Fue recibido por el autor de a Historia Lausiaca Heraclides y entre otras cosas le preguntó: "¿Cómo podría ser posible, padre, que la mente humana esté siempre en lo divino"? El bendito respondió: “Tal como se acostumbra el hombre, sea con buenas intenciones o con malos razonamientos, así se comporta”.
Según el libro de la "Historia Lausiaca", Doroteo era un asceta que vivía en una cueva, un hombre de vida intachable y de gran bondad. Fue digno de ser ordenado al sacerdocio y ministraba a los hermanos en las cuevas. En una ocasión Melania la menor, nieta de Melania la grande, de quien luego hablaré, le envió quinientos chelines para que los repartiera entre los hermanos. Sin embargo, solo se quedaría con tres de ellos, dando el resto al anacoreta Diocles, un hombre de la mayor percepción, mencionado a continuación.
"Eres mucho más sabio que yo, hermano Diocles", dijo, "y puedes distribuirlos de una manera mucho más justa e impecable que yo. Tú sabes mejor que yo quién necesita ayuda merecidamente. Estos tres chelines son suficientes para mi."
Este Diocles fue educado en la Gramática (es decir, Escuela de Retórica y Filosofía), y se entregó al estudio de la Filosofía, hasta que a la edad de veintiocho años, guiado por la gracia, abandonó las artes liberales y se volvió a Cristo y la filosofía del Cielo. A los treinta y cinco años fue a una cueva. Nos decía que la mente de aquel cuyos pensamientos se apartan de la contemplación de Dios se vuelve o demoníaca o bestial.
"¿A qué te refieres?" le preguntamos.
"La mente que se aparta de Dios", respondió, "o es necesariamente capturada por el demonio del deseo que te empuja a la lascivia, o por el espíritu maligno de la ira del que provienen todo tipo de impulsos irracionales. La lascivia es bestial; la ira es el movimiento del diablo".
"Pero, ¿cómo puede una mente humana estar con Dios sin interrupción?" Yo pregunté.
"El alma está siempre con Dios cuando está inmersa en pensamientos o acciones que se entregan devotamente a la voluntad de Dios", respondió.
ΝΟΤΑ:
Las fotos no corresponden con los personajes reales, siendo solo ilustrativas
Fuente: saint.gr, Historia Lausiaca, caps. 157-158.
