"Fuiste un realizador de milagros Atalo mientras vivías, de modo extraño, fuiste un realizador de milagros más tarde también, solo en la tierra".
El venerable Atalo* abandonó el mundo y las cosas del mundo, se convirtió en monje y se ocupó de todas las formas de ascetismo, a saber, el ayuno, las vigilias y cualquier otro trabajo laborioso. Era exageradamente misericordioso practicante de la contención, autodominio y prudencia **. Porque comía solo una vez cada dos o tres días, muchas veces cada cinco días y nnca dos veces en el mismo día.
Nunca dormía de lado, sino mientras estaba sentado o de pie, durante el cual dormía un poco, lo necesario como para consolar la debilidad de la naturaleza. La cama, decía, es una especie de ataúd; más horas de sueño, más horas de mortandad. A pesar de la dureza de su ascesis, tenía un alma dulce y tierna. Cada mañana los pájaros, se acercaban silenciosamente a él y enviaban su glorificación matinal al Dios creador.
Dios le regaló a Atalo también la capacidad de realizar milagros. Su oración sanó enfermos de cuerpo y de alma. Con tales virtudes y milagros, pasó su vida. A medida que se acercaba su fin, cuyo momento exacto previó, incitó a los que estaban con él a darle su último abrazo en Cristo, y entregó su alma en las manos de Dios.
San Attalo (f. 627 en Bobbio) fue un discípulo de San Columbano y su sucesor como abad en la abadía de Bobbio.
San Átalo, originario de Borgoña, pasó su juventud con Aregio, obispo de Gap, a quien sus padres le habían confiado. Sintiendo que sus progresos en la virtud no correspondían a sus éxitos en el estudio de las letras profanas, Átalo ingresó en el monasterio de Lérins. Sin embargo, más tarde decidió buscar una comunidad aún más estricta. En el célebre monasterio de Luxeuil, fundado por San Columbano en el antiguo pueblo romano de Luxovium, Átalo encontró toda la austeridad que pudiera desear y pronto llegó a ser el discípulo predilecto de San Columbano, quien vio en él a un alma gemela y se esforzó por guiarle a la más alta perfección. Cuando Teodorico, rey de Austrasia, desterró de Francia a San Columbano y a todos los monjes irlandeses, Átalo partió con el santo abad. En Lombardía, el rey Aguilulfo les asignó un solitario rincón de los Apeninos para que fundasen el monasterio de Bobio.
Para entonces,
San Columbano tenía ya setenta años de edad. Como sólo vivió un año más,
hay que atribuir gran parte de la gloria de haber fundado el famoso
monasterio a San Átalo, quien le sucedió en el cargo de abad, el año
615. El nuevo superior tuvo que enfrentarse con muchas dificultades,
particularmente con la deslealtad de sus monjes, quienes, inmediatamente después de la muerte de San Columbano, empezaron a murmurar contra la
severidad de la regla y se rebelaron.
San Átalo, como San Columbano,
luchó largo tiempo contra el arrianismo, que había invadido los
alrededores de Milán. Dios le había concedido el don de curar a los
enfermos; su biógrafo, Jonás el Escocés, presenció algunas de las
curaciones milagrosas que hizo. Cincuenta días antes de su muerte, San
Átalo recibió aviso del cielo de prepararse para un largo viaje. No
sabiendo si se trataba de una expedición al extranjero o del paso a la
eternidad, el abad puso en orden los asuntos del monasterio y se preparó
como si fuese a partir. Cuando la fiebre empezó a dejarse sentir, San
Átalo comprendió que el aviso del cielo se refería a su muerte. La
enfermedad se agravó y el santo pidió que le colocasen fuera de su
celda, junto a la cruz que se levantaba ante la puerta y que él había
tocado siempre al entrar y al salir. Como quisiese estar solo unos
momentos, todos se alejaron, excepto San Bliomondo (más tarde abad de
Saint-Valéry), quien solamente se retiró un poco, por si el santo
necesitaba de su ayuda. San Átalo dio gracias a Dios con muchas
lágrimas; después vio el cielo abierto y se quedó contemplándolo varias
horas. Más tarde, los monjes le introdujeron de nuevo en la celda. El
santo murió al día siguiente y fue sepultado en Bobio, junto a su
maestro San Columbano. Posteriormente, se colocó en la misma tumba el
cuerpo de San Bertulfo y los tres varones de Dios fueron venerados
conjuntamente.
Notas:
* Traducido del gr. "Άτταλος", [Áttalos]. En los martirologios romanos aparece como Attalo.
** En griego, "εγκράτεια": la voluntaria privación de placeres
*** saint.gr, synaxarion.gr, diakonima.gr,
**** es.wikipedia.org/wiki/Enciclopedia, web.archive.org