡Cuánto se equivoca el hijo mayor! Si hubiese sido tan disciplinado ante su padre, ¿cómo ahora le desobedece con tal convinción? ¿Y cuándo pidió un cabrito a su padre, y su padre no se lo dio?
30. Pero cuando vino este tu hijo gandul, que derrochó tu herencia en prostitutas, has hecho matar para él el mejor becerro gordo. (El hijo mayor utilizó el lenguaje arrogante de los fariseos, que menospreciaban a los pecadores, pensando que sólo ellos eran justos y por eso tenían derechos exclusivos en cuanto al amor de Dios).
31. El padre entonces le respondió: Hijo mío, tú siempre estás conmigo. Y todo lo que tengo, tuyo es.
32. Deberías tú también ahora haberte alegrado y regocijarte, porque este hermano tuyo, del cual con tanto menosprecio hablas, estaba muerto, y ha resucitado. Estaba perdido y se ha encontrado.
CAPITULO 16.
Vers. 1-13. La parábola del mayordomo injusto y la enseñanza correspondiente.
1. Pero los fariseos estaban dominados por otra maldad más. Eran avariciosos y guardaban el dinero egoístamente sólo para ellos. Dijo entonces el Señor a sus discípulos también la siguiente parábola, para enseñarles cómo cada uno ha de utilizar la riqueza. Había un hombre
rico, que tenía un mayordomo y administrador de su riqueza. A este mayordomo entonces algunos le acusaron ante su señor de dispesar y de malgastar su riqueza.
2. Entonces le llamó su señor, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo
acerca de ti? Dame cuenta de tus administraciones, y entrega tu administración, porque ya no podrás ser más mi mayordomo y mi administrador.
3. Entonces el mayordomo pensó y dijo en su interior: ¿Qué haré ahora, que mi amo me ha quitado la administración? Cavar en el campo, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
4. Ya he encontrado y he decidido lo que voy a hacer, para que me reciban los hombres en sus casas y me hospeden, cuando me expulse mi señor de la administración.
5. Y llamando aparte a cada uno de los deudores de su amo, dijo
al primero: ¿Cuánto debes tú a mi amo?
6. Y él le respondió: Cien barriles pequeños de aceite, es decir alrededor de 3.450 litros. Y el administrador le dijo: Toma tu
cuenta, y escribe rápido cincuenta barriles.
7. Después dijo a otro deudor: ¿tú cuánto debes? Y él dijo:
Cien sacos de trigo de los de aproximadamente 46 kilos, es decir 4.600. Le dice entonces el administrador: Toma tu cuenta, y en lugar de cien escribe ochenta. De este modo el administrador actuó injustamente cotra su señor, pero según él actuó justa y sensatamente.
8. Y alabó el amo al mayordomo, no por la injusticia que le hizo, por la cual le denominó administrador de la injusticia, sino porque actuó sabia y premeditadamente sobre sí mismo. Que no le parezca a nadie extraño que este mayordomo haya actuado tan sabiamente; porque los hombres que están apegados a este vano mundo, en vistas a asegurar sus intereses terrenales, demuestran ser más precabidos y sensatos en su comportamiento y en sus relaciones con los hombres de la sociedad y de su época, de lo que lo son en sus aspiraciones y el aseguramiento de los bienes espirituales los hombres que fueron iluminados por la verdad y se convirtieron en hijos de la luz.
9. Y yo os digo lo siguiente: así como este injusto mayordomo y administrador buscó oportunamente asegurarse la amistad de los deudores de su señor, también vosotros buscad hacer por vuesro bien amigos por medio de las riquezas
injustas; porque las grandes riquezas normalmente se consiguen con injusticia. Pero si alguien retiene la riqueza para él solo, comete gran injusticia. Haced entonces vosotros también amigos de la riqueza injusta haciendo buenas obras de filantropía a vuestros prójimos, de modo que, cuando muráis, os reciban estos amigos vuestros en las moradas eternas del paraíso.
10. Vosotros repartiendo vuestra riqueza en buenas obras, no os pareceréis al mayordomo injusto, el cual previó hacer amigos mediante robos y abusos a cargo de su señor. Porque vosotros repartiendo beneficiosamente la riqueza demostraréis ser honrados y dignos administradores y mayordomos de Dios, quien os confió los bienes materiales. Y quien es digno con los bienes materiales, los cuales en comparación con los bienes celestiales es algo mínimo e insignificante, éste también es fiel en los bienes celestiales, los cuales son inestimables. Y el que es injusto en lo mínimo, será injusto e indigno de confianza también en la muchas e inestimables riquezas.
11. Entonces si con la riqueza injusta no os mostrásteis dignos de confianza y honrados, sino que la administrásteis egoístamente y de modo contrario a la voluntad de Dios, quien os la administró, la verdadera y eterna riqueza del reino, ¿quién os la confiará? Nadie.
12. Y si no demostrásteis ser dignos de confianza en la riqueza material, que no tiene realción con vuestra naturaleza espiritual y no podéis nunca hacerla firme y eterna propiedad vuestra, la riqueza espiriual que Dios preparó para ser propiedad eterna vuestra, ¿quién os la dará? Nadie.
13. No os engañéis a vosotros mismos pensando que podéis estar apegados a la riqueza y al mismo tiempo servir también a Dios. Ningún sirviente puede ser siervo de dos señores al mismo tiempo. Porque odiará a uno y amará al otro, o se apegará en uno y menospreciará al otro. O odiará las riquezas y amará a Dios, o se apegará a las riquezas y menospreciará a Dios. No podéis ser al mismo tiempo siervos de Dios y de la riqueza.
Vers. 14-18. Reprimenda de los fariseos.
14. Todo esto lo oían también los fariseos, que eran
avaros, y se burlaban de él, porque pensaban que Dios les había dado la riqueza como recompensa por su justicia.
15. Pero Jesús les dijo: Vosotros sois quienes buscáis parecer justos frente a los hombres; pero Dios conoce vuestros
corazones y vuestro interior y os detesta. Porque lo que con apariencia e hipocresía parece elevado y admirable para los hombres, es detestable y repugnante delante de Dios.
16. Particularmente ahora que el reino de los cielos es establecido sobre la tierra, cuidaos de ser justos, para que os reconozca y para que seáis elevados por Dios. Otra temporada ha comenzado ahora. La ley con las prefiguraciones y sus concepciones anticipadas, con los profetas con sus profecías, profetizaron hasta Juan; y todo esto ahora se hace realidad. Pero desde la época de Juan es anunciado públicamente el jubiloso mensaje del reino de Dios, y cada hombre sensato se esfuerza a sí mismo y se apresura por entrar en él.
17. Pero no os imaginéis, que porque ya se hayan cumplido y hecho realidad las prefiguraciones y sus concepciones anticipadas de la ley, que han cesado de ser vigentes sus determinaciones morales. Es más fácil que el cielo y la tierra se pierdan y sean destruidos, a que declive aunque solo sea una coma, es decir que pierda su autoridad, incluso hasta el más pequeño de los mandamientos.
18. De hecho ahora la ley será aplicada más severamente de lo que lo fue en los años anteriores a mí. Prueba de ello es que quien se separa ahora de su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y quien se casa con una mujer separada de otro hombre, comete adulterio.
Vers. 19-31. La parábola del rico y de Lázaro.
19. Continuando su enseñanza el Señor sobre el buen uso de la riqueza, dijo también la siguiente parábola: Había un hombre rico, el cual llevaba vestimentas reales. Por fuera llevaba una prenda roja carísima de lana, y por dentro llevaba un manto de lujo blanco de lino fino egipcio. Y se divertía en ricos banquetes cada día con suntuosidad.
20. Había también sin embargo un pobre que se llamaba Lázaro, el cual estaba lleno de heridas y abandonado cerca de la puerta exterior del rico.
21. E intentaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico. Y por si no le fueran suficienten estas privaciones, dado que estaba prácticamente desnudo, también venían los perros y lamían sus heridas. Pero a pesar de ello no salió de la boca de Lázaro ni las más mínima palabra de queja en contra del rico o alguna lamentación en contra de Dios.
22. Sucedió entonces que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles de Dios al seno de Abraham, para encontrar descanso allí dentro en el paraíso. Murió entonces también el rico, y los hombres lo enterraron con magnificiencia. Sin embargo no aparecieron los ángeles de Dios por ninguna parte yendo a por él.
23. Y en el lugar del Hades, siendo atormentado, levantó sus ojos y vio de lejos a Abraham y a Lázaro estando en su seno.
24. Este que en la tierra lo tenía todo y no rogó a nadie que le ayudase, ahora voceó diciendo: Padre mío Abraham, compadécete de mí. Ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje el extremo de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy siendo atormentado y sufro en este fuego.
25. Pero Abraham le respondió: hijo mío, recuerda que tú has disfrutado en gran medida tus bienes cuando vivías en la tierra. Mientras que Lázaro respectivamente disfrutó los males de la desgracia y de la enfemedad. Pero ahora aquí Lázaro es consolado por lo que sufrió continuamente, mientras que tú sufres y eres atormentado sin interrupción, tal como ininterrumpida y continua fue tu felicidad sobre la tierra.
26. Y aparte de todo esto existe entre nosotros un gran abismo, de modo que los que quieran pasar desde aquí hacia donde estáis vosotros no puedan, pero tampoco los que están allí puedan pasar ante nosotros.
27. Dijo de nuevo el rico: dado que cada hombre que permaneció sin arrepentirse en su vida terrenal, tras su muerte no tiene ya ninguna esperanza, te ruego entonces, padre, envía a Lázaro a la casa de mi padre.
28. Porque tiene cinco hermanos. Envíale para asegurarles como testigo presencial de todo lo que sucede aquí, para que no vengan ellos también a este lugar de castigo y de tormentos donde me encuentro yo.
29. Le dice Abraham: tienen a Moisés y a los profetas que les aseguran de ello. Que les escuchen a ellos.
30. Aquel entonces le dijo: no, padre Abraham, no obedecerán a Abraham ni a los profetas. Pero si va donde ellos alguno de entre los muertos, se arrepentirán.
31. Le dijo entonces Abraham: si no tienen la buena disposición para obedecer a Moisés y a los profetas, no serán convencidos, ni aunque resucite alguno de entre los muertos. Porque cuando decaiga su primera impresión sobre la resurrección, volverán de nuevo a su anterior dureza.
CAPITULO 17
Vers. 1-10. Distintas enseñanzas.
1. El Señor después se dirigió exclusivamente a sus discípulos y les dijo: tal como está ahora la situación en este mundo corrompido, es imposible que no haya escándalos y tentaciones que empujan al hombre al pecado. Pobre de aquel, sin embargo, del que proceda el escándalo, y sea causa para que peque su prójimo.
2. Es preferible para él que le cuelguen una piedra de molino al cuello, y que le arrojen al mar con ella, que arrastar al pecado a uno de los humildes y sencillos que creen en mí.
3. Mirad por vosotros mismos para que no seáis nunca motivo de escándalo para vuestro compañero. Y si te hace algún mal tu hermano, repréndele con condolencia fraternal, teniendo como objetivo su corrección. Y si se arrepiente, perdónale.
4. Y si siete veces al día, es decir muchas veces, pecare contra ti, y siete
veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento, tienes que perdonarle.
5. Dijeron los apóstoles entonces al Señor: danos más fe, y con tu gracia aumenta la fe que tenemos y hazla más perfecta, para que con ella correspondamos con las promesas de nuestro apostolado y venzamos los escándalos del mundo.
6. Les dijo entonces el Señor: Realmente tenéis necesidad de perfeccionaros en la fe. Si tuvierais una fe tan ferviente y fuerte como una pequeña semilla de mostaza, diríais a este árbol de la morera: Desarráigate, y vete a plantarte dentro del mar;
y os obedecería.
7. Pero incluso si tales milagros consiguiéseis hacer, no os enorgullezcáis y no os olvidéis nunca de que sois humildes siervos de Dios. Realmente. ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo para que le labre los campos o le apacente las ovejas, al volver él del campo y entre en la casa, le diría: Pasa directamente y siéntate a comer? Nadie.
8. Sino que, ¿qué le dirá? ¿No le dirá, prepárame la cena y cíñete el delantal para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?
9. ¿Acaso este señor debe gracia y reconocimiento al siervo aquel, porque hizo lo que se le
había mandado? No pienso que le deba reconocimiento.
10. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo
que os ha ordenado Dios cumpliendo sus mandamientos, habéis de decir que somos siervos inútiles; pues lo que teníamos el deber y la obligación de hacer, sólamente esto hicimos, nada más extraordinario ni excepcional.
Vers. La curación de los diez leprosos.
11. Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba por las tierras limítrofes de Samaria y Galilea, dirigiéndose del occidente hacia el oriente, hacia las tierras que se encuentran más allá del Jordán.
12. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro
diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos, debido a que según la ley cada leproso estaba considerado impuro y no se le permitía acercarse a nadie.
13. Y ellos comenzaron a llamarle, exclamando: ¡Jesús, Señor, ten
misericordia y cúranos!
14. Cuando él los vio, les dijo: Id y mostrad vuestro cuerpo a los
sacerdotes, para que comprueben que realmente habéis sido curados, según ordena la ley. Y aconteció que mientras iban para ser examinados por los sacerdotes, fueron limpiados de la lepra.
15. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado,
volvió y a gran voz expresando su alegría y su agradecimiento glorificaba a Dios que le curó por medio de Jesús.
16. Cayó entonces con su rostro en tierra junto a los pies de Jesús, agrdeciéndoselo. Y éste era samaritano, es decir cismático y menos iluminado que los judíos. Por lo tanto nadie hubiese esperado que éste hubiese mostrado tal reconocimiento, el cual no mostraron los otros nueve, que eran israelitas.
17. Entonces Jesús dijo: ¿No son diez los que
fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?
18. Ninguno volvió atrás a glorificar a Dios, sino sólo éste extranjero, que no pertenece al género puro judío.
19. Y le dijo a éste: Levántate y vete. Tu fe te ha salvado. No ha sido curado sólo tu cuerpo, sino que también constituye un buen comienzo que te llevará a tu salvación espiritual.
Vers. 20-37. El reino de Dios y nuestro deber.
20. Cuando le preguntaron los fariseos cuándo ha de venir el reino de Dios, durante el cual ellos esperaban que reinase el Mesías con poder mundial, Jesús les respondió: El reino de Dios no vendrá de un modo visible ni sensible, ni con un esplendor exterior, para atraer la atención de todos y ser percibido por los sentidos exteriores de los hombres.
21. Ni dirán, cuando venga el reino de Dios, los hombres: Mira, aquí está el rey y Mesías, o mira, allí. Esto que os digo es verdadero; y esto es demostrado por lo siguiente: la personificación del reino de Dios soy yo, el Mesías. Y yo estoy entre vosotros. Pero vosotros continuáis sin entender que el reino de los cielos ha venido.
22. Dijo entonces a sus discípulos: Yo me iré y vosotros desearéis mi presencia. En vuestra obra de apostolado afrontaréis reacciones, esfuerzos, y difíciles situaciones. Vendrán días en que desearéis ver uno de los gloriosos días de la segunda venida del Hijo del Hombre; y no lo veréis.
23. Os
dirán entonces: Mira, aquí está Cristo, o mira, allí está Cristo. Tened cuidado y no vayáis, ni sigáis al que os dio esta noticia.
24. Os digo además que no sigáis a nadie a algún determinado lugar, porque el Mesías no estará entonces escondido en algún lugar. Pero como el relámpago que resplandece desde un lugar cualquiera en la atmósfera y en las nubes y más en general en la zona que está bajo el cielo brilla de una vez por toda la extensión del horizonte bajo el cielo, así también será el Hijo del Hombre en el día de su gloriosa venida. Su venida será repentina y será perceptible por todos.
25. Pero antes de que venga el Hijo del Hombre gloriosamente como juez, es necesario, según la establecida voluntad y lo previsto por Dios, que padezca mucho, y sea desechado por esta generación de judíos infieles.
26. Y como pasó en los días de Noé, así también sucederá en los días de la venida del Hijo del Hombre.
27. Es decir que los hombres entonces, en la época de Noé, aunque él les advirtió del diluvio y de la destrucción, comían sin medida y bebían, comprometían y casaban a sus hijos, hasta el día en que entró Noé en
el arca. Es decir no pensaban para nada en el castigo que les espraba. Y de repente vino el diluvio y los destruyó a todos.
28. Sucederá algo parecido a lo que pasó en los días de
Lot. Comían entonces los hombres, bebían, compraban, vendían, plantaban, realizaban construcciones, sin pensar en la ira de Dios que estallaría dentro de poco sobre ellos.
29. Mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del
cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.
30. Lo mismo sucederá en el día aquel en que se
manifieste gloriosamente el Hijo del Hombre para juzgar al mundo. Y entonces estarán los hombres descuidados e inconscientes, como en la época de Noé y de Lot. Y la segunda venida sucederá de repente y sin que la esperen.
31. En el día aquel en que tenga lugar la segunda venida, los sensatos y devotos que tengan muerto cada interés por lo mundano y que estén despiertos y atentos para recibir al Hijo del Hombre. Aquel que esté en la terraza o en el tejado, aunque sus cosas estén abajo, dentro de casa, que no descienda a tomarlas. Y aquel que esté en el campo, asimismo que no vuelva
atrás a la ciudad para salvar las cosas que tiene allí.
32. Acordaos de la mujer de Lot, que simplemete se giró hacia atrás para ver qué pasaba en Sodoma, y se convirtió en una estatua de sal.
33. El que esté apegado a lo terrenal y procure salvar su vida de la muerte terrenal, éste la perderá eternamente. Porque su alma será condenada al infierno eterno. Pero aquel que pierda su vida para permanecer fiel a la voluntad de Dios, ésta la conservará, porque salvará su vida en la otra vida.
34. Vuestra estrecha relación y vuestra convivencia en esta vida con algunos familiares no os obstaculizará para ser separados y tener un distinto tratamiento el uno del otro en el día de la segunda venida. Os aseguro: la noche aquella anterior a la segunda venida, dos dormirán en la misma cama, como por ejemplo la madre y la hija, o el esposo con la esposa, o dos hermanos, u otras personas unidas por algún lazo familiar. Uno de ellos como justo y temeroso de Dios será tomado para salir al encuentro del Señor, mientras que el otro, siendo indigno, será abandonado.
35. Dos mujeres estarán moliendo en el mismo lugar y girando juntas el mismo molino. La una será
tomada por los ángeles, y la otra dejada allí donde estaba.
36. Dos estarán en el campo; el uno será tomado por los ángeles, y el
otro será abandonado.
37. Le preguntaron entonces los discípulos: ¿Dónde serán abandonados y en qué parte serán dejados, Señor? Él les
dijo: Allí donde está el cuerpo muerto, es decir los hombres que están muertos espiritualmente y son pecadores, allí se juntarán también las águilas que devorarán el cadáver. Es decir allí se reunirán también los ángeles castigadores que ajusticiarán a los espiritualmente muertos y pecadores.
CAPITULO 18.
Vers. 1-8. El juez injusto y la viuda.
Les dijo también a sus discípulos una parábola, para enseñarles que siempre han de orar para no extenuarse y no desanimarse si sus oraciones no son enseguida escuchadas.
2. Entonces les dijo: En una ciudad había un juez, que ni temía a
Dios, ni se avergonzaba ante ningún hombre.
3. En aquella ciudad vivía también una viuda, que venía a menudo a él y le decía: Haz justo juicio y protégeme del que comete injusticia conmigo, con quien me encuentro en juicio.
4. Pero el juez durante mucho tiempo no quiso hacer justicia a la viuda. Sin embargo en un momento dado después de todo esto, debido a que la viuda insistía, dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni me avergüenzo ante ningún hombre,
5. a esta viuda, aunque solo sea por lo que está molestando, le haré
justicia, para que no venga continuamente a molestarme y presionarme hasta no que termine su caso.
6. Y el Señor añadió: Oíd y atended lo que dijo el juez injusto.
7. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que con sus oraciones le claman día y noche para que les ayude, y de momento aplaza por su bien realizar el juicio?
8. Os aseguro que Dios pronto hará justicia a sus elegidos y castigará a aquellos que se comportan injustamente con ellos. Pero cuando
venga el Hijo del Hombre, para llevar a cabo el juicio y aplicar justicia, ¿hallará acaso sobre la tierra hombres que tengan tal insistente e indomable fe, que no sean extenuados rezando?
Vers. 9-14. La parábola del publicano y el fariseo.
9. También a unos que tenían la seguridad y la autoconvinción de que eran justos y vituosos, y debido a ello menospreciaban a los demás, les dijo esta parábola:
10. Dos hombres subieron al santuario a orar: uno era
fariseo, y el otro publicano.
11. El fariseo, que se puso en pie para ser bien visto, y que oraba hacia sí mismo y por sí mismo con las siguientes palabras: Te agradezco, Dios mío, que no soy como los otros hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, ni tampoco como ese publicano. Es decir que aunque todos los demás son injustos y reprochables, yo soy el único sin culpa. Te agradezco por lo tanto, que no veo en mí mismo las tantas maldades que tienen los otros.
12. Además también tengo virtudes: ayuno dos veces a la semana, cada lunes y jueves. Doy la décima parte de todo lo que adquiero, incluso de lo más pequeño e insignificante, sobre lo cual la ley no impone el "diezmo".
13. El publicano, al contrario, estaba lejos del sacrificiatorio donde eran quemados los animales sacrificados, y no se atrevía a alzar no sólo sus manos sino sus ojos al cielo. Pero se golpeaba continuamente el pecho, que rodeaba su corazón pecador e impuro, diciendo: Señor y Dios, ten compasión de mí pecador y perdóname.
14. Os aseguro que éste menospreciado publicano descendió del santuario y fue a su casa absuelto y justificado
ante Dios y no el fariseo aquel. Fue justificado entonces el publicano y fue condenado el fariseo, porque quien se enaltece a sí mismo será humillado por Dios y será condenado. Al contrario, el que se humille a sí mismo será enaltecido y será honrado por Dios.
Vers. 15-17. Jesús bendice a los niños.
15. Algunos le trajeron además no solo a los enfermos sino también a los muchos niños pequeños, para que los tocase a cada uno con sus manos y los bendijese. Pero los discípulos, cuando vieron a los padres que se acercaban, les reprendieron, porque pensaban que no era correcto ocupar a Cristo con los niños pequeños.
16. Mas Jesús llamó a los niños para que viniesen junto a él y dijo: dejad a los niños
venir a mí, y no se lo impidáis; porque el reino de Dios es para aquellos que sean como ellos y que adquieran un corazón humilde y la disposición de un niño.
17. De cierto os digo, que el que no recibe el logos y la predicación del reino de
Dios con la sencillez, la confianza y la humildad que muestra un niño a sus padres y a sus maestros, no entrará en él.
Vers. 18-27. El joven rico.
18. Uno de los principales de la sinagoga le preguntó lo siguiente: Maestro
bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
19. Le dijo entonces Jesús: Dado que te diriges a mí pensando que soy un simple hombre, ¿por qué me llamas bueno? Nadie es totalmente bueno por sí mismo sino sólo uno, Dios.
20. Los mandamientos sabes: No adulterarás; no
matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu
padre y a tu madre.
21. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
22. Entonces cuando escuchó Jesús estas palabras, le dijo: Aún te falta una cosa. Vende todo lo que tienes, y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y
ven a seguirme como discípulo mío, obedeciendo siempre en todo lo que te enseñe el ejemplo y la enseñanza míos.
23. Pero él cuando escuchó estas palabras, se puso muy triste, porque
era muy rico y no quería desahcerse de su riqueza.
24. Al ver Jesús que se había preocupado tanto, le dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
25. Realmente, muy difícil. Porque es más fácil que un camello pase por el pequeño agujero que abre una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
26. Y los que oyeron esto dijeron: ¿Y quién podrá
ser salvado, si es tan difícil, casi imposible, salvarse los ricos, a los cuales Dios les ha dado sus bienes terrenales?
27. Entonces el Señor les respondió: lo que es imposible que pase para la fuerza enfermiza del hombre, es conseguible y posible con a gracia y el poder de Dios. Porque solo Dios puede desatar las ataduras del corazón sobre las riquezas de cada rico bienintencionado y convertirle en digno de recibir la salvación.
Vers. 28-30. Las recompensas para los que lo dejan todo por Cristo.
28. Entonces Pedro, con motivo de la referencia de Jesús hacia el rico, dijo: Señor, he aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
29. Les dijo entonces el Señor: os aseguro que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios,
30. que no reciba su recompensa y múltiples bienes en estos años de su vida terrenal, y vida eterna en el siglo venidero.
Vers. 31-34. Tercer anunciamiento de la Pasión.
31. Tomando Jesús a los doce apóstoles aparte, les dijo: He aquí, subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo los escrito por los profetas, iluminados por el Espíritu Santo, acerca de lo que le sucederá al Hijo del Hombre.
32. Es decir que el Hijo del Hombre será entregado por los principales de la sinagoga a los gentiles, es decir a Pilato y sus soldados de la Roma idólatra. Y se burlarán de él, y le insultarán, y le escupirán.
33. Y después que le hayan azotado, le matarán. Pero el tercer día después de su muerte resucitará.
34. Pero ellos no comprendieron nada de esto que les anunció su maestro. Estas palabras suyas eran enigmáticas, y su significado permanecía oculto para ellos. Y por eso no entendieron lo que se les decía. Porque no se imaginaban que fuese posible que el Mesías fuera crucificado, sobre el cual existía en general el convencimiento de que nunca moriría.
Vers. 35- 43. La curación del ciego en Jericó.
35. Acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando.
36. Pero cuando escuchó el ruido de la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello.
37. Y le dijeron que Jesús nazareno pasaba por allí.
38. Entonces él comenzó a vocear fuertemente, diciendo: ¡Jesús, glorioso descendiente de David que te anunciaron los profetas, compadéceme, ten misericordia de mí!
39. Y los que iban delante le reprendieron y le mandaron callar, pensando que con sus voces Jesús sería molestado. Pero él voceaba mucho más: ¡Descendiente de David, ten misericordia de mí!
40. Jesús entonces interrumpió la marcha y mandó que le trajesen junto a él. Y cuando se acercaba, el Señor le preguntó,
41. y le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Entonces el ciego respondió: Señor, quiero recibir de nuevo mi luz.
42. Y Jesús le dijo: ¡Recibe tu luz! La fe que tienes en que soy descendiente de David y en que tengo el poder de darte la salud de tus ojos, te ha salvado de tu ceguera incurable.
43. Y en el mismo momento el ciego adquirió de nuevo su luz y siguió a Jesús glorificando a Dios, que le curó a través de Jesús. Y todo el pueblo, cuando vio el milagro, glorificó y alabó a Dios.
CAPITULO 19
Vers. 1-10. Zaqueo es salvado.
Poco después Jesús entró en Jericó, y pasaa por dentro de la ciudad.
2. Allí había un hombre que se llamaba Zaqueo. Este era era jefe
de los publicanos y muy rico.
3. Y procuraba ver quién era Jesús, pero no podía. Porque había una gran multitud de gente, y él era pequeño de estatura y era cubierto por la multitud.
4. Entonces corrió delante de la multitud que acompañaba a Jesús y subió, como si fuese un niño pequeño a un sicómoro para
verle, porque por el camino aquel en que se encontraba este árbol pasaría Jesús.
5. Nada más llegar Jesús a aquel lugar, levantó su mirada y le vio; y sin conocerle de antes le llamó por su nombre y le dijo: Zaqueo, desciende rápido, porque hoy es
necesario que me quede en tu casa, según la voluntad divina que prepara tu salvación.
6. Entonces Zaqueo descendió deprisa, y le recibió gozoso en su casa.
7. Pero todos, cuando vieron que Jesús prefirió la casa de Zaqueo, murmuraban entre ellos con indignación, hablando con menosprecio de Jesús diciendo que había
entrado a posar en la casa de un hombre pecador.
8. Pero Zaqueo, puesto en pie frente al Señor, le dijo: He
aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy como limosna a los pobres; y si he hecho uso de calumnias, acusaciones falsas e informes para cometer injusticia sobre alguien respecto a algo, se lo devuelvo cuadruplicado.
9. Entonces Jesús se giró hacia él y le dijo: Hoy con mi visita a esta casa ha venido la salvación tanto para el señor de la casa como para los suyos. Y había de ser salvado este jefe de los publicanos, porque también él es hijo y descendiente de Abraham, así como vosotros que lo reclamáis. Y entonces a él dio Dios la promesa de la salvación.
10. Debía por lo tanto llevar a cabo esta salvación de Zaqueo, porque el Hijo del Hombre vino del cielo a la tierra a salvar a toda la humanidad, que como oveja perdida peligraba morir en el pecado.
Vers. 11-27. La parábola de las diez monedas de oro.
11. Y mientras escuchaban estas cosas los que constituían el círculo más cercano de aquellos que le seguían, el Señor añadió una parábola. Y dijo esta parábola, porque se acercaba a Jerusalén y ellos pensaban que el reino
de Dios se manifestaría inmediatamente, con gloria y esplendor.
12. Dijo, pues: Un hombre que procedía de un género elevado y brillante se fue a un país lejano,
para recibir dominios reales y después volver. (Es obvio que nadie es más noble que el Señor. Porque Él como Hijo de Dios tiene nacimiento divino eterno, pero también como hombre tiene procedencia real. Entonces realmente el Señor dado que recibió el reino celestial con su ascensión, después de mucho tiempo regresará con gloria en su segunda venida).
13. Antes de irse, llamó a diez siervos suyos, les dio diez monedas de oro de cien dracmas, es decir una moneda de oro a cada uno, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. (Es decir confió el Señor a todos los fieles distintos carismas y talentos, para utilizarlos para su bien y para el de los demás. Y se reserva a pedir explicaciones a cada uno de nosotros, cuando regrese en su segunda venida).
14. Pero sus conciudadanos (es decir los judíos) le odiaban (a Jesús), y enviaron
tras él un comité de representantes, diciendo: No queremos que éste sea rey nuestro. (Éste era y es el deseo de los judíos infieles hacia Dios respecto a Jesús).
15. Pero él, tras recibir el
reino, regresó y pidió que fuesen llamados ante él sus siervos a los cuales había dado el
dinero, para saber lo que había ganado cada uno con su negocio.
16. Se presentó entonces el primero, diciendo: Señor, tu moneda y no mi trabajo ha obtenido una ganancia de diez monedas más, diez monedas de cien dracmas.
17. Le dijo entonces el Señor: está bien, buen siervo mío, porque no has sido indiferente en cuanto a la mínima cantidad de una moneda de cien dracmas, sino que has sido fiel en lo que te pedí. Recibe ahora junto a mí honor real y asume la autoridad fija sobre diez ciudades de mi reino.
18. Vino después el segundo y le dijo: Señor, la moneda de cien dracmas te ha producido una ganancia de otras cinco monedas de cien dracmas.
19. Entonces dijo el Señor también a este siervo: Recibe autoridad tú también sobre cinco ciudades de mi reino.
20. Vino también otro siervo y le dijo: Señor, he aquí mis cien dracmas, lo tenía atado guardado en un pañuelo.
21. Lo he guardado atado, porque te temía, porque eres un hombre duro y exigente. Tomas como si fuese tuyo lo que no pusiste tu, sino que lo puso otro, al cual le pertenece. Cosechas de la huerta que no sembraste; y recoges del piso de trillar en el cual no extendise los cereales y no ahechaste* los frutos que tomaste. Es decir exiges aquello por lo cual no te fatigase tú sino que otros se fatigaron, y lo encuentras listo.
* Ahechar: limpiar con la criba el trigo u otras semillas
22. Entonces le dijo el Señor: de tus mismas palabras te juzgaré y te condenaré, siervo malvado. Porque como has confesado, sabías que soy hombre difícil y duro, que tomo donde no puse, y cosecho donde no sembré, y tomo del piso de trillar, en el cual no puse los cereales.
23. Entonces si me conocías cómo era, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, donde hubiese estado más seguro, de modo que cuando yo viniese la recibiese con intereses?
24. Y a todos los que estaban allí dijo: coged estos cien dracmas y dádselo a aquel que ha ganado diez monedas de cien dracmas.
25. Pero aquellos le dijeron: Señor, éste tiene diez dacmas de cien.
26. Obedeced a mi orden, y dadle los cien dracmas a aquel que tiene tiene los diez. Porque os digo que quien tiene fe, buena disposición y laboriosidad y ha aumentado los carismas que le fueron dados, le será dado honor y recompensa y todavía más y mayores carismas. Pero a aquel que no tiene diligencia y buena disposición y menospreció los carimas que le fueron dados, le serán quitados también los pocos carismas que tiene.
27. Y a mis enemigos aquellos que no me quisieron como rey suyo, traedlos aquí y matadles ante mí.
Vers. 28-44. La entrada triunfal en Jerusalén
28. Tras decir esta parábola, continuaba avanzando por delante y subiendo a Jerusalén.
29. A continuación, cuando se acercó a Betfagé y a Betania, cerca del monte que se llamaba monte de los Olivos, envió dos de sus discípulos,
30. diciéndoles: Id a la aldea de enfrente, y nada más entrar en
ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás hasta ahora. Desatadlo y traedlo aquí.
31. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué desatáis el pollino? le
responderéis que el Señor lo necesita.
32. Fueron entonces los que habían sido enviados, y vieron allí al pollino, como
les dijo el Señor.
33. Y cuando desataban el pollino, sus dueños les pregntaron: ¿Por qué desatáis el pollino?
34. Y ellos respondieron que el Señor lo necesita.
35. Y se lo trajeron entonces a Jesús, y habiendo echado sus mantos
sobre el pollino, le subieron sobre él.
36. Y según avanzaba el Señor, otros discípulos y acompañantes tendían sus mantos por el camino para que pasase sobre ellos.
37. Entonces cuando se acercaba a Jerusalén, y llegó cerca del lugar donde termina e camino que bajaba hacia el monte de
los Olivos, toda la multitud de sus discípulos, comenzaron con gozo a alabar y a glorificar a Dios a grandes voces por todos los milagros que habían visto hasta entonces hacer a Jesús.
38. Y decían: Bendito y glorificado es el rey que viene de parte del Señor como su representante. El Mesías ha venido a traer la paz en el cielo, porque ahora se reconcilian los hombres con el Padre celestial y con sus ángeles. Pero también los ángeles que se encuentran en las más elevadas partes del cielo, gorifican a Dios por la humanización y la venida del Mesías.
39. Pero algunos de los fariseos salieron de entre la
multitud del pueblo, con el cual se habían mezclado para espiar a Jesús, y le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos por estas palabras blasfemas que dicen, dándote a tí honores que sólo pertenecen al Mesías.
40. Y Jesús les respondió: Os aseguro que si éstos
callaran, las piedras sin vida clamarían.
41. Y cuando llegó cerca de la ciudad de Jerusalén, al verla, comenzó a llorar, y derramó muchas lágrimas sobre ella. Y dijo:
42. ¡Si supieras también tú, como saben mis discípulos, aunque fuese en el último día, si supieses lo que te hace que te pacifiques con Dios, y evitar las terribles consecuencias de su ira! Si supieses que tu fe y tu obediencia hacia mí te asegurarían tu paz con Dios, no te perderías! Mas ahora están cegados tus ojos y no puedes ver los sufrimientos que te esperan.
43. Porque vendrán días difíciles para tí. En aquellos días tus enemigos te
rodearán con vallado, y con obras de fortificación te rodearán por todas las partes con estrecho asedio.
44. Y derribarán tus construcciones y tus muros. Y a todos tus hijos que se encuentren dentro de tus muros, los matarán sobre la tierra. Y no dejarán dentro de la ciudad piedra sobre piedra, y todo esto lo padecerás como castigo debido a que tuviste ceguera voluntaria y no fuiste consciente del momento en que te visitó Dios para compadecerse de tí y liberarte.
Vers. 45-48. La expulsión de los comerciantes del templo.
45. Después Jesús entró en el recinto sagrado del templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban,
46. diciéndoles: Ha sido escrito por los profetas lo que dijo Dios, que mi casa es casa de
oración; mas vosotros la habéis hecho cueva que cobija ladrones. Porque comerciáis y utilizáis una mutitud de mentiras y engaños para robaros el uno al otro.
47. Y continuaba enseñando cada día dentro del templo. Pero los
principales sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo buscaban eliminarle,
48. pero no encontraban cómo actuar y cómo llevar a acabo su plan criminal. Porque todo el pueblo, escuchando su enseñanza, se mostraban muy interesados. Le escuchaban apasionados y le respetaban.
CAPITULO 20
Vers.. 1-8. La disputa sobre la autoridad de Cristo.
Uno de los últimos y únicos días aquellos, mientras Jesús enseñaba al pueblo en el templo y predicaba el evangelio de la salvación, llegaron de repente los principales sacerdotes y los escribas, junto con los ancianos,
2. y le dijeron: Dinos, ¿con qué autoridad
haces estas cosas? ¿O quién te ha dado esta autoridad para expulsar del templo a los hombres y para enseñar dentro de este lugar sagrado?
3. Entonces Jesús les respondió: Os haré yo también una
pregunta sobre un tema, y ya que vosotros os presentáis como maestros autorizados, hablad primero y decidme vuestra respuesta respecto a este tema.
4. El bautismo de Juan, quien dio testimonio de mí y fue mi precursor, ¿provenía del cielo y del mandato de Dios, o era voluntad y mandato de los
hombres?
5. Entonces ellos discutían entre sí, diciendo que, si
decimos que el bautismo de Cristo era del cielo, y por tanto fue determinado por Dios, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
6. Pero si decimos que el bautismo de Juan era voluntad de los hombres, todo el pueblo nos
apedreará, porque todos están completamente seguros de que Juan era profeta.
7. Y los que se jactaban de ser reconocidos maestros de Israel, respondieron que no sabían de dónde provenía el bautismo de Juan.
8. Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué
autoridad y con qué derecho hago estas cosas que veis.
Vers. 9-19. La parábola de los labradores malvados.
9. Comenzó entonces a decir al pueblo la siguiente parábola: Un
hombre plantó una viña. Es decir Dios creó y cuidó como pueblo suyo al pueblo judío. Y arrendó esta viña suya a labradores y se fue por bastantes años a un país extranjero. Es decir que confió Dios su pueblo a los gandes sacerdotes y a los gobernantes para que lo cultivasen, de modo que produjesen obras de fe y de virtud.
10. Y en el tiempo adecuado, es decir en el tiempo de la cosecha, envió un siervo a los labradores, para
que le diesen la parte del fruto de la viña. Pero los labradores, tras golpearle, le echaron con las manos vacías. Es decir que envió la primera serie de profetas para comprobar las obras de virtud que el pueblo debía ofrecer como viña cultivada que tanto fue beneficiada por Dios. Pero la primera serie de profetas fue enviada en vano y sin ningún resultado positivo.
11. Como añadido el propietario decidió enviarles a otro siervo. Mas ellos a éste
también le golpearon, le maltrataron y le echaron con las manos vacías. Es decir Dios también envió una segunda serie de profetas. Pero los gobernantes de Israel, en lugar de reconsiderar la enseñanza de estos profetas y apoyarse en la obediencia a Dios y en el trabajo de las virtudes, también maltrataron a esta serie de profetas, más que a la primera.
12. Y añadió un tercer envío. Entonces de nuevo a un tercer siervo. Mas ellos también
a éste le hirieron y le echaron fuera.
13. Dijo entonces el señor de la viña: ¿Qué haré? Si envío a otro siervo, no hay esperanza de que le traten a él mejor. Enviaré a mi hijo amado. Quizás cuando le vean, se avergonzarán. Y envió a su hijo humanizado, el Señor Jesucristo.
14. Mas en cuanto lo vieron los labradores, comenzaron a cavilar y a decir entre ellos: Este es el heredero de la viña. Venid y matémosle, para que la viña sea nuestra heredad.
15. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué,
pues, les hará el señor de la viña?
16. Vendrá ya personalmente y destruirá a estos labradores, y dará su
viña a otros. Cuando algunos hombres del pueblo oyeron la parábola, dijeron: ¡Que Dios nos libre, que no nos suceda nunca tal exterminación!
17. El Señor entonces les miró atentamente y con una enérgica mirada para atraer su interés y su atención, y les dijo: Si según vuestro deseo no tiene lugar la destrucción que os anuncié entonces, entonces qué sentido e importancia tiene lo que está escrito por el Espíritu Santo? La piedra que desecharon como inadecuada los edificadores, ésta fue la cabeza y la piedra angular de toda la construcción. Es decir, mientras que vosotros los pricipales sacerdotes y escribas, que tenéis como obra y deber edificar al pueblo del Señor, me habéis desechado como piedra inadecuada para edificio de Dios, yo me he convertido en cimiento y piedra angular que mantiene y une toda la construcción y combina en un pueblo a los israelitas y a los idólatras, como la piedra angular une dos paredes.
18. Y el que cae con disposiciones enemigas sobre esta piedra, tropezará y se hará daño. Mas sobre quien cayere pesadamente esta piedra, le hará piezas y le esparcirá como polvo. Es decir que quien combate a Cristo será llevado al desastre y a la destrucción.
19. Mientras tanto los principales sacerdotes y los escribas, debido a que entendieron que por ellos decía estas parábolas, quisieron ponerle sus manos encima y atraparle en aquel preciso instante. Pero temieron al pueblo.
Vers. 20-26. Pregunta con maldad sobre el impuesto.
20. Pero de lejos le seguían y buscaban encontrar la ocasión adecuada para tenderle una trampa. Enviaron entonces espías, que fingían ser sensatos y muy interesados en vivir con justicia. Y les enviaron para sacarle alguna palabra que le hiciese culpable, de modo que pudieran así entregarle al poder y autoridad del gobernador.
21. Le hicieron entonces la siguiente pregunta: Maestro, sabemos que dices y enseñas recta y verdaderamente. No te desvías en absoluto de la línea recta. No te dejas influír por los hombres, ni eres parcial en favor de personas, sino que enseñas el camino de Dios basándote siempre en la verdad.
22. Danos entonces tu consejo: ¿Nos está permitido a nosotros, que pertenecemos al pueblo de Dios, y tenemos por rey al Mismo Dios, pagar tributo al César o no?
23. Pero Jesús percibió su maldad y les dijo: ¿por qué queréis tentarme, me tendéis una trampa y buscaís atraparme con ella?
24. Mostradme un denario. ¿De quién es la imagen y el sello que tiene esta moneda? Y ellos le respondieron: Del César.
25. Entonces él les dijo: vosotros mismos aceptásteis en vuestros negocios las monedas del César, y con ellas lleváis a cabo vuestros negocios y os arregláis en las relaciones entre vosotros. Devolved entonces al César lo que pertenece al César, es decir los tributos, y el sometimiento a las leyes que aseguran la concesión de la justa y pacífica convivencia de los ciudadanos. Dad sin embargo también a Dios lo que pertenece a Dios, es decir toda vuestra alma y vosotros mismos enteros.
26. Y no consiguieron sacarle ni la más mínima palabra que le convirtiese en culpable frente al pueblo, el cual le escuchaba en ese momento y sería utilizado como testigo. Se admiraron por su respuesta y se quedaron callados.
Vers. 27-40. Pregunta con maldad sobre la resurrección de los muertos.
27. Fueron entonces adonde Jesús algunos de los saduceos, los cuales aseguran que no existe resurrección, y le preguntaron
28. lo siguiente: Maestro, Moisés nos dio mandamiento escrito en la ley: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare
hijos, ha de casarse su hermano con ella y tener descendientes para su hermano difunto sin hijos.
29. Hubo, pues, siete hermanos. Y el primero tomó
esposa, y murió sin hijos.
30. Y la tomó el segundo a esta mujer; pero este también murió sin
hijos.
31. También la tomó el tercero, tal como el segundo. Lo mismo entonces hicieron los siete. Pero no dejaron descendencia y murieron.
32. Finalmente murió también la mujer.
33. Entonces cuando los muertos sean resucitados, ¿de cuál de los siete hermanos será su esposa? Porque todos la tuvieron por mujer.
34. Entonces les respondió Jesús: Los que viven en esta vida y son hijos de
este mundo momentáneo, estos se casan y después casan a sus hijos.
35. Pero todos los que son dignos de disfrutar el futuro y celestial siglo y mundo y de ser resucitados gloriosamente de los muertos, ni los mismos se casarán ni darán en casamiento a sus descendientes.
36. Pero tampoco existirá la necesidad del matrimonio. Porque uno de los objetivos del matrimonio es para prevenir la extinción del género humano de la muerte. Pero en la otra vida no existirá la necesidad de matrimonio, porque los hombres allí no será ya posible que mueran, dado que tendrán naturaleza incorruptible e inmortal, como los ángeles, y serán hijos de Dios. Sus cuerpos no provendrán de nacimiento carnal, sino que volverán con la resurrección, que se llevará a cabo por la intervención directa de Dios y no la intervención de padres carnales.
37. Εn cuanto a que los muertos han de resucitar,
aun Moisés lo enseñó también en el pasaje de la Santa Escritura donde se habla de la zarza; es decir allí donde dice que el Señor es el Dios de Abraham y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
38. Pero Dios no es Dios de muertos, que fueron eliminados con la muerte, sino Dios de vivos. Porque para Dios todos están vivos, incluso aquellos que para nosotros están muertos. Continúan viviendo y en relación y comunión con él; no se encuentran en estado de letargo y de insensibilidad.
39. Entonces algunos de los escribas que creían en la resurrección, le dijeron: Bien has dicho, Maestro.
40. Desde entonces no se atrevieron a peguntarle nada, porque siempre salía vencedor en la conversación con ellos, y no osaron preguntarle nada más.
Vers. 41-44. El Mesías y David.
41. Entonces les preguntó también Jesús: ¿Cómo dicen vuestros maestros que el Mesías Cristo es descendiente de David?
42. ¿Y cómo por otro lado el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor y Dios a mi Señor Cristo: Siéntate sobre mi trono a mi derecha, glorificado y honrado junto a mí,
43. hasta que ponga a tus enemigos vencidos bajo tus pies como podio, sobre el cual pisarán?
44. Entonces David le llama Señor. ¿Cómo puede entonces ser su hijo? ¿Es correcto que el descendiente llame señor al tataranieto y descendiente suyo? Esto significa que el Mesías no es sólo hijo de David sino también Hijo de Dios; y como Hijo de Dios es también Señor de David.
Vers. 45-47. La hipocresía de los escribas.
45. Mientras escuchaba esto todo el pueblo, dijo a sus discípulos:
46. Tened cuidado y protegeros de los escribas, que quieren caminar con vestimentas oficiales y llamativas y les gusta que les saluden con devoción y honores en las plazas, y ocupan los primeros asientos en las sinagogas y los pimeros puestos en las cenas.
47. Ellos devoran las casas y las riquezas de las viudas, mientras hacen hipócritamente grandes oraciones, supuestamente por devoción, para engañar a las viudas. Estos serán más condenados que los ladrones y los saqueadores.
CAPITULO 21.
Vers. 1-4. La moneda de dos céntimos de la viuda.
En un momento dado levantó su mirada Jesús y vio a los ricos que echaban sus ingresos en el arca de las ofrendas del templo.
2. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos céntimos.
3. Y dijo: Os aseguro que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás.
4. Porque todos los demás han echado de lo que les sobra, de lo que tienen como ofrenda a Dios. Pero ella de su carencia y de su completa pobreza ha echado en el arca de los ingresos todo lo que tenía para su manutención.
Vers. 5-6. La destrucción del templo.
5. Y en el momento en que algunos discípulos decían que está decorado con hermosas piedras y dedicaciones, dijo:
6. Todo esto que veis, vendrá días en que no quedará piedra sobre piedra; todo será destruido.
Vers. 7-19. Las señales antes de la desrucción de Jerusalén y la segunda venida.
7. Le preguntaron entonces los discípulos: entonces Maestro, ¿cuándo tendrán lugar estas destrucciones y cuál es la señal que se mostrará, cuando vayan a suceder?
8. Y él respondió: Cuidad que nadie os engañe. Y os insto a que tengáis cuidado, porque vendrán muchos que reclamarán y se adueñarán de mi nombre y dirán que "yo soy el Mesías" y que "se ha acercado el tiempo en que suceda todo esto". Pero tened cuidado para no seguirles como discípulos y como rebaño suyo.
9. Y cuando escuchéis que están sucediendo guerras y revoluciones y levantamientos sociales, no os agitéis pensando que estas son señales que anuncian el final. Porque estas han de suceder primero, según el plan divino. Pero no vendrá enseguida el fin.
10. Y tras una pequeña interrupción les dijo: Se levantará una nación contra la otra, y un reino en contra del otro.
11. Y tendrán lugar grandes seísmos en distintas partes, y hambres y epidemias infecciosas y fenómenos que provocarán miedo, y grandes señales del cielo estrellado.
12. Pero antes de suceder todo esto, pondrán sus manos sobre vosotros para arrestaros, y os entregarán a las sinagogas para juzgaros, y a las cárceles. Y os llevarán frente a reyes y a gobernadores, debido a que creeréis en mi nombre y me confesaréis como vuestro Señor y Salvador.
13. Todas estas condenas y acontecimientos tendrán como resultado el dar testimonio de mi Evangelio; para que sea este testimonio control sobre los infieles, los cuales no podrán excusarse en el día del Juicio diciendo que no escucharon predicar el Evangelio.
14. Poned entonces bien en vuestros corazones esta directiva y el mandamiento que os doy en este momento, para que siempre lo recordéis: no planeéis antes ni estudiéis qué responder en vuestra defensa.
15. Porque yo os daré la facilidad y la capacidad de expresaros, y también sabiduría de signficados y de argumentos. Y a esta sabiduría no podrán enfrentarse ni oponerse de ningún modo todos vuestros contrarios.
16. Seréis entregados por vuestros perseguidores no solo por desconocidos sino por padres y hermanos y familiares y amigos. Y a algunos de vosotros os matarán.
17. Y todos os odiarán, debido a que creeréis en mi nombre.
18. Y a pesar de estas persecuciones y de estos odios, ni un solo pelo de vuestra cabeza se perderá. Consecuentemente tampoco vuestro alma, la cual es la base de vuestra personalidad, no será dañada lo más mínimo. Pero tempoco vuestro cuerpo padecerá el más mínimo daño sin que lo permita Dios aspirando a vuestro real beneficio.
19. Con vuestra paciencia ganad y salvad vuestras almas del peligro de la infidelidad y de la pérdida eterna.
Vers. 20-24. La destrucción de Jerusalén y del pueblo judío.
20. Ahora en relación con la destrucción de sus edificios que os dije al principio, cuando veáis que Jerusalén es rodeada por el ejército, entonces sabréis que se ha acercado su desolación.
21. Entonces los que se encuentren en Judea que se vayan a las montañas; y aquellos que se encuentren dentro de la ciudad que se vayan fuera al campo; y los que estén en los campos que no entren dentro de la ciudad.
22. Porque esos días son días de ajuste divino y de castigo. Y así se completará y se verificará todo lo que ha sido escrito por los profetas sobre la destrucción de Israel y de su capital.
23. Pobres sin embargo de las mujeres embarazadas y de las que estén lactando a niños pequeños en aquellos días. Porque vendrá gran desgracia y privación sobre la tierra, y la ira de Dios estallará contra este pueblo de Israel. Entonces las mujeres embarazadas y las que estén lactando, mientras que tendrán dificultades en correr y salvarse, no encontrarán fácilmente los medios para mantener y fortalecer su organismo.
24. Muchos caerán degollados por el corte del cuchillo y otros serán llevados como prisioneros para ser vendidos a todas las naciones. Y Jerusalén será pisoteada continuamente por idólatras, hasta que se cumplan los años de la ira de Dios en contra de Israel. Pero después, habiendo regresado todas las naciones a Cristo, regresará también Israel y será salvado.
Vers. 25-28. La segunda venida.
25. Escuchad ahora también las señales de la segunda venida y del fin de este mundo. Tendrán lugar fenómenos insólitos y sin precedentes en el sol y en la luna y en las estrellas debido a los violentos y radicales cambios que tendrán lugar en el universo material. Y sobre la tierra las naciones serán dominadas por una gran aflicción y agitación, ante la gran perplejidad y angustia. Y esto es debido a que no sabrán cómo protegerse, cuando escuchen el zumbido y el estrépito de las violentas olas del mar que se avalanzarán para inundar la tierra.
26. Muchos hombres se desmayarán y perderán sus sentidos y estarán como muertos por su miedo y por su agonía ante los males que esperarán que aplastarán la tierra. Estos males serán tan grandes, porque los poderes angélicales celestiales que ahora mantienen el orden del universo serán perturbados y serán trasladados, debido a que esta forma del mundo pasará, para renovarse el universo.
27. Y entonces todos los hombres verán al Hijo del Hombre venir sentado con divinidad sobre una nube con poder y acompañado de ángeles con gran gloria y esplendor.
28. Cuando empiecen a suceder estas cosas, vosotros, los miembros de mi Iglesia, no temáis, sino brincad llenos de esperanza; levantad vuestras cabezas bien en alto, las cuales hasta entonces estarán agachadas debido a las tribulaciones con las que os abréis encontrado. Animaros, porque se acerca vuestra redención y vuestra perfecta liberación de las desgracias de esta vida.
Vers. 29-38. La parábola de la higuera. Vigilancia.
29. Tras una pequeña interrupción Jesús les dijo una parábola y comparación: Mirad la higuera y todos los árboles.
30. Cuando veis que ya han salido hojas y flores, entonces entendéis por vosotros mismos que ya se acerca el verano.
31. Y así también vosotros; cuando veais que suceden estas cosas que os he dicho, sabed que está cerca el reino de Dios, en el cual los justos disfrutarán de modo interminable la bienaventuranza eterna.
32. En relación ahora con la destrucción de Jerusalén, la cual es modelo e icono de la destrucción futura que tendrá lugar antes de la segunda venida, os aseguro que no pasará esta generación antes de que pase todo lo que os anuncié. Es decir que pronto tendrá lugar la destrucción de Jerusalén.
33. El cielo y la tierra, que tan únicos y estables os parecen, pasarán y desaparecerán, pero mis palabras no pasarán, sino que se cumplirán. Su poder y su prestigio permanecerán inmunes.
34. Estaos atentos entonces de vosotros mismos, no sea que vuestras almas se vuelvan pesadas e incapaces de velar. Y se vuelven las almas pesadas y con dificultad para moverse en la obra espiritual por el despilfarro y la embriaguez en la comida y en la bebida y por las preocupaciones angustiosas y atormentadoras de esta vida. Estad atentos entonces para que no se vuelvan vuestras almas difícilmente movibles y adormecidas, y se eche encima vuestro el día aquel de la segunda venida de repente, sin que lo esperéis, como alguien que os ha tendido una emboscada; o en el día de la muerte de todos aquellos que no hayan llegado a ver en vivo la gloriosa segunda venida del Señor.
35. Aquel día entonces vendrá de repente, sin que lo esperéis; porque vendrá como trampa, que atrapará a los desprevenidos malvados e infieles sobre sus obras de iniquidad, a todos los que se sientan despreocupados e irreflexivos sobre toda la superficie de la tierra.
36. Estad entonces despiertos y atentos; rezad en todo momento y rogad a Dios que os de gracia y fuerza, de modo que os hagáis dignos de evitar todo lo que va a suceder, sin ser vuestro alma dañada; y permanecer sin temor y con valentía frente al Hijo del Hombre.
37. En aquel tiempo, en vísperas de su prendimiento, el Señor a lo largo del día continuaba enseñando en el santuario. Pero por las noches salía de Jerusalén y pasaba la noche en el monte llamado monte de los Olivos.
38. Y todo el pueblo venía muy de mañana junto a él dentro del santuario para escucharle.
CAPITULO 22
Vers. 1-6. La traición de Judas.
1. Se acercaba entonces la
fiesta de los panes sin levadura, que llamaban Pascua. En esta fiesta los judíos durante siete días comían pan sin levadura.
2. Mientrastanto los
principales sacerdotes y los escribas buscaban el modo de matar a Jesús en oculto, de modo seguro y sin peligro. Y tomaban estas medidas, porque temían al
pueblo.
3. Y entró Satanás en Judas, que también era llamado Iscariote y era del estrecho círculo de los discípulos, es decir uno de los doce apóstoles.
4. Este fue entonces y conversó con los escribas y con el levita jefe de la guardia y con los oficiales de la guardia del santuario que se encontraba bajo su autoridad. Habló con ellos sobre el modo más seguro con el que les entregaría a Jesús.
5. Y ellos se alegraron por esta inesperada solución, y convinieron en darle dinero.
6. Y él lo aceptó y de todo corazón les aseguró y les prometió que les ayudaría.Y buscaba ya la ocasión adecuada para
entregárselo sin provocar ruido ni la confluencia del pueblo.
Institución de la Cena del Señor
Vers. 7-20. La Cena Mística.
7. Llegó entonces el día de los panes sin levadura, según el cual
era necesario según la ley sacrificar el cordero de la pascua. (Este día comenzaba a partir del ocaso del día 13 del mes de Nisán y terminaba con el ocaso del 14. Un poco antes del ocaso del día 14 se hacía la matanza del cordero, de modo que tras el ocaso, cuando empezaba el día 15 del mes de Nisán y celebraban la Pascua, estuviese el cordero listo y asado).
8. Y cuando se acercó el ocaso del día 13 de Nisán, envió el Señor a Pedro y a Juan, y les dijo: Id,
preparadnos la cena pascual para que la comamos.
9. Ellos le dijeron: ¿En qué lugar quieres que la preparemos?
10. El Señor les dijo: Mirad, nada más entrar en la ciudad os
saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidle hasta la
casa donde entrare,
11. y decidle al señor de aquella casa: El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala de la comida, donde he de comer con mis discípulos la nueva Pascua del Nuevo Testamento?
12. Entonces él os mostrará una gran sala en lo alto de la casa, con almohadones puestos alrededor de las mesas de la comida. Allí preparad la Pascua.
13. Y los dos discípulos fueron y lo hallaron como les había dicho el Mestro. Y prepararon la cena, en la cual el Señor entregó la Pascua de la divina Eucaristía.
14. Y cuando llegó la hora de la comida, se sentó junto a la mesa; y con él tomaron asiento los doce apóstoles.
15. Y les dijo: Esta última cena pascual de mi vida terrenal deseaba en gran manera comerla con vosotros, antes de ser crucificado. Esta cena está conectada con el misterio de la divina Eucaristía y por eso es Pascua del Nuevo Testamento.
16. Y deseaba mucho comer esta Pascua del Nuevo Testamento con vosotros, porque os aseguro que esta es, como os dije, mi última Pascua, hasta que se
cumpla de modo completo y perfecto en el reino celestial de Dios. Entonces también nuestra comunión y unión, que ahora tiene lugar de modo misterioso, será perfecta.
17. Después tomó de los discípulos una copa (no la copa de la divina Eucaristía, que consagró y dio a los discípulos después del final de la cena, sino la copa con la cual acostumbraban a comenzar cada cena sagrada). Y habiendo agradecido a Dios, dijo:
Tomadlo y repartidlo entre vosotros, para que bebamos todos de él.
18. Porque os digo que a partir de este momento que lo he bebido por última vez, no volveré a beber más del fruto de la
vid, hasta que el reino de Dios venga. Entonces allí beberemos juntos del vaso del divino gozo y regocijo.
19. Después tomó en sus manos pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió en piezas y les dio,
diciendo: Esto que os doy para que comáis es mi cuerpo, que dentro de poco será entregado para que sea crucificado para vuestra salvación. Haced esto continuamente, es decir que toméis vosotros también pan, agradeced sobre él, cortadlo en piezas y comedlo. Y haced esto para traer con agradecimiento y con fe a vuestra memoria y a la memoria de los demás mi sacrificio en la cruz que es ofrecido para vosotros, así como vuestra redención y vuestra salvación que se habrá conseguido con este sacrificio.
20. Del mismo modo tomó también la copa después del final de la cena, dio gracias, se lo dio a ellos y dijo: esto que está contenido dentro de este vaso es el Nuevo Testamento, el cual es confirmado y sellado con mi sangre, la cual será derramada dentro de poco para vuestra salvación.
Vers. 21-30. El traidor. Conversación sobre quién es el primero.
21. Pero mientras yo derramo mi sangre por vosotros, he aquí, la mano del que me entregará a mis enemigos para que me maten está junto a mí aquí en la mesa y unta el pan en el mismo plato que lo hace también mi mano.
22. El Hijo del Hombre se va de esta vida según lo que ha determinado la divina voluntad de mi Padre celestial. Pobre sin embargo del hombre aquel mediante el cual será entregado el Hijo del Hombre a los que le crucifiquen.
23. Entonces ellos comenzaron a hablar, sobre quién de ellos podría ser aquel que cometiese esta traición.
24. Aparte de esta conversación hubo entre ellos una disputa sobre quién sería digno de ser considerado el mayor y el más distinguido, de modo que tuviese el primer puesto.
25. Pero el Señor les dijo: los reyes de las naciones oprimen a las naciones con poder tiránico. Y sus gobernantes que la dominan, son elegidos por sus beneficiadores que les halagan.
26. Pero vosotros no tenéis que ser como ellos. Sino que aquel que realmente es el mayor y el más distinguido entre vosotros, que sea como el más joven, el cual debido a su edad debe servir a los demás. Y aquel que tiene puesto excepcional y tiene prioridad sobre los demás como su principal, que los sirva como siervo suyo.
27. De esto os he dado yo el ejemplo. Porque, ¿quién es superior? ¿Aquel que se sienta a la mesa y come, o aquel que se queda de pie y sirve? ¿No es superior el que se sienta? Desdeluego. Sin embargo yo, tanto ahora que os he lavado los pies como siempre en el pasado, estoy entre vosotros como sirviente que os atiende.
28. No os digo esto sin embargo para desaprobaros y para repudiaros, sino para mostraros dónde encontraréis la verdadera grandeza. Vosotros los once a lo largo de toda mi vida habéis permanecido junto a mí en las pruebas y no habéis sido afligidos por ellas.
29. Y yo, para recompensar la dedicación que me habéis mostrado, os prometo que os daré reino. Porque mi Padre me dió la autoridad real, tengo la potestad de daros también a vosotros.
30. Recibiréis esta autoridad real que os prometo, para que tengáis el derecho de comer y beber en mi mesa, es decir de disfrutar en mi reino los bienes eternos, viviendo en estrecha relación y comunión conmigo. Y además os sentaréis sobre tronos para desempeñar autoridad real y para juzgar a las doce tribus del nuevo Israel de la gracia.
Vers. 31-38. Diálogo del Señor con Pedro y con los discípulos.
31. Pero no os enorgullezcáis por este elogio mío y por las promesas que os he dado. Habéis permanecido fieles y dedicados a mí debido a la gracia y a la protección de Dios. Realmente. Simón, Simón, he aquí que Satanás, como entonces con Job, ahora también con vosotros ha pedido agitaros y perturbaros, como es sacudido y zarandeado el trigo dentro de la criba.
32. Pero yo he rezado por ti y he pedido que no pierdas tu fe. Y tu, cuando regreses de nuevo con tu arrepentimiento y te reestablezcas en tu cargo, conviértete ante tus compañeros en un ejemplo de arrepentimiento y fe, de modo que ellos se afiancen y sean consolados tanto por tus palabras como por tu ejemplo.
33. Pero Pedro le dijo: Señor, contigo estoy dispuesto a ir también a la cárcel, e incluso a la muerte.
34. Pero el Señor le dijo: Te aseguro, Pedro; no cantará el gallo a la madrugada del día de hoy, sin que antes me hayas negado tres veces y hayas asegurado que no me conoces.
35. Y anunciando a los discípulos que en el futuro la fe de todos sería probada, les dijo: Cuando en vuestro primer recorrido os envié sin dinero y sin alforja de viaje y calzado, ¿tal vez os faltó algo? Y ellos respondieron. No. No nos faltó nada.
36. Les dijo entonces: Ahora sin embargo las cosas han cambiado. Y habéis de armaros de prudencia y juicio y tener siempre en vuestra mente que estáis rodeados de enemigos. Ahora el que tenga cartera que lo tome con él, para que tenga dinero para comprar lo necesario para su sustento. Lo mismo que haga el que tiene alforja; que la tome junto a él llena de comida. No encontraréis ya la bien dispuesta hospitalidad y el reciimiento que encontrásteis en vuestro primer recorrido. Y el que no tenga cuchillo, que venda su propia ropa y que lo compre. No quiero decir con esto que os permito afrontar violencia con violencia; tampoco que tengáis derecho con el cuchillo a pretender la entrega del Evangelio. Simplemente con un vigoroso icono quiero mostraros que este tiempo es tiempo de persecución y que os enfrentaréis a trampas mortales y hostilidades.
37. Ahora entonces han llegado tiempos de persecuciones y engaños. Y esto se demuestra por todo lo que dentro de poco me va a suceder. Porque os digo que junto con tantas otras que se han cumplido, ha de cumplirse también conmigo lo que escribió el profeta Isaías. Es decir el "y entre los ilegales y malhechores fue contado, para ser castigado junto con ellos como ilegal". Y ha de cumplirse también esta profecía sobre mi persona, porque todo lo que ha sido escrito y profetizado sobre mí, ahora se cumple y se hace realidad en su totalidad.
38. Pero los discípulos no entendieron la importancia de estas palabras del Señor y le dijeron: Señor, mira, aquí hay dos cuchillos. Y el Señor les dijo. No entendéis lo que os digo. Es suficiente ya. No extendamos más nuestra conversación.
Vers. 39-46. La agonía en Getsemaní.
39. Después Jesús salió y fue, como solía, al monte de los
Olivos. Y sus discípulos también le siguieron.
40. Cuando llegó al lugar al que acostumbraba a ir, les dijo: Orad y suplicad al Señor que os proteja, que no
entréis en tentación.
41. Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro
de piedra; y puesto de rodillas oró,
42. diciendo: Padre, si es tu voluntad alejar esta copa de la muerte de mí, aléjala. Pero que no suceda lo que quiere mi voluntad humana debido a la natural aversión de la muerte, sino lo que quieres tú.
43. Se le apareció entonces un ángel del cielo, que le revitalizó sus fuerzas corporales, las cuales estaban agotadas hasta prácticamente perder el sentido.
44. Mientras tanto se apoderó de él la angustia y por eso oraba ahora más cálidamente y con más intensidad. Y su sudor se hizo abundante y espeso como gotas de sangre coagulada que caen en la tierra.
45. Cuando se levantó de la oración, vino a sus
discípulos y los halló durmiendo, debido al cansancio y al relajamiento que les provocó su gran tristeza.
46. Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para
que no entréis en tentación y seáis dominados por ella.
Vers. 47-53. El arresto de Jesús.
47. Y mientras hablaba Jesús, de repente se presentó una multitud de gente. Al frente de ellos iba y les conducía uno de los doce, el que se llamaba Judas. Entonces éste se acercó hasta Jesús
para besarle; porque esta señal les había dado. Es decir, que les había dicho: Al que bese, ese es Jesús.
48. Entonces Jesús le dijo: Judas, con un beso, que hasta ahora era señal de nuestro amor, traicionas al que es el único representante del género humano y el esperado Mesías de acuerdo con los profetas?
49. Pero cuando los que estaban alrededor de Jesús vieron lo que había de
acontecer, le dijeron: Señor, ¿nos permites herirles a espada?
50. De hecho uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote,
y le cortó la oreja derecha.
51. Entonces Jesús se giró a sus discípulos y les dijo: Dejadlo. Basta, hasta aquí. No os opongáis más. Después tocó la oreja al siervo y le sanó.
52. Dijo entonces Jesús a los principales sacerdotes y a los
jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido junto con la multitud contra él:
¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos?
53. Cada día estaba con vosotros cada día en el
templo, y no extendisteis vuestras manos sobre mí para atraparme. Y habéis venido ahora en medio de la noche. Mas esta hora fue permitido por Dios que sea la vuestra, para que llevéis a cabo vuestro malvado plan. Y ésta coincide con la hora en que satanás muestra su poder y su autoridad. Porque en la oscuridad tienen lugar los crímenes, y bajo la oscuridad busca el hombre esconderse, para pecar libremente.
Vers. 54- 62. La negación de Pedro.
54. Y prendiéndole, le llevaron a la ciudad y le condujeron dentro de la casa
del sumo sacerdote. Pedro mientrastanto le seguía de lejos.
55. Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio,
se sentaron todos juntos para calentarse. Entre ellos se sentó también Pedro
56. Pero cuando una joven sirviente le vio sentarse cerca de la luz producida por el fuego, le observó atentamente y dijo: También éste estaba con aquel que está atado.
57. Pero Pedro lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco
58. Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también
eres de ellos. Pero Pedro dijo: Hombre, no lo soy.
59. Habiendo pasado alrededor de una hora, alguien con insistencia afirmaba, diciendo:Verdaderamente, también éste estaba con el que está siendo juzgado dentro; además es galileo, como muestra su pronunciación.
60. Pero Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en
seguida, mientras todavía hablaba Pedro diciendo estas palabras, el gallo cantó.
61. En aquel momento se volvió el Señor, y miró expresivamente a Pedro. Y Pedro se
acordó de las palabras del Señor, como se las había dicho: Antes de que el gallo cante,
me negarás tres veces.
62. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.
Vers. 63-71. Jesús escarnecido. Frente al sinedrio.
63. Mientras
tanto los hombres que mantenían y vigilaban bien a Jesús, se burlaban de él y
le golpeaban.
64. Y envolviéndole la cabeza para que no viese,
le golpeaban el rostro y le preguntaban: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?
65. Y le
decían muchos otros insultos, profiriendo blasfemias.
66. Cuando era de
día, se juntaron los ancianos del pueblo, es decir los principales sacerdotes y
los escribas, y le trajeron frente a su sinedrio, diciendo: Dinos si eres tú el
Cristo.
67. Jesús les
respondió Si os digo que soy, no me creeréis.
68. Pero incluso
si os hago preguntas y os presento argumentos convincentes, no me daréis
respuestas a ello, ni me dejaréis libre.
69. Solo
esto os digo, que desde ahora el Hijo del Hombre, el Mesías, se sentará continuamente a la diestra del Dios
todopoderoso.
70. Dijeron
todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y Jesús les respondió : Lo decís vosotros
mismos que yo soy el Hijo de Dios.
71. Entonces
ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? Es innecesario. Porque nosotros
mismos lo hemos oído de su boca, decir que él es el Mesías y el Hijo de Dios.
CAPITULO 23
Entonces todos
los miembros del congreso, es decir los presbíteros, los principales sacerdotes
y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús a Pilato.
2. Allí
comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte y levanta a
nuestra nación en revolución y la obstaculiza en dar tributo al César. Y todo
esto lo ha hecho, porque asegura sobre sí mismo que es el Cristo, es decir rey.
3. Entonces
Pilato le preguntó, diciendo: ¿Tú el dejado sin ayuda y abandonado eres el Rey
de los judíos? Y Jesús le respondió: lo dices también tú que soy el rey de los
judíos. Pero mi reino no es como tú y los que me acusan creéis.
4. Pilato entonces
dijo a los principales sacerdotes y a la multitud del pueblo: No hallo en este
hombre nada que le convierta en culpable ni digno de condena.
5. Pero
ellos con más fuerza e insistencia acusaban a Jesús y decían que alborota al pueblo y que enseña
su predicación revolucionaria por toda Judea; comenzó desde Galilea y lo ha
traído hasta aquí.
6. Pero
Pilato, cuando escuchó la palabra Galilea, preguntó si el hombre este era
galileo.
7. Y cuando
fue informado de que era de la eparquía, de la autoridad y de la jurisdicción
de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días de Pascua estaba también
en Jerusalén.
Vers. 8-12. El
Señor frente a Herodes.
8. Cuando Herodes
vio a Jesús, se alegró en gran manera. Porque desde hacía mucho tiempo quería
verle, debido a que había oído mucho sobre él, y esperaba hora verlo y que
hiciese algún milagro.
9. Le hizo entonces muchas preguntas y le presentó muchos temas.
Pero Jesús no le dio ninguna respuesta.
10. Estaban también allí los escribas y los principales
sacerdotes, y con insistencia y convinción acusaban a Jesús.
11. Y habiéndole menospreciado y escarnecido Herodes con sus
soldados, le vistió de una ropa noble espléndida para mayor ridiculización y
volvió a enviarle a Pilato.
12. Esta acción aduladora que hizo Pilatos a Herodes de
enviarle a Jesús, fue motivo de reconciliación entre los dos aquel día, porque
anteriormente se antes estaban enemistados entre sí.
Vers. 13-25. Pilato condena al Señor con la muerte
13. Entonces
Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes de los judíos y
al pueblo.
14. y les
dijo: Me habéis traído aquí a este hombre y le habéis acusado de que levanta al
pueblo y lo incita a no someterse a la autoridad del César y a sublevarse. Pero
he aquí que habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en
este hombre ninguna culpabilidad ni nada digno de condena de todo lo que le
acusáis.
15. Y tampoco
Herodes le ha encontrado ninguna culpabilidad. Además la interrogación de
Herodes era más rigurosa, porque os envió a vosotros también ante él para que
presentarais vuestras acusaciones. Y he aquí, se ha demostrado que no ha cometido
ningún delito digno de pena de muerte.
16. Entonces,
le impondré algún castigo correccional, es decir mandaré azotarle, y luego le
soltaré.
17. Tenía Pilato
además la obligación, por una costumbre, de dejar libre en cada fiesta de Pascua
a un prisionero, como favor a ellos.
18. Mas toda
la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Llévatele de aquí! ¡Dale muerte, y
suéltanos a Barrabás!
19. Este
había sido arrojado en la cárcel por sedición en la ciudad de Jerusalén, y por un
homicidio.
20. Entonces
Pilato, debido a que quería dejar libre a Jesús, comenzó de nuevo con fuerte
voz a hablar al pueblo.
21. Pero
ellos voceaban más fuerte y decían: ¡Crucifícale, crucifícale!
22. Pilato
entonces por tercera vez, les dijo: voy a dejarle libre y no le crucificaré.
Porque, ¿qué mal ha hecho este hombre? Ningún delito digno de pena de muerte he
hallado en él. Le castigaré, pues, y le soltaré.
23. Mas
ellos insistían a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de
ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron, de modo que no fue
escuchada la voz de Pilato.
24. Entonces
Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían;
25. Les
liberó a aquel que pedían, a Barrabás, que había sido arrojado en la cárcel por
sedición y homicidio, mientras que les entregó a Jesús para que le hiciesen lo
que quisieran, es decir para crucificarle.
Vers. 26-31. Camino hacia el Gólgota. Las mujeres que lloraban.
26. Y
llevándole al lugar de la crucifixión , debido a que Jesús estaba exhausto y no
aguantaba ya cargar con su cruz, tomaron a cierto Simón de Cirene, que
regresaba del campo, y le cargaron sobre sus hombros la cruz para que la
llevase tras Jesús.
27. Y le
seguía también gran multitud del pueblo, y muchas mujeres, que golpeaban su
pecho, se lamentaban por él y lloraban.
28. Entonces
se volvió Jesús hacia donde ellas estaban y dijo: mujeres que habitáis en
Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros
hijos.
29. Porque
he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los
vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron niños pequeños. Porque
las que tengan niños pequeños sufrirán mucho, porque sentirán la desgracia y la
desdicha de sus hijos.
30. Entonces,
en los días aquellos, debido a que no podrán soportar la desgracia, comenzarán a decir a los montes: Caed sobre
nosotros. Y a las montañas dirán: Cubridnos, muramos ya para librarnos de las
insoportables torturas.
31. Y realmente
serán insoportables las torturas, porque si los romanos me hacen esto a mí, que
soy inocente y soy como el árbol verde y fresco debido a que tengo vida divina,
¿qué os sucederá a vosotros que sois árbol seco y muerto debido al pecado?
Vers. 32-38. La crucifixión de Cristo.
32. Los soldados llevaron también al lugar de la ejecución a
otros dos malhechores para que fuesen crucificados junto con Jesús.
33. Y cuando llegaron al lugar que debido a su forma
exterior lo llamaban Calavera, crucificaron allí a Jesús y a los dos malhechores,
uno a su derecha y otro a su izquierda.
34. Pero Jesús, a
pesar de todas las torturas que le hacían, decía: Padre, perdónales; porque
están cegados por sus pasiones y no saben lo que hacen. Matan a su Mesías y no
entienden que de este modo dan un golpe mortal contra ellos mismos. Y los
soldados comenzaron a repartirse sus vestidos echando suertes.
35. Mientras tanto el pueblo allí presente observaba como si
viese un extraño espectáculo. Y los gobernantes junto con algunos del pueblo se
burlaban de él, diciendo: A otros salvó con sus milagros de charlatanería. Que
ahora se salve a sí mismo, si éste es el Cristo, y si realmente ha sido elegido
por Dios para llevar a cabo el plan de la salvación de Israel.
36. Los soldados también le escarnecían, los cuales se
acercaban y le ofrecían vinagre
37. y le decían: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti
mismo de este cruel martirio, que te llevará a la muerte.
38. Había también sobre él una inscripción que había sido
fijada por encima de él, escrito en lengua griega, latina y hebrea: Este es el
rey de los judíos.
Vers. 39-43. Los dos ladrones.
39. Mientras tanto uno de los malhechores que fueron
colgados en la cruz se burlaba de él con blasfemias, diciendo: Si tú eres el
Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40. Entonces el otro se volvió hacia él y le reprendió,
diciendo: Dentro de poco serás llevado frente a Dios. ¿Ni aun a Dios temes tú? ¿El
temor a Dios no te mantiene para no adquirir incluso ahora más pecados a ti
mismo? ¿No recuerdas tu pasado y tus
muchos delitos? Porque tú también has sido sometido a la misma condena y a la
misma pena de crucifixión a la que ha sido él sometido.
41. Nosotros,
a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros
hechos. Mas éste no hizo nada indebido e inoportuno. Cuanto menos algún delito.
42 Y dijo a
Jesús: Acuérdate de mí, Señor, cuando vuelvas a venir con la gloria y el poder
de tu reino, y resucítame para disfrutarlo yo también.
43. Entonces
Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy, desde el momento en que muramos,
estarás conmigo en el paraíso.
Vers. 44-49. La muerte de Jesús.
44. Era alrededor
de la hora sexta desde la salida del sol, es decir doce del mediodía. Y cayó
oscuridad sobre toda la tierra hasta las tres del mediodía, y se oscureció el
sol.
45. Y el
velo del templo que separaba al Santo del Lugar Santísimo se rasgó por la
mitad.*
* El Lugar Santísimo
(del gr. "τα Άγια των Αγίων ", [ta áyia ton ayíon]) era el santuario, por así decirlo, del
tabernáculo en el desierto y más tarde del templo construido por Salomón,
después del asentamiento de los israelitas en Palestina. Era intransitable para
el pueblo y los sacerdotes, que entraban sólo al Santo (del gr. "τα άγια", [ta áyia]),
es decir, a la parte del templo frente al Lugar Santísimo, donde a la izquierda
estaba la lámpara dorada de siete luces, a la derecha la mesa y los doce panes
de la ofrenda y más adelante la cortina del sacrificatorio, con los inciensos.
(http://www.orthodoxos.com.gr/phpBB3/viewtopic.php?t=2327)
46. Entonces
Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi alma lógica e
inmortal, lleno de esperanza y creencia en ti. Y en cuanto dijo esto, expiró.
47. Cuando
el centurión vio lo que había acontecido, es decir la oscuridad y el seísmo,
pero también el modo en que Cristo como hombre que había determinado su vida,
entregó su espíritu a su Padre, glorificó a Dios, diciendo: Realmente este
hombre era justo y era verdadero lo que decía, de que es el Hijo de Dios.
48. Y toda
la multitud de los que estaban presentes allí por curiosidad por ver este
espectáculo de la ejecución a muerte, viendo lo que había acontecido, se
volvían a la ciudad golpeándose el pecho, declarando así su pena y su
arrepentimiento.
49. Pero
todos los conocidos del Señor, así como las mujeres que le habían seguido, juntos desde Galilea, permanecían desde lejos mirando todo lo que sucedía
durante la crucifixión del Señor y las señales que hacían estremecerse a todos,
y cómo se marchaban los hombres que se golpeaban el pecho.
Vers. 50-56. El entierro de Jesús.
50. Y he aquí, se
presenta entonces un hombre llamado José que era diputado, es decir miembro del sinedrio judío, hombre bueno y virtuoso.
51. Este no
estaba de acuerdo con la decisión que tomaron los miembros del sinedrio en
contra de Jesús, ni con las medidas ni con las acciones que hicieron para asegurarse
de la confirmación y de la ejecución de la decisión. Este hombre entonces era
la ciudad de los judío Arimatea. Hubo creído en la predicación de Jesús sobre el
reino de Dios, y esperaba él también, junto con tantos otros discípulos este
reino.
52. Entonces este
distinguido y virtuoso hombre se presentó ante Pilato, y pidió el cuerpo de
Jesús.
53. Y habiéndolo
bajado de la cruz, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto
en una peña. En este sepulcro aún no se había puesto a nadie.
54. Era día
de la preparación *. Aún no se había puesto el sol. Sin embargo se acercaba con la
vespertina el comienzo del Sábado.
* Preparación, del gr. “Παρασκευή”, [Paraskeví], traducción literal preparación,
equivale a lo que en occidente se conoce como Viernes. En contexto bíblico, es
el día de la preparación.
55. Mientras
tanto las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea, siguieron hasta el
final su sepultación y observaron con atención su colocación en el sepulcro, y
cómo fue puesto su cuerpo dentro de él, envuelto con el sudario y con una
sábana.
56. Entonces en cuanto regresaron a la ciudad,
prepararon antes de la puesta del sol aromas y perfume de mirra, especias
aromáticas y ungüentos. Y durante el Sábado no hicieron ninguna acción, como establece
el mandamiento del descanso del Sábado.
CAPITULO 24
Vers. 1-12. Las mujeres "Mirroforas" en el sepulcro. El mensaje de los ángeles sobre la Resurrección del Señor. Pedro en el sepulcro.
Mas el primer día de la semana en lo profundo del alba, vinieron las mujeres al sepulcro trayendo los aromas que habían preparado. Junto con ellas vinieron algunas más.
2. Hallaron entonces la piedra que sellaba el monumento, rodada lejos de él.
3. Y cuando entraron al sepulcro, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.
4. Y mientras estaban perplejas ante este acontecimiento, de repente se presentaron dos ángeles volviéndose ellos como hombres con vestimentas que brillaban como relámpagos.
5. Y estando ellas aterrorizadas e inclinando los
rostros hacia la tierra por respeto y debido a que no aguantaban el resplandor de los ángeles, éstos dijeron a ellas: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que ahora está ya vivo?
6. No está aquí, sino resucitó. Recordad cómo os habló, y qué os dijo cuando todavía estaba en Galilea,
7. diciendo que según el preestablecido plan de Dios, el Hijo del Hombre será entregado
en manos de hombres pecadores, y será crucificado, y al tercer día a partir de su muerte, resucitará.
8. Entonces las mujeres "mirroforas" recordaron las palabras del Señor.
9. Y regresando del sepulcro, anunciaron todo esto a
los once discípulos, y a todos los demás que estaban con los apóstoles.
10. Las mujeres que decían esto eran: María Magdalena, Juana y María la de
Santiago y el resto que estaban con ellas.
11. Sin embargo estas palabras suyas les parecieron a los discípulos charloteo e invención de su imaginación. Y no las creyeron.
12. Pero a pesar de todo esto, Pedro se levantó y fue corriendo al monumento. E inclinándose ante la puerta, vio solamente los lienzos mortuorios bajo el sepulcro, sin el cuerpo. Entonces regresó a la casa donde vivía, lleno de duda y sorpresa por todo lo
acontecido.
Vers. 13-35. Aparición del Señor a dos discípulos de camino a Emaús.
13. Y he aquí, el mismo día dos de sus discípulos iban a un pueblo que estaba a sesenta estadios de Jerusalén, unos once kilómetros. Y este pueblo se llamaba Emaús.
14. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que
habían sucedido. Es decir, sobre el acontecimiento de la muerte y el entierro del Señor, así como de todo lo que dijeron las mujeres "mirroforas" a los discípulos.
15. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí,
Jesús mismo se les acercó, y caminaba con ellos.
16. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no
le reconociesen. Y esto sucedió bien porque la apariencia del Señor resucitado había cambiado en aquel momento, o bien porque Dios con poder sobrenatural impidió que le reconociesen con sus sentidos.
17. Y Jesús les preguntó: ¿De qué tema discutís entre vosotros e intercambiáis vuestros pensamientos mientras camináis, y estáis tristes?
18. Entonces uno de ellos, que se llamaba Cleofas,
le dijo: ¿Eres tú el único forastero de los que han venido a la Pascua a reverenciar, que permaneces en Jerusalén y no te has enterado de todo lo que ha pasado en esta ciudad en estos días?
19. ¿Cuáles? les preguntó. Y ellos le respondieron: De Jesús el Nazareno, que era profeta y fue reconocido poderoso en obras sobrenaturales y en enseñanza inspirada por Dios y perfecta; poderoso delante de Dios y de todo el pueblo;
20. ¿No te has enterado todavía de qué modo le entregaron los principales sacerdotes y
nuestros gobernantes a sentencia de muerte y le crucificaron?
21. Pero nosotros esperábamos que él fuese el Mesías, el que ha de
redimir a Israel y reestablecer su reino. Pero esta esperanza nuestra ha disminuído, porque aparte de su crucifixión y de todo lo otro que sucedió, hoy es el tercer día desde que aconecieron, y no hemos visto aún nada que mantenga nuestras esperanzas.
22. Aunque también ago más que mientras tanto sucedió, aumentó nuestras dudas. Es decir unas mujeres de
entre nosotros, se llenaron de sorpresa. Porque fueron muy temprano al sepulcro
23. y no hallaron allí su cuerpo. Vinieron entonces y nos dijeron que vieron aparecérseles ángeles, quienes les dijeron que Jesús vive.
24. Entonces algunos de los nuestros fueron al sepulcro y
hallaron las cosas tal como lo dijeron las mujeres, es decir vieron abierto el sepulcro, pero al mismo Jesús no le vieron.
25. Entonces Jesús dijo a los dos discípulos: ¡Oh hombres que no tenéis el entendimiento iluminado para comprender las Escrituras, que vuestro corazón es tardo e intrincado para creer todo lo que los profetas dijeron!
26. Según la voluntad y el plan de Dios, que previamente predicaron los profetas, ¿no debía padecer Cristo y dentro de estos padecimientos entrar en su gloria? Esta gloria suya comenzó con su resurrección y será perfeccionada con su ascensión.
27. Y comenzando por las profecías y las prefiguraciones contenidos en los libros de Moisés, a continuación les hizo referencia a todos los apartados de todos los profetas que hablan del Mesías. Acto seguido les explicó las profecías que se referían a él mismo.
28. Llegaron a la aldea a la que tenían intención de ir los dos discípulos, y él hizo como que
iba más lejos. Y realmente se alejaría de ellos, si ellos no hubiesen insistido en que se quedase.
29. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate
con nosotros, porque se acerca la noche, y el día ha avanzado mucho hacia la puesta del sol. Entonces Jesús entró en su pueblo y después a la casa para
quedarse con ellos.
30. Y aconteció lo siguiente: cuando él se sentó con ellos a la mesa para comer,
tomando el pan con su mano, lo bendijo dando gracias a Dios, como acostumbraba a hacer antes de la comida, y habiéndolo partido, les dio.
31. Mas cuando ellos vieron que la bendición y la partición del pan era realizada del modo en que solía hacerlo su Maestro, y entonces también por efecto divino les fueron abiertos los ojos, y le
reconocieron perfectamente. Pero en el momento aquel él desapareció de su vista.
32. Se dijeron entonces el uno al otro: ¿No sentía nuestro corazón dentro de nosotros la llama espiritual del divino celo y del amor por Cristo y no se calentaba por la calidez de la luz de la verdad divina, cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras? ¿Cómo es que no pudimos reconocerle enseguida?
33. Y levantándose en la misma hora, volvieron a
Jerusalén. Allí hallaron a los once apóstoles reunidos, y a los que estaban con ellos,
34. y todos ellos decían, que realmente ha resucitado el Señor, y se ha aparecido a Simón Pedro.
35. Entonces también ellos dos comenzaron a contar todo lo que les había acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
Vers. 36-49. La aparición del Señor resucitado a los Apóstoles e instrucciones para ellos de despedida.
36. Y mientras hablaban de estas cosas, de repente el mismo Jesús se
puso en medio de ellos y les dijo: que la paz esté con vosotros. Paz con Dios y entre vosotros. Y paz en vuestras almas.
37. Pero la sorprendente aparición del Señor les atemorizó. Y como estaban dominados por el miedo, pensaban que
veían espectro, es decir el alma de un muerto que vino del Hades sin tener cuerpo.
38. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados? ¿Y por qué nacen en vuestros corazones pensamientos de dudas sobre si realmente soy vuestro Maestro resucitado?
39. Mirad que mis manos y mis pies tienen las señales de mis clavos, y aseguraos de que no soy un espíritu sin carne. Porque el alma y el espectro de un muerto no tiene cuerpo y huesos, como véis y os convencéis que tengo yo.
40. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
41. Y como todavía ellos, de gozo, no creían en lo que veían sus ojos y todavía pensaban que veían un sueño, y
estaban maravillados por estos nunca antes vistos e inesperados acontecimientos, les dijo el Señor: ¿Tenéis aquí algo comestible, para que coma y así os covenzcáis más todavía de que no soy un espectro?
42. Y ellos le dieron parte de un pez asado y un poco de panal
de miel.
43. Entonces lo tomó y comió delante de ellos. Y lo hizo esto no porque su cuerpo tuviese necesidad de comida, sino para garantizarles que realmente resucitó.
44 Y les dijo: Estos acontecimientos que veis y os provocan asombro son la realización de las palabras que os dije proféticamente, cuando estaba aún con vosotros antes de ser crucificado. Os decía que según el plan preestablecido de Dios es necesario que se cumpliese y se hiciese realidad todo lo que está
escrito de mí en la ley de Moisés y en los profetas y en los salmos.
45. Entonces les transmitió iluminación divina y les abrió el entendimiento, para que
comprendiesen las Escrituras.
46. Y habiéndoles desarrollado las principales profecías, les dijo que así ha sido escrito proféticamente en las Escrituras, y así era necesario según las profecías que el Cristo padeciese, y que al tercer día después de su muerte resucitase de los muertos,
47. así como que ha de predicarse en todas las naciones el arrepentimiento y
el perdón de pecados en mi nombre, (es decir según todo lo que os ha sido enseñado y habéis aprendido sobre mi nombre, que soy el único Salvador y Redentor de los hombres). Y esta predicación ha de comenzar desde Jerusalén.
48. Vosotros sois testigos de todo esto, es decir de mi predicación, de mi vida, de mi Pasión y de mi Resurrección. Y con el testimonio que daréis de mí será llevada a cabo esta gran obra de la predicación del arrepentimiento y del perdón de los pecados en todas las naciones.
49. Y yo prometo ayudaros eficazmente en esta obra. He aquí yo, que desde ahora soy también como hombre el rey del mundo y la cabeza de la Iglesia, dentro de poco os enviaré sobre vosotros desde el cielo lo que os prometió mi
Padre, es decir el Espíritu Santo. Este Espíritu anunciaron los profetas que será dado a cada hombre. Entonces vosotros quedaros en la ciudad de Jerusalén y no os alejéis de ella, hasta que os pongáis como vestido espiritual el poder y el refuerzo que os vendrá desde el cielo con la implantación del Espíritu Santo.
Vers. 50-53. La gloriosa Ascensión del Señor Jesús.
50. Cuando el Señor terminó estas enseñanzas suyas, los guió fuera por Jerusalén, hasta que se acercaron a Betania. Y allí alzó sus manos y los bendijo.
51. Y mientras los bendecía, comenzó a distanciarse de ellos y a ascender hacia arriba, hacia el cielo.
52. Y ellos, tras haberle adorado, volvieron a
Jerusalén con gran gozo por la gloriosa ascención de su Maestro y por la promesa del Espíritu Santo, la cual les aseguró.
53. Y estaban siempre en el templo en el tiempo de oración y adoración, alabando y glorificando a Dios. Amén.