1.4. Los Cuatro Evangelios

Evangelios se denominan a los cuatro libros "por Dios inspirados" (del gr. "θεόπνευστα", [Zeópnefsta]"), los cuales relatan y describen la enseñanza y los principales sucesos salvíficos de la vida de Jesús Cristo.
De los cuatro Evangelios, dos fueron escritos por Apóstoles, Mateo y Juan, mientras que los otros dos fueron escritos por alumnos (discípulos) y seguidores de los Apóstoles. 
El Evangelista Marcos en su Evangelio salvó la enseñanza del apóstol Pedro sobre Cristo, mientras que Lucas escribió su Evangelio primera instancia con la enseñanza del apóstol Pablo. Los tres primeros Evangelios, es decir según Mateo, según Marcos y según Lucas, en su mayor parte relatan los mismos hechos y siguen el mismo diagrama en su narración. Entonces debido a que los relatos de esos tres Evangelios es posible sintetizarlos en uno, por eso fueron denominados "Sinópticos". El evangelista Juan sin embargo, quien escribió su Evangelio el último de todos, tenía como objetivo completar a los otros tres evangelistas. Debido entonces a que ellos se refieren principalmente a la acción del Señor en Galilea, Juan habla más de la enseñanza y de los milagros del Señor en Jerusalén.
Los Evangelios los recibieron desde el principio con todo respeto y devoción todas las Iglesias de por la tierra y la leían durante la hora de la adoración, como continúa realizándose hasta hoy. Es además un hecho que acudieron y acuden no sólo el respeto y la devoción de todos los cristianos fieles, sino también el serio interés de los infieles. La personalidad del Señor, la cual tan armoniosa, elevada e ingeniosa se presenta en los Evangelios, y su enseñanza celestial, la cual con tanta exactitud y sin engaño se preservó en ellos, contribuyen de modo tal que los Evangelios son fuentes de renacimientos espirituales y enaltecimiento para el mundo entero. Han sido el único libro de la humanidad, el cual en poco tiempo rellenó el mundo y se convirtió en fuente espiritual, la cual vivifica y calienta el mundo espiritual. Ningún otro libro ha circulado ni continúa circulando tanto como el Evangelio. Es impreso y circula cada año en infinitas copias y ha sido traducido ya a 2.500 idiomas, para que circule entre todo los pueblos y contribuya de este modo a su civilización.
Cada generación de cristianos desde hace veinte siglos intenta comprender más profundamente los tesoros celestiales de los Evangelios. Por esto además existen muchos intérpretes suyos. Porque realmente los sagrados Evangelios son una mina inagotable del divino conocimiento y de sabiduría, y esconden en sus pocas páginas la perla preciosa que tiene un valor inapreciable y para la cual merece la pena venderlo y sacrificarlo todo para conseguirlo.