San Telemaco fue un monje del siglo V y santo de la Iglesia cristiana. Todo lo que sabemos de este interesante personaje proviene de dos fuentes.
La primera de ellas se halla en la "Historia Eclesiástica" de Teodoreto (lib. V, c. 26), la segunda en el antiguo "Martirologio de Jerónimo". Teodoreto nos dice que el emperador Honorio suprimió los combates en el circo, a raíz del incidente que vamos a relatar:
"Un asceta llamado Telémaco había venido del oriente a Roma, animado por una santa ambición. En el momento en que se llevaban al cabo en el circo los abominables juegos, Telémaco corrió al Coliseo, entró en el estadio y se presentó en la arena. Gritó a los gladiadores que se detuvieran en el nombre de Cristo. Entonces la multitud se echó a reír y comenzaron a abuchearle. Uno de los gladiadores golpeó a Telémaco con su espada en el estómago y se cayó al suelo. Se levantó y volvió a gritar a los gladiadores que se detuviesen.
La primera de ellas se halla en la "Historia Eclesiástica" de Teodoreto (lib. V, c. 26), la segunda en el antiguo "Martirologio de Jerónimo". Teodoreto nos dice que el emperador Honorio suprimió los combates en el circo, a raíz del incidente que vamos a relatar:
"Un asceta llamado Telémaco había venido del oriente a Roma, animado por una santa ambición. En el momento en que se llevaban al cabo en el circo los abominables juegos, Telémaco corrió al Coliseo, entró en el estadio y se presentó en la arena. Gritó a los gladiadores que se detuvieran en el nombre de Cristo. Entonces la multitud se echó a reír y comenzaron a abuchearle. Uno de los gladiadores golpeó a Telémaco con su espada en el estómago y se cayó al suelo. Se levantó y volvió a gritar a los gladiadores que se detuviesen.
Un
gladiador le clavó en el estómago su espada, y después de gritar por
última vez, murió en el suelo del anfiteatro, empapado en su sangre. La
multitud en silencio y vació el Coliseo.
Esto sucedió un 1 de Enero del año 404 d.C. y esta tragedia llevó al emperador a prohibir este espectáculo en el Imperio Romano para siempre.
Es cierto que Constantino el Grande, muchos años antes, había emitido decretos que declaraban ilegales males tan grandes como el aborto, el infanticidio, la crucifixión y los juegos de gladiadores. Pero muchos de estos grandes males son muy difíciles de extirpar y, a menudo, sus cabezas demoníacas aparecen una y otra vez en la historia. El gran poeta cristiano y escritor de himnos latinos, Aurelius Prudentius Clemens, en su obra "Contra Symmachi Orationem", se pronunció contra la influencia del senador y magistrado pagano Símaco (quien era conocido por representar a las fuerzas de la tradición pagana, entre ellas los sangrientos juegos de gladiadores), castigando estos grandes males, diciendo:"Lo que hace estragos a otros a sí mismo lo hará el arte impío del juego,
¿Qué muertes de jóvenes, qué placer alimentado con sangre?"
"Ό ΆΓΙΟΣ ΤΗΛΈΜΑΧΟΣ", [Ó Áyios Tilémajos] SAN TELEMACO |
Prudencio, sin embargo, mucho más tarde, muestra elogios para el emperador Honorio:
"Prohibió que la ciudad se manchara con la sangre de los toros,
Prohibirás que se ofrezcan las muertes de hombres infelices,
Nadie en la Ciudad puede caer, cuyo placer puede ser el dolor,
Ni tampoco su propia hermandad deleite los rostros de los mataderos,
Ahora la arena infame contenta por solo bestias salvajes,
No dejes que más homicidios entretengan en brazos ensangrentados."
Así, durante casi ochenta años, los gobernantes, jerarcas y clérigos cristianos no pudieron poner fin a este espectáculo sangriento, hasta que un asceta extranjero llegó a Roma y puso su vida en peligro y la perdió en el nombre de Cristo.
Fuente: diakonima.gr, johnsanodopoulos.com, Analecta Bollandiana, orthodoxwiki.org