Higinio fue colocado en el puesto del papa de Roma después del martirio de San Telesforo, en el año 139. Eusebio nos informa que estuvo cuatro años.
La iglesia disfrutó entonces de una especie de calma, bajo el suave reinado del emperador Antonino Pío; aunque varios mártires sufrieron en su tiempo por la furia de ciertos sectores de la población, o la crueldad de ciertos magistrados. El propio emperador nunca consintió en tales procedimientos; y cuando fue informado de ellos por los gobernadores de Asia, Atenas, Tesalónica y Larisa, les escribió a favor de los cristianos, como lo registran San Justino y Eusebio. Pero el diablo recurrió a otras artes para perturbar la paz de la iglesia de Dios.
Cerdo, un lobo con piel de cordero, en el año 140, vino de Siria a Roma y comenzó a enseñar falsos principios que Marción adoptó después con más éxito. Afirmó impíamente que había dos dioses; el riguroso y severo, autor del Antiguo Testamento; el otro, misericordioso y bueno, autor del Nuevo y padre de Cristo, enviado por él para redimir al hombre de la tiranía del primero; y que Cristo no nació realmente de la Virgen María, o verdadero hombre, sino sólo en sombra y apariencia.
Nuestro santo Papa, con su vigilancia pastoral, detectó a ese monstruo y lo cortó de la comunión de la Iglesia. El heresiarca, imponiéndole mediante un falso arrepentimiento, fue nuevamente recibido; pero el celoso pastor, al descubrir que predicaba en secreto sus antiguas opiniones, lo excomulgó por segunda vez.
Otro ministro de Satanás fue Valentín, quien siendo un filósofo platónico, engreído con la vana opinión de su erudición y lleno de resentimiento por que otro fuera preferido a él en una elección para cierto obispado en Egipto, como relata Tertuliano, revivió los errores de Simón el Mago, y les agregó muchas otras ficciones absurdas, como de treinta siglos o edades, una especie de deidades inferiores, con historias caprichosas de sus varios pedigrí. Habiendo planteado estas opiniones en Alejandría, salió de Egipto hacia Roma. Al principio disimuló sus herejías, pero poco a poco sus extravagantes doctrinas salieron a la luz.
Higinio, siendo el más suave de los hombres, se esforzó por recuperarlo sin llegar a los extremos; de modo que Valentín no fue excomulgado antes del primer año de San Pío, su sucesor inmediato.
San Higinio no se detuvo durante cuatro años, muriendo en 142. No encontramos que haya terminado su vida por martirio, sin embargo, se le llama mártir en algunos calendarios antiguos, así como en el actual Martirologio Romano; indudablemente a causa de las diversas persecuciones que sufrió, y a las que lo expusieron en su alta posición en la Iglesia en aquellos tiempos peligrosos.
De "La vida de los santos", A. Butler. Volumen I: enero. 1866.