miércoles, 16 de octubre de 2024

Longino el Centurión Mártir y sus acompañantes

Versos:
"Antes de su decapitacion, Longino una vez más, te invocó a Ti, oh Cristo, como el Hijo de Dios".
El decimosexto Longino fue sacrificado con la espada.

Longino Mártir, el Centurión que estuvo al pie de la Cruz del Señor. Estuvo parado e inmóvil al pie de la Cruz, mirando y pensando, lleno de temor y asombro. Y luego, de un sólo golpe, algo nació en su interior – una chispa de fe, un nuevo comienzo. Y su vida había cambiado para siempre.

El Evangelista Mateo describe con una fuerza extraordinaria el momento de su conversión al Cristianismo:
Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios.» (Mateo 27, 54)
El nombre de ese centurión era Longino y era quien estaba al mando de los soldados romanos encargados de la Crucifixión del Señor Jesús en el Gólgota. De acuerdo a algunas tradiciones de la Iglesia Longino fue el mismo centurión que atravesó el costado de Jesús con una lanza con el fin de confirmar su muerte –de cuya herida brotó sangre y agua que le sanaron una infección en el ojo que lo había aquejado por mucho tiempo.  
 





"Ο ΆΓΙΟΣ ΛΟΓΓΊΝΟΣ Ο ΕΚΑΤΌΝΤΑΡΧΟΣ",
[O Áyios Logginos o Ekatóntarjos]
SAN LONGINO EL CENTURIÓN



 
 
 
Luego de los eventos en el Gólgota San Longino jugaría un papel muy importante ayudando a establecer la veracidad de la Resurrección de Cristo… luego de que los sacerdotes Judíos, que habían ordenado la muerte del Santo Redentor, sobornaron a algunos soldados para que divulgasen la historia de que los discípulos del Salvador habían robado su cuerpo aprovechando la oscuridad de la noche con el fin crear una historia.
Sin embargo San Longino arruinó su taimado plan. Negándose a aceptar cualquier soborno insistió en decir al mundo la verdadera historia de cómo el cuerpo de Cristo había alcanzado la gloria de la Resurrección. Luego de entender que el soldado Romano no quería ser parte de su conspiración y menos recibir un soborno, los Judíos decidieron optar por sus tácticas habituales: asesinar a sangre fría al centurión y con él la verdad de su historia. 
Pero el soldado era un hombre valiente e íntegro – y tan pronto como se enteró de esta nueva conspiración se despojó de sus ropajes militares, pidió ser bautizado con otros compañeros soldados y se dirigió rápidamente hacia Capadocia donde pasó muchas horas en oración devota y ayunos rigurosos. 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
Como respuesta a la atractiva piedad del antiguo centurión, muchos paganos de la región se convirtieron al Evangelio y recibieron el Bautismo. Por un tiempo San Longino vivió libremente entre ellos para luego regresar a vivir con su padre. Pero los pérfidos judíos no habían terminado con él – y sus mentiras provocaron que Poncio Pilatos, gobernador de Judea bajo el reinado del Emperador César Tiberio,  promulgara una orden draconiana a sus tropas: Encuentren a ese centurión renegado y decapítenlo inmediatamente.
Sin embargo una vez más el ingenioso San Longino se anticipó a este plan que atentaba contra su vida. Dirigiéndose rápidamente hacia el camino saludó a sus adversarios como si fueran sus amigos. Sin dejarles saber su identidad los invitó a su casa donde los alimentó pródigamente.   

 




Longino el Centurión, Mártir. 




 
 
Cuando ellos se durmieron aprovechó el tiempo para prepararse para su propia ejecución rezando durante toda la noche y vistiendo ropas funerarias de un color blanco inmaculado. Al aproximarse el amanecer les indicó a sus fieles compañeros que lo entierren en la cima de una colina cercana.
La escena ya estaba lista. Moviéndose rápidamente, el mártir se aproximó a los soldados que se estaban despertando y les reveló su verdadera identidad: 
-“Yo soy Longino, el hombre que ustedes buscan.”
Sorprendidos y mortificados por la honestidad de su anfitrión los Romanos se encontraban sin saber que hacer – ¿cómo podrían decapitar a un hombre de carácter tan noble? Sin embargo a pesar de que ellos protestaron contra el mandato de la ejecución, este generoso soldado insistió en que ellos debían de cumplir con la orden de terminar con su vida.  Al final San Longino y dos de sus compañeros soldados, que habían estado junto con él al pie de la cruz, fueron llevados a Jerusalén y decapitados, con lo cual se cumplió el destino del centurión como mártir de Cristo.  
 
 




Martirio de san Longino






Embargados por la tristeza de la tragedia que habían tenido que cometer por órdenes del gobernador, el pelotón de ejecución llevó la cabeza de Longino ante Pilatos quien la envió inmediatamente a los intrigantes judíos. Ellos la arrojaron sobre un montón de estiércol a las afueras de Jerusalén. San Longino estaba muerto, pero la leyenda que seguiría a este valeroso guerrero recién había nacido.
El poder de estas leyendas puede ser visto en otra historia que ha persistido a través del tiempo. De acuerdo a esa narrativa, una mujer ciega que estaba visitando Jerusalén para rezar en sus santuarios tuvo un misterioso sueño en el que se le apareció San Longino y le dijo donde podría encontrar su cabeza, la cual ella debería enterrar. 





Longino el Centurión Mártir y sus dos acompañantes, y la mujer ciega 
recogiendo la cabeza de Longino. Menologio de Basilio II




 
La mujer ciega obedeció inmediatamente y encontró a una persona que la llevó hacia el cerrillo de estiércol. Ahí localizó la cabeza del santo y la transportó reverentemente hacia su tierra natal de Capadocia en donde fue enterrada.
La historia del soldado Romano que presenció la muerte de Cristo y que luego recibió el martirio vive como una narración muy valiosa en la larga historia de los santos de Tierra Santa. La vida de este Cristiano reverenciado nos recuerda que Dios Padre no duda en otorgar Su gracia salvadora a cualquiera que la pida – incluyendo aún a aquellos que estuvieron comprometidos directamente en la muerte de Su propio Hijo Amado.
La idea de que tal gracia curativa está disponible libremente para todos ha llegado a ser un principio fundamental de la fe Cristiana – en parte gracias a la lealtad y al coraje del valiente soldado que murió por el Señor Jesucristo.
 
 
 
 
Himnos y Oración a la entrada en la Capilla de san Longino, Santo Sepulcro de Jerusalén
 
 
En el año 1855, el Patriarca Cirilo de Jerusalén compuso el Himnario de Sión, que son una serie de oraciones e himnos que se cantan y rezan mientras se realiza una procesión por todas las áreas del Santo Sepulcro. Lo siguiente se debe cantar y decir en la cuarta parada al entrar en la capilla dedicada a Longino el Centurión, quien confesó a Cristo como el Hijo de Dios en la Crucifixión.

Al entrar en la Capilla de San Longino, cante el siguiente Tropario, en Plagal del segundo tono, al "Más honorable que los querubines".

Al ver los acontecimientos de tu pasión, que fueron extremadamente aterradores y maravillosos, Longino te miró a ti, que eres verdaderamente el Hijo de Dios, proclamándote claramente en su confesión.

Gloria a ti, oh Dios, gloria a ti.

El sol te miró y ocultó su luz, mientras colgabas en la cruz, sol de gloria, que brillaste sobre todos, la luz del conocimiento de Dios, por la que Longino te vio como Dios y hombre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Los judíos engañosos que una vez cortaron la cabeza de Longino, quien lo hizo en tu nombre, la escondieron en el estiércol, mientras una mujer ciega la encontró, y te miró y te glorificó.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Salvador sufrido e Hijo de Dios, cuando el divino Longino te vio en la cruz, iluminado en tu compasión, con el conocimiento de Dios, haz que también nos ilumine a nosotros por su intercesión.
 
 
 
 
 
Longino el Centurión ante la Cruz del Señor. "Y el Centurión y los que estaban con él temieron en gran manera, diciendo: —Verdaderamente este era Hijo de Dios—

 



Y el sacerdote inciensa. El diácono hace las súplicas habituales como antes, y el sacerdote dice la siguiente oración en voz alta.

Cristo Dios nuestro, amor dulcísimo de los hombres, luz, camino, vida y salvación nuestra, te damos gracias en tu infinita misericordia y tu inefable compasión y bondad, por haber elegido la muerte por crucifixión, concediéndonos la vida a nosotros que estábamos muertos, Inmortal. Y ahora, Señor muy piadoso, nosotros tus indignos siervos estamos perdidos en cuanto a cómo cantar dignamente tu bondad, por eso te ofrecemos la confesión en la cruz del justo Longino, diciendo: "Verdaderamente eres el Hijo de Dios". Tú, Señor, eres el Hijo y la Palabra de Dios y Dios, eres el Rey de todos. Tú eres el Rey de reyes y el Señor de señores. Tú eres el Buen Pastor, que buscas y encuentras a la oveja perdida, y llevándola sobre tus hombros, la llevas a tu Padre sin principio. Tú que eres por todos y en todos y por todos glorificado como Señor, haznos dignos a nosotros, que somos humildes e indignos, de cantar tus alabanzas y glorificarte siempre. Tú, que eres el único puro e inmaculado, purifícanos de todas las manchas de la carne y del espíritu. Tú, que en nombre de la inmortalidad de la humanidad, bebiste voluntariamente del cáliz de la muerte, riéganos con el vino de la compunción y concédenos el perdón de nuestras ofensas, por la intercesión de tu siempre virgen Madre, el santo gran mártir Longino el Centurión, y de todos tus santos. Amén. 

 
 
 
 
 






Ἀπολυτίκιον. Ἦχος α’. Τοῦ λίθου σφραγισθέντος. (Κατέβασμα)

 
Τὸν Ἥλιον τῆς δόξης Σταυρῷ προσηλωθέντα, καὶ τοῖς ἐν σκιᾷ τοῦ θανάτου ἐκλάμποντα ὡς εἶδες, ηὐγάσθης αὐτοῦ ταῖς ἀστραπαῖς, καὶ ἤθλησας Λογγῖνε εὐσεβῶς· διὰ τοῦτο νοσημάτων παντοδαπῶν, λυτροῦσαι τοὺς ἐκβοῶντας· δόξα τῷ δεδωκότι σοι ἰσχύν, δόξα τῷ σὲ στεφανώσαντι, δόξα τῷ ἐνεργοῦντι διὰ σοῦ, πᾶσιν ἰάματα.

 

Himno de despedida, tono 1º. Cuando la piedra fue sellada.

 
Oh Longino, tú viste al Rey de la Gloria clavado en la Cruz, pero brillando sobre los que estaban en la oscuridad. Fuiste iluminado por sus rayos, te convertiste en mártir y salvas a los que claman: Gloria a Aquel que te ha fortalecido; gloria a Aquel que te ha coronado; gloria a Aquel que a través de ti obra curaciones para todos.

 

 

Otro Himno de despedida, tono 4º

Tú Mártir, Oh Señor, en su valiente lucha por Ti, Dios inmortal, recibió como premio la corona de la vida incorruptible. Ya que él poseyó Tú fortaleza, fue capaz de abatir a los tiranos y destruir completamente el atrevimiento de los demonios. Oh Cristo Dios, por sus oraciones salva nuestras almas, ya que Tú eres misericordioso.
 
 
 

Κοντάκιοv. Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον.

 
Εὐφροσύνως γέγηθεν ἡ Ἐκκλησία, ἐν τῇ μνήμῃ σήμερον, τοῦ ἀοιδίμου Ἀθλητοῦ Λογγίνου ἀνακραυγάζουσα· Σύ μου τὸ κράτος Χριστὲ καὶ στερέωμα.

 
Condaquio en el cuarto tono 4º. Hoy te has aparecido.
 
Hoy la Iglesia se regocija, en memoria del glorioso atleta Longino, clamando: Tú eres mi fuerza y ​​mi baluarte, oh Cristo.
 
 

Otro Condaquio tono 4º

Con gran gozo la Iglesia de Cristo se alegra hoy día en la memoria festiva del bienaventurado Longino, el famoso ganador del premio de Dios. Y ella te aclama: Oh Cristo tú eres mi fundación y mi fuerza.







Fuente: Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. Saint.gr, youtube.com

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