Versos:
"Incluso el vidente Samuel finalmente cerró los ojos, pero ve la luz eterna después de su muerte".
Viendo el futuro, Samuel partió el día veinte.
Todo comenzó cuando se encontraba durmiendo plácidamente durante la noche. Solo era un niño, con 12 años de edad, pero el Señor Dios de Israel había decidido que ya era lo suficientemente mayor para ser profeta.
¿De qué otra manera podríamos explicar la increíble sucesión de eventos que comenzaron con una voz, profunda pero poderosa, resonando en la oscuridad de esa media noche?
"Incluso el vidente Samuel finalmente cerró los ojos, pero ve la luz eterna después de su muerte".
Viendo el futuro, Samuel partió el día veinte.
Todo comenzó cuando se encontraba durmiendo plácidamente durante la noche. Solo era un niño, con 12 años de edad, pero el Señor Dios de Israel había decidido que ya era lo suficientemente mayor para ser profeta.
¿De qué otra manera podríamos explicar la increíble sucesión de eventos que comenzaron con una voz, profunda pero poderosa, resonando en la oscuridad de esa media noche?
Samuel, Samuel...
El niño abrió un ojo. ¿Había estado soñando? ¿Quién había
pronunciado su nombre? Observando a través de la ventana más cercana vio las
estrellas brillando sobre el cielo de Palestina. Dormía, como de costumbre, en
una pequeña habitación creada para él en el Templo en Shiloh, en donde se
encontraba viviendo bajo la tutela de Elí, el Sumo Sacerdote. Parpadeando
lentamente se preguntó a sí mismo si había imaginado esa voz que se mantenía
insistentemente llamando y diciendo su nombre.
Samuel, Samuel, Samuel. Esta vez se sentó erguido sobre su
cama angosta. Con los ojos muy abiertos miró alrededor del cuarto atiborrado en
busca de un intruso. Pero no vio nada. El cuarto se encontraba vacío. Bajo la
pálida luz procedente de las estrellas solo podía ver la silla de madera que el
Sumo Sacerdote le había dado y la tenue sombra arrojada por la silla, así como
la túnica que se había quitado antes de acostarse.
La voz comenzó a hablar nuevamente. Emocionado y paralizado
al mismo tiempo el niño se quedó sentado, inmóvil, mientras las palabras
resonaban en su cabeza. ¿Estaba escuchando esas palabras con sus oídos de carne
o lo hacía a través de su espíritu? Sorprendido y un poco más que asustado,
escuchó como la voces fluían, una a una, a través del silencio de la noche.
Ellas le dijeron que se avecinaba un terrible acontecimiento y que muy pronto acontecería. Un poderoso ejército se encontraba de camino hacia la Tierra de los Israelitas: los temidos Filisteos. El ejército era imparable y la gente de Israel estaba a punto de ser sobrepasada. Miles morirían de manera brutal y la Sagrada Arca de la Alianza sería arrebatada por esta gente bárbara –dejando a los vencidos Israelitas retorciéndose impotentes en medio de su ignominia y vergüenza.
La gran voz le habló a Samuel en Shiloh (Silo) en el año 1096 a.C., lo que significa casi once siglos antes del nacimiento del Santo Salvador, quien libraría al mundo de la muerte y del pecado. Y mientras más escuchaba el joven Samuel estas advertencias venidas desde lo alto, más alarmado se ponía. De acuerdo al mensaje profético que estaba recibiendo, los Filisteos tendrían éxito debido, en gran parte, a las terribles transgresiones que estaban tomando lugar en la Casa de Elí, el mismo Sumo Sacerdote que estaba a cargo del Templo.
La gran voz le habló a Samuel en Shiloh (Silo) en el año 1096 a.C., lo que significa casi once siglos antes del nacimiento del Santo Salvador, quien libraría al mundo de la muerte y del pecado. Y mientras más escuchaba el joven Samuel estas advertencias venidas desde lo alto, más alarmado se ponía. De acuerdo al mensaje profético que estaba recibiendo, los Filisteos tendrían éxito debido, en gran parte, a las terribles transgresiones que estaban tomando lugar en la Casa de Elí, el mismo Sumo Sacerdote que estaba a cargo del Templo.
Esas transgresiones tenían su origen en la conducta de los dos hijos blasfemos de Elí, Jofní y Pinjas, quienes se habían negado a adorar al Unico Dios Verdadero de Israel y que además habían iniciado una revuelta espiritual.
No hay que equivocarse: Jofní y Pinjas le habían dado la espalda a Dios Todopoderoso –y su Padre Elí, quien tenía defectos morales, había sido demasiado temeroso en disciplinarlos adecuadamente, temeroso de sus explosiones de ira. A menos que actuaran rápidamente, un desastre de proporciones inmensas habrían de sobrepasar, no solo la Casa de Elí sino también toda la Nación de Israel.Tan sorprendido estaba Samuel escuchando estas predicciones alarmantes que sólo podría maravillarse ante las extraordinarias circunstancias que lo habían ubicado en este escenario en Shiloh, donde ahora se le requería que le dijese al mundo acerca de esta falta moral de Elí y de sus hijos, así como de la terrible catástrofe que estaba a punto de acontecer sobre Israel.
Nacido alrededor del 1108 a.C. en Arimatea de Palestina (quince siglos antes que otro residente de ese pueblo, José de Arimatea, quien llevaría el Cuerpo de Jesucristo para ser enterrado en su propia tumba en Jerusalén), Samuel era el hijo de dos Judíos piadosos de la tribu de Leví: Elkanah y Hannah, su sufrida esposa.
Infértil por muchos años, la paciente Hannah había implorado una y otra vez a Dios, con lágrimas, que le enviase un hijo. Y cuando finalmente llegó ese niño, ella le agradeció al Todopoderoso poniéndole por nombre Samuel (que significa “escuchado por Dios”) y entregando al niño, a la edad de tres años, al sacerdote del Gran Templo de Shiloh, para que fuese educado allí como una oración en agradecimeinto por la bondad del Santo Dios de Israel.
Esta era la secuencia de acontecimientos que por ese entonces habían moldeado la niñez de Samuel... quien estaba destinado a ser el Juez número quince (y el último) de Israel, quien al mismo tiempo llegó a ser uno de los más grandes profetas durante una vida extraordinaria de más de noventa y ocho años.
Un niño con una inteligencia pronta y con una inclinación
natural por la oración, Samuel muy pronto se dio cuenta de que Dios lo llamaba
para decirle a la gente de Shiloh (en ese entonces el hogar del Arca de la
Alianza, el cual era el objeto sagrado más preciado en la vida de los Judíos)
sobre la perfidia inexcusable de Jofní y de Pinjas. Al mismo tiempo el Profeta
les advertiría sobre el inminente ataque de los poderosos Filisteos.Esta era la secuencia de acontecimientos que por ese entonces habían moldeado la niñez de Samuel... quien estaba destinado a ser el Juez número quince (y el último) de Israel, quien al mismo tiempo llegó a ser uno de los más grandes profetas durante una vida extraordinaria de más de noventa y ocho años.
Para hablar en voz alta en Shiloh acerca de estas cosas se requería de un gran valor, pero el Señor le proveyó completamente a Samuel con ello. Muy pronto, el muy bien articulado joven, se encontraba causando una gran consternación a lo largo de toda la región anunciando, a todo aquél que lo escuchara, la profecía que le había sido revelada aquella noche bajo las estrellas de Palestina.
Por cierto que la reacción fue bastante predecible. Mientras
que algunos de los ancianos y sacerdotes de Shiloh acusaban a Samuel de un
escandaloso alboroto, otros insistían en que el joven simplemente había
perdido la razón y que estaba hablando tonterías.
Satisfechos con esas simples
explicaciones, los residentes de Shiloh y de sus alrededores no hicieron nada
por investigar los cargos en contra de la Casa de Elí. Día tras día y semana
tras semana continuaron ignorando al joven profeta.
Sin embargo muy pronto llegó el terrible desastre.
Marchando con un inmenso ejército, los poderosos Filisteos
arrasaron todo obstáculo de su camino, mientras aplastaban a sus oponentes en
cada una de sus batallas.
Ciudades incendiadas, rebaños masacrados y campos
incendiados. Al final, más de 30.000 israelitas fueron asesinados cruelmente en
batalla y Shiloh sería dejada en ruinas humeantes... mientras los Filisteos
victoriosos se hacían dueños de la inestimable Arca de la Alianza. Durante la
tormentosa lucha que rodeó la invasión, Jofní y Pinjas fueron asesinados.
Cuando un mensajero llegó al Templo para informar al Sacerdote Elí acerca de su
trágica pérdida, las noticias lo hicieron caer al suelo, rompiéndose la
nuca y muriendo en el acto.
Sin embargo la devastación aún no había terminado. Algunas horas después, informada de la situación, la esposa de Pinjas dio a luz repentinamente al niño que estaba esperando (Ichabod) y falleció de la impresión luego de proclamar: Pero Tú nos has salvado de nuestros enemigos, y has avergonzado a aquellos que nos odian. (1 Samuel 4, 22)
Sin embargo la devastación aún no había terminado. Algunas horas después, informada de la situación, la esposa de Pinjas dio a luz repentinamente al niño que estaba esperando (Ichabod) y falleció de la impresión luego de proclamar: Pero Tú nos has salvado de nuestros enemigos, y has avergonzado a aquellos que nos odian. (1 Samuel 4, 22)
Sin embargo lo que siguió a continuación fue aún peor; luego
de su humillante derrota los Israelitas pasarían veinte años terribles como
esclavos de los Filisteos –antes de escuchar finalmente la voz de su nuevo
profeta, Samuel, y volverse hacia la verdadera y adecuada adoración a Dios
Todopoderoso. Solo entonces, cuando la voz de Samuel fue escuchada
apropiadamente, la gente de Israel recuperaría su libertad y la sagrada Arca de
la Alianza.
A partir de este momento, el hombre cuya profecía había sido
rechazada en primer lugar, sería reverenciado como profeta, sacerdote y juez –y
sería Samuel quien dirigiría a los guerreros Israelitas a la guerra con la que
finalmente ganarían su liberación de los Filisteos.
Luego de todos estos grandes problemas, el sabio Samuel
guiaría a su pueblo por otros cincuenta años, durante los cuales les recordaría
una y otra vez que la adoración al Unico y Verdadero Dios de Israel era su
primera y más importante obligación como seres humanos. Durante ese tiempo el
anciano profeta también consagraría a uno de los más grandes reyes del linaje
real de Israel, el noble David.
Cuando el anciano profeta llegó a recibir su recompensa
eterna –a la edad de 98 años alrededor del año 1010 Antes de Cristo- la nación
entera lloró la pérdida de uno de sus más fieles y devotos consejeros
espirituales en su historia. Al final
Samuel fue enterrado en su propia casa en el pequeño pueblo de Arimatea, una
figura amada para quienes su longeva y fiel vida continúa inspirando a los Cristianos
y no-Cristianos hasta nuestros días.
Apolitiquio tono 2º
Al celebrar la memoria de Tú profeta Samuel, Oh Señor, te
rogamos que por su intercesión salves nuestras almas.
Condaquio tono plagal del 4º
Tú santa madre te consagró al Señor, aún antes de haberte
concebido, y lo serviste desde la infancia como un Angel. Oh profeta del
Altísimo, por tu ferviente fe, te fue concedido profetizar las cosas que
habrían de suceder. Aquí clamamos ante ti: Alégrate oh Venerable Samuel.
Fuentes consuladas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad
Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury, saint.gr, Sinaxario de San Nicodemo el Athonita, oca.org, Prólogos de Ohrid, trelogiannis.blogspot.com